¿Cuál es el alcance de la contaminación farmacéutica en los ríos de todo el mundo?

La contaminación de la naturaleza no involucra solo al plástico que solemos ver en imágenes trágicas en los medios de comunicación, con mares invadidos por estos desechos y animales que mueren enredados, también a los medicamentos que consumimos las personas. Una nueva investigación ha analizado las cuencas de grandes ríos en todo el mundo y ha encontrado que al menos una cuarta parte de esos ríos contenía productos farmacéuticos.

El estudio examinó 1.052 sitios de muestreo a lo largo de 258 ríos en 104 países de todos los continentes, lo que representa la huella digital farmacéutica de 471,4 millones de personas. Estos incluyen el Támesis en Londres y el Amazonas en Brasil.

Esta es la primera investigación a escala global de este tipo de contaminación, y forma parte del Proyecto de Monitoreo Global de Productos Farmacéuticos liderado por la Universidad de York, Inglaterra. Los resultados se exponen en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.

Los países de ingresos bajos, los más contaminados

Las concentraciones más altas -de lo que los investigadores llaman- ingredientes farmacéuticos activos (API, por sus siglas en inglés) se encuentran en el África subsahariana, el sur de Asia y América del Sur. En general, se trata de países de ingresos bajos a medianos, en su mayoría asociados con áreas con una mala infraestructura de gestión de aguas residuales y desechos, y fabricación de productos farmacéuticos.

La concentración acumulada media más alta se observó en Lahore, Pakistán, con 70,8 µg/L (microgramos por litro). Le siguieron La Paz, Bolivia y Addis Abeba, Etiopía.

El sitio de muestreo más contaminado se ubicó en el Río Seke (La Paz) y tuvo una concentración API acumulada de 297 µg/L. Este sitio de muestreo se asoció tanto con la descarga de aguas residuales sin tratar como con la eliminación de basura a lo largo de la orilla del río.

Los productos farmacéuticos más frecuentes

Los productos farmacéuticos detectados con mayor frecuencia fueron la carbamazepina, la metformina y la cafeína (un compuesto que también surge del uso del estilo de vida), que se detectaron en más de la mitad de los sitios monitoreados, revela el estudio.

En una cuarta parte de los ríos analizados, las concentraciones de medicamentos fueron mayores a las consideradas “seguras” para los organismos acuáticos, y en última instancia también para los humanos.

La principal preocupación es que las exposiciones ambientales puedan seleccionar la resistencia a los antimicrobianos, y esto pueda contribuir a una crisis global de resistencia a los antibióticos. La mayor superación del objetivo seguro de antibióticos se observó para el metronidazol en un sitio de muestreo en Barisal, Bangladesh, donde la concentración más alta de este medicamento fue más de 300 veces mayor que el objetivo seguro.

Por el contrario, los sitios menos contaminados en general se caracterizan por tener influencia antropogénica limitada, como puede ser el río Ellidaár en Islandia, un uso limitado de la medicina moderna (por ejemplo una aldea Yanonamei remota en Venezuela), o una infraestructura sofisticada de tratamiento de aguas residuales, como ocurre en Basilea, Suiza.

La contaminación farmacéutica, alertan los investigadores del proyecto de monitoreo, no solo tiene efectos nocivos en la salud de los ecosistemas, también en la de los seres humanos. El grupo de trabajo espera que, al aumentar el control de los productos farmacéuticos en el medio ambiente, se puedan desarrollar estrategias para limitar los efectos potencialmente causados por la presencia de estos contaminantes.