Muere la etóloga y primatóloga Jane Goodall a los 91 años de edad

Una imagen de Jane Goodall. Europa Press
  • La primatóloga y activista Jane Goodall ha fallecido por causas naturales a los 91 años

  • Destacó desde los sesenta con sus métodos innovadores y fascinantes descubrimientos sobre los chimpancés salvajes

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La primatóloga y activista Jane Goodall ha fallecido por causas naturales a los 91 años, según ha confirmado este miércoles en un comunicado el Jane Goodall Institute. En el momento de su fallecimiento, se encontraba en California como parte de su gira de conferencias por Estados Unidos, lo que demuestra su energía vital incombustible. Jane tuvo una vida de película como demuestran los documentales y filmes sobre su vida que se sucedieron a lo largo de los años.

Sirvan como ejemplo algunos de ellos. El documental ‘Jane’, dirigido por Brett Morgen, cuenta sus primeras exploraciones de la antropóloga británica, pionera en el estudio de los primates. Jane Goodall investigó durante más de 50 años en Tanzania las interacciones sociales de los chimpancés y descubrió que sus patrones de comportamiento son similares a los humanos. Su estudio redefinió para siempre la relación con los animales.

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Otro documental relevante es "Jane Goodall: The Hope" (2020), que se centra en su labor actual a través del Instituto Jane Goodall y el programa Roots & Shoots, inspirando a jóvenes de todo el mundo a proteger animales y ecosistemas.

Asimismo, "Jane Goodall: Saving Paradise" (2017) explora su compromiso con la conservación de los hábitats naturales de los chimpancés y otras especies en peligro de extinción. Usando una gran cantidad de material inédito, la película se centra en las investigaciones de la conocida primatóloga, su trabajo de campo, su relación con su marido y cámara Hugo van Lawick y los chimpancés a los que estudió.

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Además, la película "Chimpanzee" (2012), producida por Disneynature, aunque centrada en la historia de un joven chimpancé llamado Oscar, está inspirada en los métodos de observación de Goodall y apoya sus programas de conservación, reflejando indirectamente su legado científico y ambiental. Estas producciones combinan la biografía, la ciencia y la concienciación ambiental, mostrando la influencia duradera de Jane Goodall en el mundo.

Desde el Instituto Jane Goodall han destacado que “sus descubrimientos como etóloga revolucionaron la ciencia, y ella fue una incansable defensora de la protección y la restauración de nuestro mundo natural”.

Jane Goodall, una vida sin miedos en busca de su pasión

Jane Goodall no tenía formación científica, ni siquiera un título universitario, cuando, a los 23 años, ahorró dinero para visitar a una amiga en Kenia. Era secretaria en Londres y, a veces, camarera, con un espíritu inquieto y una fijación romántica por los animales y África, basada principalmente en las novelas de "Doctor Dolittle" y "Tarzán" de su infancia, relata el Washington Post.

Y fue allí donde un encuentro en Nairobi con el eminente paleoantropólogo Louis Leakey -que siempre pensó que las mujeres tenían más paciencia que los hombres para la observación de los animales- cambió el curso de su vida hasta convertirla en la primatóloga más importante del mundo. Sirva como anécdota que en una de sus exploraciones con él, Jane estuvo sin ducharse varias semanas y a partir de ahí que empezó a llevar una cola de caballo, que fue uno de sus signos de referencia hasta la hora de su muerte.

Si algo sorprendió al mundo de la ciencia de los descubrimientos de Jane fueron sus sorprendentes observaciones sobre el comportamiento de los chimpancés, que pusieron encima de la mesa desde la fabricación de herramientas hasta la capacidad para la guerra.

Goodall aportó datos pioneros sobre la sociabilidad, comunicación y cultura de los chimpancés. Fue ella la que dio a conocer al mundo que los chimpancés usaban gestos, besos, abrazos, se tomaban de la mano y se daban palmaditas en la espalda. Goodall demostró que eran individuos, con emociones, lealtades y desacuerdos. Se besaban. Se cuidaban mutuamente. Transmitían lecciones de generación en generación.

Leakey, tras el éxito con Goodall, envió a la estadounidense Dian Fossey a estudiar gorilas en Uganda -se hizo célebre por la película Gorilas en la Niebla, protagonizada por Sigouerney Weaver- y a la alemana Biruté Galdikas a estudiar orangutanes en Indonesia.

Valerie Jane Morris-Goodall nació en Londres el 3 de abril de 1934. Su padre, ingeniero aficionado al automovilismo profesional, estuvo prácticamente ausente de la vida familiar. Creció en un hogar lleno de mujeres: su madre, su niñera, su abuela, dos tías y una hermana menor, Judy. Nunca estuvo en su mente pensar que una mujer no podía hacer lo que hacían los hombres.

Un despertar investigador a los 4 años y numerosos premios

Jane tenía un pequeño zoológico de mascotas: orugas, caracoles de carreras, cobayas, pájaros, gatos y perros. A los 4 años, realizó su primera observación de campo, escondida en un gallinero durante horas, esperando pacientemente la oportunidad de ver cómo una gallina podía poner un huevo.

En 1963 publicó su primer artículo en la revista de la National Geographic Society: 'Mi vida entre los chimpancés salvajes'. En 1965, crea el centro de investigación Gombe Stream, a orillas del lago Tanganyka. Obtiene el doctorado de Etología por la Universidad de Cambridge. En 1977 creó el Instituto Jane Goodall, que actualmente tiene oficinas en 28 países del mundo, incluyendo España.

Durante su carrera, recibió numerosos doctorados honoris causa y distinciones internacionales, incluyendo el título de Comandante de la Orden del Imperio Británico, la medalla Hubbard de la National Geographic Society, los premios de Kioto, Caring y Gandhi/King de la No Violencia, la Medalla de Tanzania y la Medalla Benjamin Franklin. También fue reconocida en España con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica y el Premio Internacional de Catalunya. En años recientes obtuvo el Premio Templeton y la medalla Stephen Hawking a la comunicación científica.

Si ella tuviera que hablar de legado, seguramente apostaría, como alguna vez dijo, que sus logros beneficiaran de algún modo a las futuras generaciones y ayudaran a conservar el medio ambiente y atar el cerebro humano al corazón y a la compasión.