El porcentaje de la paga extra que deberíamos invertir en gastos de Navidad, según una experta en finanzas
Hablamos con la economista Elisabet Ruiz-Dotras de cómo gestionar el dinero extra que llega con la paga de diciembre
Este es el dinero ideal que debemos invertir en Lotería de Navidad, según una economista: "Hay que destinar un 1 o un 2%"
Las fiestas navideñas activan cada año uno de los periodos de mayor consumo familiar. Regalos, comidas especiales, viajes, celebraciones y actividades sociales conforman un gasto adicional que muchas economías domésticas afrontan con la paga extra como principal apoyo.
Sin embargo, este ingreso extraordinario también puede convertirse en un foco de riesgo si se utiliza sin planificación y sin un análisis realista de la situación económica familiar.
La sensación de abundancia que provoca recibir una paga adicional, unida al componente emocional que caracteriza estas fechas, suele empujar a gastar más de lo previsto.
Frente a ello, cada vez más expertos en educación financiera insisten en la necesidad de replantear la manera en la que distribuimos ese dinero. Una de ellas es Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, que advierte que “la paga extra no debería entenderse como un ingreso para gastar, sino como parte de la planificación anual”.
Por qué gastamos más de lo previsto durante la Navidad
En estas fechas, los estímulos emocionales y sociales aumentan la predisposición al consumo. A ello se suma la falta de un cálculo previo sobre cuánto debería destinarse realmente a los regalos o a las distintas celebraciones.
Como explica Ruiz-Dotras, “cuando compramos sin haber determinado antes cuál es nuestro margen, es fácil que el gasto se descontrole, incluso aunque hayamos buscado descuentos o nos hayamos adelantado en las compras”. Esta combinación de impulsividad emocional y falta de previsión es la que generalmente provoca que las familias terminen diciembre con un gasto superior al planificado.
Qué parte de la paga extra es razonable destinar a los gastos navideños
Preguntada por una cifra concreta, Ruiz-Dotras es contundente: “ningún porcentaje”. Para la experta, la pregunta debe reformularse por completo. “La forma óptima de gestionar las pagas —incluidas las extras— empieza siempre por ahorrar primero y gastar después. Y esto debe aplicarse en las 14 pagas del año”.
Su recomendación se apoya en un sistema de distribución estable que ayude a las familias a sostenerse durante todo el ejercicio, sin depender de ingresos extraordinarios para equilibrar el presupuesto.
Según su planteamiento, un porcentaje razonable de ahorro sería el 20%, aunque reconoce que cada hogar deberá adaptarlo a su realidad económica.
El resto debería cubrir necesidades esenciales, obligaciones y ocio. En este esquema, los regalos de Navidad deberían financiarse dentro del presupuesto destinado habitualmente al gasto personal.
“Cada persona debe plantearse cuánto puede permitirse según su situación y comprar en consecuencia, porque ignorar estos límites solo lleva a frustración o endeudamiento”, destaca.
Cómo identificar cuándo el gasto deja de ser razonable
Aunque no existe un límite universal aplicable a todos los hogares, sí hay una referencia clara: el gasto empieza a ser excesivo cuando compromete el ahorro o el presupuesto mensual de las semanas posteriores.
Ruiz-Dotras recuerda que la clave es evaluar si los gastos navideños obligan a recurrir a crédito, posponer pagos o renunciar a obligaciones ya previstas. “El presupuesto anual debe ser flexible, pero no a costa de nuestra estabilidad financiera”, señala.
Hasta qué punto es sensato seguir comprando regalos
La experta insiste en que la decisión debe basarse en la realidad económica de cada hogar y no en expectativas externas.
El límite no depende de las fechas ni del número de regalos, sino del margen que deja el presupuesto disponible. “El 30% del salario destinado al gasto personal puede distribuirse a lo largo del año de distintas maneras. Habrá meses con menos actividad social y otros con más, pero siempre debe compensarse en el conjunto anual”, explica.
Estrategias para mantener el control sin renunciar al espíritu navideño
La clave está en entender que la Navidad no debe convertirse en un ejercicio de consumo desmesurado. “Cada persona debe valorar en qué quiere gastar sus 14 pagas y qué tipo de celebraciones o detalles están alineados con su realidad. No se trata de vivir de forma miserable, sino de disfrutar con responsabilidad”.
También recuerda que existen numerosas alternativas de regalos que no requieren grandes desembolsos. La calidad del tiempo compartido, las experiencias simbólicas o los detalles personalizados suelen generar recuerdos mucho más valiosos que los objetos caros.
La presión social y la comparación influyen especialmente en estas fechas, pero la especialista advierte del riesgo de convertir la generosidad en un escaparate. “Tendemos a medir la importancia de un regalo por su precio, y es un error. La emoción y el vínculo duran mucho más que el objeto”.
Por qué asociamos gastar más con mayor felicidad
También señala que esta asociación responde a factores sociales y culturales. “Buscamos impresionar a los demás y, a veces, utilizamos los regalos como forma de demostrar algo. Pero ese impulso nace del vacío emocional, no de la necesidad real”.
También recuerda que la cultura del éxito y la presión de las redes sociales intensifican la idea de que la abundancia material refleja triunfo personal. Sin embargo, insiste en que la relación entre dinero y bienestar es más compleja. “El dinero no garantiza la felicidad, pero sí puede ofrecer comodidad. Y la comodidad reduce el estrés, que es un componente importante del bienestar emocional. Pero eso no significa que gastar más nos haga más felices”.