Vuelta al cole

Nerea Riveiro, pedagoga: "Debemos preocuparnos cuando un niño no es capaz de seguir una clase que dure un tiempo prudencial"

Nerea Riveiro, pedagoga.
La autora, en una foto cedida por la editorial. Espasa
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Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), más del 70% de los niños de entre 2 y 6 años usa pantallas más de una hora al día. Estos, además, presentan puntuaciones más bajas en funciones ejecutivas, incluida la atención, algo que se agrava si se tienen en cuenta las consecuencias este comportamiento en el desarrollo cerebral de los menores. Una de las más nocivas, entre otras muchas —como las que afectan a la gestión emocional o al tiempo y calidad del sueño—, es que la capacidad atencional de nuestros niños se está viendo muy afectada.

La atención es una habilidad fundamental para el aprendizaje, el desarrollo y las relaciones interpersonales. Los niños necesitan prestar atención para asimilar información, participar en conversaciones y completar tareas. Es una habilidad que depende de muchos factores y que se ve muy influida por variables personales y del entorno, por lo que debe ser estimulada para que los niños, a lo largo de su proceso madurativo, vayan aprendiendo estrategias para enfocar su atención y puedan ponerlas en práctica.

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Mejorar la atención y la concentración en los niños es un reto para muchos padres y escuelas. Ha escrito sobre este tema Nerea Riveiro, pedagoga infantojuvenil y especialista en dificultades de aprendizaje. Su proyecto Pedagoqué, que desarrolla desde su página web y a través de redes sociales, no ha parado de crecer. Gracias a sus publicaciones diarias en las que comparte dinámicas y herramientas para trabajar con los peques, se ha hecho un hueco importante en la comunidad educativa. Hablamos con ella de su primer libro, 'Cómo estimular la atención en los niños' (Espasa, 2025).

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Pregunta: ¿Por qué nos distraemos? ¿Es diferente la distracción en adultos que en niños?

Respuesta: La razón, efectivamente, varía en función de si hablamos de niños o de adultos. El cerebro de los niños aún está en desarrollo. La corteza prefrontal, que es la responsable de algunas funciones cognitivas complejas, como es la atención, aún está desarrollándose, por lo que es completamente normal que les cueste mantener la atención en una actividad durante mucho tiempo. Además, están en un momento evolutivo en el que exploran su entorno, por lo tanto, esa curiosidad los lleva en muchas ocasiones a cambiar de foco rápidamente. Debemos tener en cuenta, que hay otras muchas razones por las que la atención se puede ver afectada, que son precisamente las que hablamos un poco en el libro.

P: ¿Es diferente la distracción en adultos que en niños?

R: Cuando hablamos de adultos, la cosa cambia, en algunas ocasiones es por sobrecarga de estímulos, especialmente ahora, en una sociedad tan inmediata, donde recibimos mismamente en nuestro móvil muchas notificaciones, que si un email, que si un mensaje…, eso hace que nuestro cerebro se sobrecargue porque tiene que estar constantemente decidiendo a qué estimulo prestar atención, cuál es el importante. También podría ser por fatiga cognitiva, es decir, cuando estás cansado física o emocionalmente, no podremos concentrarnos de igual manera en las tareas. El uso excesivo de pantallas tampoco nos ayuda, como vamos a poder comprobar durante la lectura, a pesar de que nuestro cerebro ya esté desarrollado.

P: ¿Tiene alguna utilidad la distracción para nuestro cerebro?

R: La capacidad de atención en las tareas es muy importante para desempeñar cualquier actividad en nuestro día a día. Quizá podríamos hablar de que los niños no sean capaces de mantener su atención en las tareas a determinadas edades es parte de su desarrollo. Y que, en muchas ocasiones, tanto en niños como en adultos, esa dificultad para mantener la atención puede derivarse de un cerebro muy creativo, de una hiperactividad mental donde surgen nuevas ideas rápidamente… 

P: ¿Cuándo la distracción empieza a ser un problema en un niño?

R: En el momento en el que le empieza a afectar en su día a día, ya sea a nivel académico, emocional o relacional. Un niño que tiene dificultades para mantener la atención durante una conversación o que no es capaz de seguir una clase que dure un tiempo prudencial, que incluso esa falta de atención le produzca descuidos importantes… Ahí es cuando podemos preocuparnos. Siempre que influya en la calidad de vida del niño, da igual el contexto, será importante prestar atención a esas señales y poder ofrecerle ayuda.

P: ¿Qué ocurre cuando no son capaces de seguir la clase porque se distraen con facilidad? ¿Qué puede estar ocurriendo según tu experiencia?

R: Es el caso de muchos niños con los que trabajo. Pero aquí no podríamos decir que todos los niños que no son capaces de mantener la atención en el aula sea porque tienen dificultades atencionales, ya que hay muchos otros factores a tener en cuenta. Y, como bien hablamos en el libro, la motivación es uno de estos factores. Los niños necesitan activar vías de aprendizaje a través de la emoción y la motivación. Esto no quiere decir que sin emoción no haya aprendizaje, pero sí podemos hablar de un aprendizaje mucho más significativo.

Por mi experiencia puede ocurrir que estén desmotivados académicamente (por la metodología del profesor, porque se aburren o por otras razones), pueden estar ocurriendo cosas a nivel emocional (al igual que nosotros como adultos no nos concentramos de igual forma en el trabajo cuando estamos preocupados por algo, a los niños les pasa lo mismo), porque haya una dificultad que no se está atendiendo o, también, porque realmente haya una dificultad atencional real. Como explico en el libro, a veces creemos que cuando observamos dificultades de atención en los niños siempre puede ser porque la habilidad “atención” está afectada, pero realmente en la atención influyen otras muchas cosas que hay que descartar.

Realizar una valoración o evaluación psicopedagógica diferencial para poder detectar adecuadamente alguna posible dificultad o trastorno del neurodesarrollo es un trabajo costoso y para el que hay que estar muy formado. Por eso es tan importante conocer al niño, a su familia, poder entender su contexto y hacer su historia de vida y académica.

P: ¿Cómo podemos conseguir que pongan el foco en lo que están haciendo? 

R: Bueno, no hay fórmulas mágicas. Hay entrenamiento. Como bien leeremos en el libro, la atención es una habilidad cognitiva muy compleja, que no solo se basa en ser capaces de mantener la atención durante tiempos prolongados (por ejemplo, ser capaz de estudiar durante una hora). También hay otros tipos de atención que son importantes, como puede ser la atención dividida o selectiva. La idea del libro es poder ofrecer diferentes juegos o actividades donde estimulemos y entrenemos esta habilidad de forma divertida, para que luego podamos utilizarla de manera plena en otros contextos, como puede ser el académico.

Lo que está claro es que si un niño de 8 años no es capaz de estar 15 minutos haciendo una tarea (sea cual sea), por mucho que le pongamos a hacerlo le seguirá pasando lo mismo. Debemos encontrar el por qué y debemos ayudarle a entrenar esa atención para que cada vez pueda estar un poquito más.

P: Los niños pequeños cambian de juego constantemente y pierden la atención con facilidad. ¿A qué edad deja de ser tan normal para ser más preocupante?

R: Suele ser normal durante la primera infancia, es decir, hasta aproximadamente los 6 años. Durante estos primeros años de vida es habitual verlos cambiar el foco constantemente de una actividad a otra, es normal verlos explorar el entorno de diferentes formas, ya que la curiosidad está muy viva en ellos. Necesitan conocer su entorno para poder ir ganando experiencias y enriquecerse de distintos conocimientos. Sin embargo, a partir de los 6 años ya podemos esperar de ellos que este cambio de foco no sea tan rápido.

P: ¿Qué palabras son las más adecuadas cuando vemos que nuestro hijo/a se frustra cuando no consigue algo?

R: Es importante cuidar la forma en la que hablamos a nuestros niños (y también adolescentes), ya que somos las personas a las que más quieren del mundo. A mí me gusta siempre decir que igual que nos creen cuando les hablamos de los Reyes Magos, del Ratoncito Pérez, de la magia… lo mismo ocurre si le digo “ya te lo expliqué 30 veces”, “es que no estás prestando atención”, “ya no sé cómo explicártelo”. ¿Qué mensaje les llega? “Mamá o Papá creen que no soy capaz de entenderlo, pues será verdad”. Y no mando este mensaje como forma de que las familias sientan culpabilidad, al contrario, yo soy madre y a pesar de dedicarme a la educación y a la pedagogía también cometo muchos errores. Lo hago como forma de que podamos hacer autocrítica y reflexionar acerca de los mensajes que indirectamente le mandamos a nuestros hijos sin darnos cuenta.

Por eso me pareció importante poder incluir en la lectura un apartado donde las familias y los profesionales tengan alternativas a algunas frases que tenemos a veces muy automatizadas. Lo importante es hablarles desde la validación emocional, la asertividad y todo el amor que podamos ofrecerles. Y entendiendo que ellos son los primeros que sufren cuando no son capaces de concentrarse en algo que tienen que hacer.

"Las pantallas tienen muchísimo que ver con la falta de atención que estamos observando los profesionales en niños y niñas de todas las edades"

P: ¿Tiene que ver con las pantallas? 

R: Sí y no. Si hablamos de un trastorno del neurodesarrollo como puede ser el TDAH, por supuesto la respuesta es no, no se produce por un excesivo uso de pantallas, aunque por supuesto no beneficia. Si hablamos de dificultades atencionales, la respuesta es clara: sí. Las pantallas tienen muchísimo que ver con la falta de atención que estamos observando los profesionales en niños y niñas de todas las edades. Sabemos que afectan a su regulación emocional, habilidades sociales, lenguaje, al sueño y por supuesto, a la atención. Las pantallas nos ofrecen muchos estímulos a todos los niveles que hacen que nuestro cerebro se hiperactive, además de ofrecernos recompensas inmediatas en muchas ocasiones. Eso afecta a la hora de realizar una tarea que no requiere de tantos estímulos, ya que nuestro cerebro va a pedirnos esos estímulos que le hemos ido dando. Esto afecta directamente a la motivación y, por lo tanto, en nuestra capacidad atencional.

P: ¿Qué relación hay entre la atención y las emociones?

R: Mucha. Más de la que pensamos. La amígdala (estructura del cerebro que forma parte fundamental del sistema límbico que regula nuestras emociones, entre otras tareas) se activa ante emociones fuertes y esto directamente activa el foco atencional, es lo que Daniel Goleman llamaba “secuestro amigdalino”. Por ejemplo, si un niño en clase se siente amenazado (imaginemos un caso de bullying), la amígdala activaría la respuesta de estrés y dificultaría que el niño pudiese concentrarse en clase. La señal que recibiría la amígdala sería de peligro, por lo tanto lo instintivo es protegerse.

Es algo que muchos profesionales de la educación ya venimos diciendo, un ambiente emocionalmente inestable en el aula reduce la actividad de la corteza prefrontal y aumenta la reactividad de la amígdala, lo que sabotea el aprendizaje y la capacidad atencional.

Además, la atención es una habilidad muy importante que nos permite regularnos y gestionar nuestras emociones. Sin ir más lejos, cuando realizamos “atención plena”, estamos poniendo en entrenamiento nuestra atención selectiva, intentando focalizar nuestra atención en nuestro cuerpo y en el momento presente, lo cual, nos permite regularnos.