Los castores se convierten en la nueva amenaza para el Ártico y su calentamiento descontrolado

  • Debate sobre el impacto de los castores en la destrucción del permafrost en el Ártico

Los castores, sí, se han convertido en uno de los enemigos del futuro de Alaska, al menos, de la que conocemos hasta ahora. La razón es que están creando una red de canales, presas y estanques ayudando a convertirla en una esponja empapada que intensifica el calentamiento global. Eso, o está empezando a construir una Alaska distinta a la que conocemos hasta ahora. Y que puede abrir el paso a una nueva habitada por nuevas especies. El asunto es fascinante, pues podemos tener un cambio evolutivo antes nuestros ojos sin ser plenamente conscientes de ello.

En la península de Baldwin, cerca de Kotzebue, por ejemplo, los grandes roedores están ayudando en el deshielo regional del permafrost que está provocando, por ejemplo, que en Siberia tengan temperaturas cercanas a Sevilla.

El científico de la Universidad de Alask, Ken Tap, es el coautor de un nuevo estudio que analiza al castor y su impacto en el permafrost. publicado en la revista Environmental Research Letters . La investigación se basa en imágenes de satélites que muestran cambios en el paisaje con mayor detalle que hace solo unos años, así como en imágenes más antiguas que muestran cambios a mayor escala. Las mediciones precisas permitieron a los investigadores cuantificar cómo los castores están remodelando el paisaje..

"Construyen una presa, el agua del estanque se hace más profunda, inunda un montón de tundra, que absorbe más calor que el permafrost", explica Tape. Y todo está relacionado. Esa retención de agua retiene el calor y retrasa la congelación. Y el impacto se nota en la vegetación ártica, el permafrost, la hidrología y la vida silvestre. Y todo ello repercute finalmente en el calentamiento global del Ártico, los incendios forestales, las olas de calor récord y la disminución de los glaciares y el hielo marino. El impacto de los castores no es pequeño es como si se golpeara con un martillo el Ártico.

El estudio encontró que, de 2002 a 2019, el número de represas aumentó de 2 a 98 en un área de estudio de 38.6 millas cuadradas cerca de Kotzebue. En otra área de estudio que abarca todo el norte de la península de Baldwin, el número de represas aumentó de 94 a 409 entre 2010 y 2019. En general, las masas de agua influenciadas por los castores representaron dos tercios del aumento del 8.3 por ciento en el área de agua superficial en el Área de estudio de Kotzebue durante el período de 17 años.

En las regiones árticas de tierras bajas, las cuencas favorecidas por los castores pueden representar del 50 al 80 por ciento del paisaje. Actualmente, se han mapeado más de 10.000 represas de castores en el noroeste de Alaska y esa información se está utilizando en modelos para identificar los impactos de los nuevos cuerpos de agua en el permafrost y el ciclo del carbono.

Otra forma de ver esta realidad es la de Ben Goldfarb. Este experto defiende que los castores podrían ayudar a muchas otras especies, incluidos los humanos, a sobrevivir a la era del rápido cambio climático causado por los humanos. "Los castores crean un hábitat fantástico para todo tipo de especies, como pájaros cantores y alces", dijo Goldfarb. "Todas esas especies se están moviendo hacia el norte debido al cambio climático, y los castores están preparando el camino".

Merrit Turetsky , investigadora de Permafrost , y directora de INSTAAR cree que aún no está claro cómo los impactos de los castores pueden afectar los ciclos de carbono a escala regional, pero que es "importante prestar atención a todos los ingenieros de ecosistemas como el castor". El calentamiento está derritiendo el hielo marino del Ártico, el escudo térmico reflectante de la Tierra, que intensifica el calentamiento y probablemente cambia el clima y los patrones de viento en el hemisferio norte de forma que puede contribuir a tormentas extremas, olas de calor y sequías. El derretimiento de los glaciares y las capas de hielo del Ártico elevan el nivel del mar, y un deshielo masivo de permafrost podría liberar una nueva oleada de gases de efecto invernadero.