Greta Thunberg va en velero por el 'flygskam': todo sobre el movimiento que te anima a no volar

  • 'Flygskam' se traduce del sueco como la 'vergüenza de volar'

  • Los aviones contaminan mucho más que cualquier otro medio de transporte

En un velero con la frase "Uníos bajo la ciencia" acompañado del hashtag #FridaysforFuture que puede leerse de lejos, Greta Thunberg ha desembarcado en Nueva York para asistir en los próximos meses a la cumbre por el clima de la ONU y la conferencia sobre crisis climática en Chile. La joven activista se negó a coger un avión, al que ha declarado una guerra que ya es de muchos: el movimiento 'flygskam' (vergüenza de volar) rechaza este medio de transporte por las elevadísimas emisiones que conlleva frente a otras alternativas más ecológicas.

Pierre Casiraghi, nieto del príncipe de Mónaco y cocapitán del Malizia II, le ofreció entonces desplazarse en su pequeña embarcación de competición, sin grandes comodidades pero de cero emisiones. Ella aceptó y, tras dos semanas en el mar, echa el ancla en EEUU para seguir concienciando al otro lado del charco.

Unos paneles solares y algunas turbinas son suficientes para conseguir la energía eléctrica que necesita Casiraghi en sus competiciones a bordo del Malizia II. No tiene cocina, ni nevera, ni aire acondicionado… Su interior no está pensado para grandes viajes, pero eso no ha parado a la ecologista sueca. Con su padre, el propio Casiraghi y el patrón del barco, Boris Herrmann, ha sorteado las olas desde el 14 de agosto, cuando arrancó su aventura en Reino Unido, hasta arribar a puerto en Coney Island entre aplausos y vítores de admiración de las decenas de personas que esperaban su llegada.

Un año dedicado al activismo

En agosto de 2018 Greta se sentaba sola frente al Parlamento sueco con la pancarta que todavía carga bajo el brazo cada viernes, que reza "Huelga escolar por el clima". Su protesta le llevó a hablar para los líderes mundiales en las Naciones Unidas y desencadenó un movimiento social: Fridays for Future. Desde entonces, la hemos visto en los medios constantemente y la marcha del '15M climático' arrasó en más de 1.000 ciudades del mundo. Si buscas en su Instagram una sola foto de sus viajes por Europa –a Suiza, Polonia, Bélgica y un largo etcétera–, no encontrarás una sola imagen en un aeropuerto o un avión. El tren se ha convertido en su mejor aliado a pesar de haber pasado en él más de 30 horas en algunos casos entre una ciudad y la siguiente.

Durante el nuevo año escolar, lo que solía ser un día a la semana dedicado a la reivindicación pasa a ser un año sabático de los estudios para emplearse a fondo en su lucha, aunque lo que realmente le gustaría sería "no tener que hacer nada de esto y poder ir a la escuela", como le dijo a los medios a su llegada a EEUU.

El movimiento 'flygskam'

La 'vergüenza de volar' es mucho más que una moda, es un movimiento que rehúsa de la manera de viajar en muchos casos más cómoda para reducir la huella medioambiental.

Hasta ahora, los suecos son los mejor enterados del 'flygskam' sin duda. Mientras la compañía ferroviaria sueca SJ no da crédito del récord de pasajeros alcanzado recientemente, cada vez se venden menos billetes para vuelos internos en Suecia, que aspira además a convertirse en un ejemplo de sostenibilidad en 2030.

En España este movimiento que empieza a ser popular también se conoce como 'Quédate en tierra' y ya existen incluso plataformas que informan sobre el impacto medioambiental de tu vuelo como 'Flight2fart Converter' o la calculadora de emisiones de Air France.

La explicación es clara: volar contamina muchísimo más que viajar de cualquier otra manera. Pongamos que vuelas de Barcelona a París. Si tenemos en cuenta que un avión supone una emisión de 285 gramos/km de CO2 por pasajero, tu desplazamiento estaría liberando a la atmósfera 300 kilogramos por cada persona a bordo. Para contaminar lo mismo en tren tendrías que recorrer 23.290 km de distancia, ya que, por cada kilómetro, el tren únicamente supone 14 gramos de dióxido de carbono. Una nimiedad al lado del avión.

La impulsora es precisamente Greta Thunberg, que ha predicado con su propio ejemplo sin sucumbir a los encantos de la cómoda aviación una sola vez. Y no es la única. Poco a poco otras caras conocidas se suman al 'Quédate en tierra', entre ellas la madre de la activista, Malena Ernman, una popular cantante de ópera que ahora acude a sus conciertos desplazándose en tren, o el ciclista Bjorn Ferry, que también elige este medio para asistir a sus competiciones. En definitiva, un sacrificio que supone una contribución admirable a la reducción de emisiones de CO2.