Paul Gascoigne y su interminable lucha contra el alcoholismo: “Solía ser un borracho feliz y ahora soy un borracho triste”

Paul Gascoigne, ‘Gazza’, leyenda del fútbol inglés, ha vuelto a compartir públicamente los estragos con los que continúa luchando tras haber dejado su carrera como futbolista. En una batalla interminable por permanecer sobrio, a sus 56 años el exjugador de clubes como el Newcastle, Tottenham, Lazio o Glasgow Rangers ha expresado los problemas que sigue teniendo y que le han llevado al punto en el que ahora se encuentra.

De ser una figura mítica en el mundo del fútbol a tocar fondo, hoy Gascoigne vive entre visitas a alcohólicos anónimos y sin casa, residiendo en la sala de invitados de su agente, Katie Davies. Luchando todavía, como ya reveló previamente con anterioridad, contra problemas de salud mental, en declaraciones a ‘High Performance’ recogidas por Daily Mail cuenta que intenta por todos los medios no caer en la depresión y mantenerse sobrio pese a su más que conocida adicción al alcohol.

“Yo solía ser un borracho feliz. Ya no lo soy. Soy un borracho triste. No salgo a beber, bebo dentro de casa", afirma, contando que reside con Davies en una calle residencial de Poole, en la costa sur de Inglaterra.

Paul Gascoigne y su lucha contra el alcoholismo

Echando la vista atrás para señalar que no cree que haya defraudado “a ningún entrenador, ni a los jugadores ni a los aficionados”, hoy lamenta que “sí hubo alguien” a quien decepcionó. “Fue a mí mismo”, señala, añadiendo: “Más bien fue el lado de la bebida, cuando terminé de jugar”.

Desde poner fin a su carrera en 2004, el exfutbolista no ha dejado de luchar contra a su adicción. Ejemplo de ello fue cuando en 2014 asistía por séptima vez a una rehabilitación, pagando 6.000 libras al mes (unos 7.000 euros) en una clínica de Southampton, o cuando pagó 20.000 para que le introdujesen en su estómago una especie de bolas anti-alcohol en un intento por dejar la bebida.

Años más tarde, en 2021, como recoge Daily Mail, se resignaba: “Siempre seré un alcohólico”.

Pese a ello, durante todo este tiempo y hasta ahora, --un periodo en el que tampoco sus excesos han estado alejados del foco mediático, con algunos arrestos por alteración del orden público y conducción bajo los efectos del alcohol--, ha seguido luchando.

Ahora, cuenta, intenta huir todo lo posible de la bebida: “Si quiero un mal día (todo lo que tengo que hacer es) ir al pub. Si quiero que sea un buen día, saco mi caña y salgo a pescar”, afirma.

“Es realmente fácil, solo trato de mantenerme alejado de algunos lugares. Si tomo una copa, la tomo porque quiero, no es por ningún motivo en particular. No culpo a nadie. Solía culpar a mucha gente cuando bebía”, lamenta, explicando que ahora lo que sí está bebiendo en abundancia es café. En total, dice de hecho que suele llegar a 15; seis de ellos para las diez de la mañana.

“Trato de no deprimirme porque el mundo ya está bastante deprimido. Y cuando estoy realmente deprimido es cuando tomo una bebida para animarme”, señala, recalcando que nunca ha arrojado la toalla.

“Estoy orgulloso de lo que he dado a la gente. Di casi un millón de libras a diez organizaciones benéficas diferentes y las llamé para que lo mantuvieran en secreto”. “Nunca me he rendido, creo que el momento en el que me rendiré será cuando esté en una caja de madera. Aparte de eso, seguiré luchando”, ha subrayado.

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