¿Cuál es la edad adecuada para que un menor tenga su primer móvil?

Informativos Telecinco 17/11/2018 08:30

Es un tema recurrente en las familias, especialmente en cumpleaños o Reyes, o ante una necesidad puntual como un viaje de fin de curso. Pero la respuesta no es sencilla.

El coordinador de Internet Segura For Kids (IS4K), del Instituto Nacional de Ciberseguridad, Manuel Rasán, opina que lo adecuado es cuando el menor “esté preparado” y, añade, que eso no suele suceder antes de los 14 años.

Algunos van más lejos, explica Rasán, como la Asociación Americana de Pediatría y la Canadian Pediatric Sociaty, que recomiendan nada de pantallas hasta los 2 años “porque empieza a haber evidencias científicas que tienen efectos sobre el desarrollo del lenguaje, el desarrollo de la atención”. Por tanto, “nada de nada hasta los 2 años” y luego, introducirlas de forma muy progresiva.

Legalmente, según la Agencia de Protección de Datos, para conectarse a un servicio de Internet deben ser mayores de 13 o, si es menor, deben ser los padres o tutores los que deben dar el consentimiento.

El móvil no es un juguete

“Cuando le das un móvil a un chaval tienes que ser consciente de que va a ser mucho más difícil supervisar su actividad porque lo va a poder utilizarlo en la intimidad y es posible que tenga acceso a multitud de contenidos”, indica Manuel Rasán.

Como señalan desde IS4K, “un móvil implica una responsabilidad”, no ya solo por el coste económico del dispositivo, sino por ser un aparato que permite la conexión con otras personas, y supone un grado de exposición que afecta a la seguridad personal.

Entre los principales riesgos a los que se enfrenta un menor estarían los contenidos inapropiados a los que puede acceder y que pueden perjudicar su desarrollo físico y emocional; daños a la privacidad y la identidad digital por compartir información sensible que alguien pueda utilizar en su contra; ciberacoso, grooming o un uso excesivo que interfiera con sus actividades cotidianas.

A esto hay que añadir la rapidez con la que se viraliza un mensaje y la cantidad de personas a las que puede llegar, por ejemplo en el caso del sexting, o la falsa sensación de seguridad y anonimato que puede dar una pantalla.

Sólo para llamar

Algunas veces, regalamos un móvil para que un menor esté conectado y pueda llamar en caso de necesitar ayuda. Pero no hay que olvidar que con este tipo de dispositivos se pueden conectar a WiFis públicas desde las que acceder a diferentes contenidos.

Sólo para jugar

Otras veces, sólo quieren el móvil para jugar, pero los videojuegos permiten chatear con desconocidos del que solo ven un avatar que les puede hacer creer que es otro menor, que es una chica o cualquier dato falso, peligroso para ellos. Por eso es importante implicarse en la supervisión de sus actividades online.

Qué mirar para regalar un móvil

El enfoque, según IS4K, no es mirar el dispositivo, sino pensar en el menor y su nivel de madurez, “reflexionar sobre su día a día, si en general toma buenas decisiones, nos consulta con naturalidad cuando tiene dudas (o a alguna otra persona adulta de referencia y confianza), o bien si tiene tendencia a precipitarse y ponerse en situaciones comprometidas”.

También debemos fijarnos en sus habilidades sociales, su forma de dirigirse a los demás, cómo maneja los conflictos, si tiene un buen nivel de autoestima y de seguridad en sí mismo para no dejarse llevar por los influencia de otras personas.

Si tenemos eso claro, los expertos en seguridad recomiendan hacer un pacto sobre buen uso del móvil, negociarlo y firmarlo conjuntamente. Además, los padres deben dedicar tiempo a configurar el dispositivo de una manera segura, así como valorar la opción de emplear algún tipo de control parental.

Evitar el uso excesivo

Una vez que el menor ya tiene un móvil, debemos evitar su uso excesivo. Manuel Rasán da dos recomendaciones a los padres:

-Deben ser un modelo a seguir: “No le puedes decir a tus hijos que no hagan un uso excesivo de los móviles y luego tú estés pegado al móvil”, indica el experto.

-Es necesario desde los inicios establecer unas “normas y límites”. Por ejemplo, fijar un límite de tiempo siempre: ver dos capítulos, hasta una hora determinada. “Es mucho más sencillo establecer algo previamente y no luego estar negociando con él, cuando el chaval ya está metido en el vídeo”, apunta Rasán.

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