Educación

Decir “muy bien” todo el tiempo puede ser contraproducente: opciones de elogiar, según la ciencia

Un elogio genérico puede ser incluso contraproducente. Freepik
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MadridEn muchos hogares y aulas, una de las expresiones más repetidas ante cualquier conducta adecuada o logro conseguido por un niño es “¡muy bien!”. A simple vista, parece una frase inocua, incluso positiva, para reforzar el comportamiento positivo. Sin embargo, cada vez más estudios en psicología del desarrollo y educación advierten que un uso indiscriminado de este elogio puede ser contraproducente.

Lejos de reforzar un autoestima sana o una motivación intrínseca, el “muy bien” repetido sin criterio puede convertirse en una respuesta automática que pierde su valor, alimenta la dependencia de la aprobación externa y reduce el pensamiento crítico. Entonces, ¿cómo se puede elogiar sin caer en la trampa de los halagos vacíos?

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La trampa del elogio genérico

Durante años, en el ámbito educativo y familiar, elogiar ha sido una de las herramientas más utilizadas para reforzar aquellas conductas que se consideran deseables. El problema es que no todos los elogios son igual de efectivos. La neurociencia y la psicología del desarrollo han demostrado que no basta con decir “muy bien” de forma repetida y automática para fomentar el autoestima o la motivación. De hecho, esto puede ser contraproducente.

Investigadores como Carol Dweck, Edward Deci o Daniel Willingham han puesto de relieve una realidad que, aunque puede parecer contraintuitiva, es fundamental para entender el impacto de nuestras palabras en los niños: los halagos vagos, poco específicos o centrados únicamente en cualidades personales pueden limitar el desarrollo cognitivo y emocional de los menores.

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Decir “muy bien” cada vez que un niño completa una tarea, sin señalar qué ha hecho bien o sin vincularlo a un proceso, no solo le resta valor al refuerzo, sino que también puede generar una dependencia por la aprobación externa. Esto quiere decir que el niño dejaría de actuar por motivación propia y solo lo haría si sabe que va a recibir un elogio.

Carol Dweck, conocida por su teoría de la mentalidad de crecimiento, explica que cuando el elogio se enfoca en cualidades estables (listo, genio, inteligente…), se promueve una mentalidad fija, ya que se asocia el éxito a un talento innato, lo que provoca que cuando hay una dificultad más alta o hay errores, el niño se siente incapaz de continuar por miedo a no estar a la altura de esa etiqueta. Sin embargo, cuando se elogia el esfuerzo, la estrategia o la perseverancia se favorece una mentalidad de crecimiento, la cual permite ver el error como parte del aprendizaje y alimenta la resiliencia.

No se trata de eliminar el refuerzo positivo, sino de transformarlo. Debe ser una intervención pedagógica que refuerce conductas alineadas con valores, que dé información concreta y ayuda al niño a pensar sobre su progreso.

Cómo elogiar eficazmente en casa y en el aula

Elogiar con eficacia no es elogiar más, sino mejor. La clave está en que el reconocimiento sea específico, sincero y orientado al proceso más que al resultado. En clase o en casa, el refuerzo verbal se convierte en una herramienta poderosa para moldear conductas, cultivar el autoestima y fomentar el aprendizaje autónomo.

Ser específico y describir la conducta

Evitar frases genéricas como “muy bien” o “qué listo eres” sería el primer paso, y se debería optar por comentarios como: “has organizado muy bien tus ideas en esta redacción” o “no te has rendido aunque era complicado”. Este tipo de elogios ayudan al niño o adolescente a entender qué hizo correctamente y a repetir esa conducta en el futuro. Además, refuerzan la metacognición, es decir, la capacidad de reflexionar sobre el propio aprendizaje.

Valorar el esfuerzo la estrategia y la perseverancia

En vez de centrarse solo en los aciertos, se debe valorar cómo se llegó a ellos: “se nota que has ensayado antes de presentar el trabajo” o “te has fijado en los detalles al resolver este problema y eso te ha ayudado a encontrar la solución”. De esta manera, se promueve una mentalidad de crecimiento y se reduce el miedo al error.

Fomentar la autoevaluación

Una buena manera de utilizar el elogio como herramienta pedagógica es invitar a la reflexión y hacerle preguntas al niño sobre su proceso. Esta técnica va a ayudarle a desarrollar su propio criterio interno para no depender siempre del juicio externo para valorar su rendimiento.

No elogiar por elogiar

Los niños perciben cuando se trata de un elogio excesivo o injustificado, y eso puede generar desconfianza o incluso rebajar el valor de los verdaderos logros. El refuerzo positivo debe reservarse para conductas que realmente se desean mantener y estén alineadas con los objetivos educativos o familiares. La sinceridad fortalece el vínculo y hace que el reconocimiento sea emocionalmente significativo.

Utilizar diferentes tipos de refuerzo

No todo tiene que ser verbal. Una sonrisa, un gesto de complicidad, un aplauso espontáneo o un mensaje escrito también pueden actuar como elogios eficaces, sobre todo si están cargados de afecto y conexión. El refuerzo emocional tiene un alto impacto porque activa áreas del cerebro vinculadas con la motivación. como ha demostrado la neurociencia afectiva.