Compartir

Contratar Internet en casa puede parecer una decisión sencilla. Basta con elegir una oferta que prometa alta velocidad y tenga un precio competitivo. Sin embargo, tras el reclamo comercial se esconden a menudo un aristas ocultas en contratos plagados de letra pequeña, condiciones promocionales engañosas y costes no explicados. Por eso, antes de firmar, conviene hacer algo más que comparar megas y euros: es necesario leer, comprender y anticipar.

No pagues por lo que no necesitas

El primer error habitual es contratar más velocidad de la que se necesita. Muchas operadoras ofrecen planes de 1 Gbps o más, pero para un hogar medio, que haga uso del streaming, teletrabajo y cierta dosis de navegación simultánea de varios usuarios, una conexión de 300 Mbps suele ser más que suficiente. Es conveniente ajustar el plan a las necesidades reales de cada hogar para evitar soportar sobrecostes innecesarios.

PUEDE INTERESARTE

La trampa de las promociones

Las promociones de bienvenida suelen ser un gancho para captar nuevos clientes, pero muchas esconden incrementos notables en sus precios pasados unos pocos meses. “12,95€/mes durante tres meses” puede convertirse en 45 euros mensuales a partir del cuarto. Además, algunas compañías aplican permanencias de 12 o incluso 24 meses, con penalizaciones por baja anticipada que pueden superar los 150 euros.

Por ello, es importante revisar a fondo los términos y condiciones completos de la oferta, incluyendo el periodo promocional, el precio posterior, la duración de la permanencia y las penalizaciones asociadas a la baja.

PUEDE INTERESARTE

Derechos del consumidor: el desistimiento existe

La ley te protege si te arrepientes. Según la normativa vigente, cualquier consumidor que contrate un servicio de telecomunicaciones a distancia, es decir por teléfono o internet, tiene derecho a desistir del contrato en un plazo de 14 días naturales sin alegar causa, ni sufrir ningún tipo de penalización. Este derecho se amplía a 12 meses si la empresa no informa adecuadamente de su existencia.

Además, todos los usuarios tienen derecho a exigir una copia del contrato, tanto en papel como en formato digital, y a que se te informe del servicio, los costes totales y las condiciones de baja antes de aceptar la oferta.

Comprueba tu cobertura real

Una oferta puede parecer atractiva, pero si no hay buena cobertura en tu zona, tendrás una conexión lenta o inestable. Antes de contratar, conviene verificar la disponibilidad del servicio mediante herramientas de comprobación de cobertura que ofrecen los propios operadores o comparadores independientes como Rastreator o Kelisto.

Otra opción que resulta también recomendable es la de preguntar a vecinos residentes de la zona, especialmente si se trata de viviendas en entornos rurales o edificios antiguos donde la fibra óptica aún no ha llegado.

Atención al router, la instalación y el equipamiento

Otro aspecto que puede pasar desapercibido es el coste de instalación y del router. Algunas compañías los ofrecen gratuitamente solo si el cliente cumple la permanencia mínima; en caso contrario, pueden cobrar su precio íntegro. En otras ocasiones, el router se alquila por una pequeña cantidad mensual, que puede llegar a sumar más de 100 euros al año. Todo esto debe aparecer reflejado en el contrato. Si no está es el caso, estas en tu derecho a exigir este tipo de información antes de firmar.

Dónde reclamar si hay problemas

Si tienes problemas con el servicio y la compañía no responde, puedes reclamar gratuitamente ante la Oficina de Atención al Usuario de Telecomunicaciones del Ministerio para la Transformación Digital. Este organismo permite presentar quejas relacionadas con facturación indebida, cortes del servicio o incumplimiento de las condiciones contratadas.

Ahora que ya saber todo esto, eres consciente de que contratar Internet en casa no es solo una cuestión técnica, sino que se trata de una decisión económica, legal y estratégica. Fijarse bien en la letra pequeña, entender cada cláusula y saber ejercer tus derechos como consumidor puede marcar la diferencia entre una conexión estable y una factura injusta. Porque en el mundo digital, la información sigue siendo el mejor cortafuegos.