Crianza positiva en 2025: cómo fomentar autonomía y creatividad con juguetes y métodos Montessori
Juguetes sensoriales, rutinas participativas y un entorno adaptado a su crecimiento: así se aplica el método Montessori en casa para fortalecer su autonomía y creatividad
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MadridLa crianza positiva se ha consolidado en los últimos años como un enfoque pedagógico necesario para el desarrollo emocional y cognitivo de los niños. Este estilo de crianza que se centra en el respeto, la empatía, la autonomía y la creatividad, ha incorporado estrategias que provienen del método Montessori con una selección consciente de juguetes que estimulan la exploración y el aprendizaje autónomo.
Esta combinación responde a estudios recientes en neuroeducación que relacionan el libre descubrimiento, la motivación intrínseca y la manipulación sensorial con mejores habilidades cognitivas y emocionales a largo plazo. En este artículo veremos cómo se pueden aplicar estos principios en el día a día para crear entornos que potencien la curiosidad, autonomía y creatividad de los niños.
La base de la crianza respetuosa: un ambiente preparado
El método Montessori fue el que introdujo el concepto de ambiente preparado, es decir, un espacio que está completamente adaptado al niño en el cual se fomenta su libertad dentro de un orden intencional. Esto significa reorganizar las habitaciones, áreas de juego e incluso, hábitos cotidianos de manera que los niños puedan acceder libremente a materiales, actividades o alimentos sin tener que pedir ayuda constantemente. De esta manera, ellos pueden ganar autonomía y aprenden desde pequeños a aprovechar sus capacidades.
Varios estudios sugieren que esta disposición promueve la autonomía, reduciendo el estrés familiar y aumentando el sentido de competencia en el niño. Si se les crea una zona accesible donde tengan sus materiales, juguetes, libros y utensilios para merendar se le da protagonismo a su aprendizaje y a sus propias decisiones.
Juguetes Montessori, diversión y oportunidades de desarrollo
Los juguetes basados en la metodología Montessori comparten ciertos rasgos esenciales: están hechos de materiales naturales, son eco-responsables, no tienen mecanismos tecnológicos ni tampoco instrucciones rígidas, y permiten múltiples usos dependiendo de la creatividad del niño.
La sencillez de estos juguetes hace que se fomente la exploración activa, la atención y la capacidad de encontrar múltiples caminos en el juego, lo que hace que mejore su desarrollo cognitivo y creativo.
Gracias a los encajes, rompecabezas o tornillos de madera de estos juguetes, los niños pueden desarrollar su motricidad fina y coordinación haciendo que su precisión y concentración manual sea mejor desde edades muy tempranas.
Por otro lado, fomentan también su pensamiento crítico y resolución de problemas, ya que los juguetes abiertos como son los bloques o encajables, pueden estimular al niño a investigar, comparar y deducir posibles soluciones.
Además, estos juguetes no tienen un uso impuesto, por lo que su creatividad e imaginación se estimula al descubrir nuevas posibilidades de juego, creando escenarios únicos y adaptados a sus intereses.
Para poder incluir este tipo de juguetes en su día a día, tan solo se requieren pequeños ajustes como ofrecerles un rincón accesible, tiempo diario de juego libre y un acompañamiento mínimo pero atento. De esta manera, este juego se convierte en una práctica natural y no en un momento impuesto.
Estas estrategias de crianza motivan la autonomía y la utilización de materiales sensoriales, pero además, se alinean con estudios recientes en neuroeducación que relacionan estas prácticas con una mejora en la curiosidad, la atención y la capacidad de autorreflexión de los niños.
Se tiene que tener en cuenta que no todos los juguetes que están etiquetados como “Montessori” lo son, ya que algunos no aplican bien sus principios. Como hemos mencionado, estos juguetes han de ser de materiales naturales, versátiles y adecuados a la etapa evolutiva del niño, no solo de marca.
¿Qué papel tiene el adulto en la crianza positiva?
El adulto no dirige, actúa más bien como un guía. Debe observar y acompañar sin invadir. Esto implica que debe tener mucha paciencia, formular preguntas abiertas y promover que el niño intente resolver tareas o problemas por sí mismo antes de ofrecer ayuda. Esto es debido a que una intervención excesiva puede frenar la motivación del niño, reducir su iniciativa y por tanto, comprometer su autonomía. Se les debe dar el apoyo justo, ni mucho ni tampoco dejarles solos, de esta manera el niño puede probar, fallar y luego corregir sus errores, lo que hace que se consolide su aprendizaje.
Además, la crianza positiva se sustenta en la disciplina respetuosa. En ella se establecen límites claros pero no se recurre a los castigos, se fomenta la empatía y se alienta a que sean los niños quienes quieran tomar sus propias decisiones. Desde la perspectiva Montessori, cada acción diaria como vestirse o escoger un snack, se convierte en un ejercicio para desarrollar rutina, responsabilidad y motivación intrínseca. El niño aprende porque quiere hacerlo, no por un premio externo.
Este enfoque favorece el desarrollo de una autoestima sólida en los niños y un mayor bienestar emocional al permitirles que se sientan valorados, escuchados y ver que son capaces de tomar decisiones. Además, potencia la resiliencia y la responsabilidad, ya que desde pequeños aprenden a gestionar errores, asumir retos y resolver problemas por sí mismos.