El deporte puede ser un riesgo en verano: una experta explica qué no debemos hacer bajo ningún concepto
Verónica Saldaña, profesora de Enfermería, resalta el peligro del deporte al aire libre en verano y detalla cómo actuar ante las altas temperaturas
Cómo identificar y actuar ante un golpe de calor: "Reconocer a tiempo algunos síntomas puede salvar vidas"
La actividad física al aire libre, aunque tiene sus beneficios para contrarrestar los efectos secundarios del tratamiento contra el cáncer, puede convertirse en un verdadero riesgo para la salud durante los meses de verano en los que encadenamos olas de calor, según avisa Verónica Saldaña, profesora de Enfermería en la Universidad Europea.
La experta en salud aclara que el deporte debe realizarse preferentemente antes de las 10:00 y después de las 20:00 horas, cuando la exposición a la radiación solar y la temperatura ambiental son menores. De este modo, subraya que eludir las horas centrales del día, especialmente entre las 12:00 y las 18:00, reduce el riesgo de hipertermia.
Cuando las temperaturas son elevadas, se deben priorizar ejercicios de baja intensidad como caminar a ritmo suave, estiramientos o yoga, especialmente en lugares sombreados, ventilados o climatizados. En este caso, se desaconseja correr, practicar ciclismo de forma prolongada o los deportes de equipo al sol, ya que generan más calor corporal y requieren un mayor esfuerzo cardiovascular.
Pautas de hidratación antes, durante y después del ejercicio
Verónica Saldaña matiza que resulta esencial, para no sufrir ninguna complicación, mantener una hidratación continua. Por ello, insta a ingerir entre 400 y 600 mililitros (2-3 vasos) de agua durante una hora o dos horas antes del ejercicio.
Mientras se está llevando a cabo la actividad física, la profesora recomienda beber pequeños sorbos cada 15 ó 20 minutos (aproximadamente 150-250 mililitros), incluso si no se tiene sensación de sed.
Después de finalizar, apunta que hay que reponer el cuerpo con entre 500 mililitros y un litro de agua o bebida isotónica, dependiendo de la pérdida de sudor. También puede incluirse agua con sales minerales si el ejercicio ha sido prolongado o se han producido calambres musculares.
Además, señala la necesidad de una supervisión cercana en niños y en mayores. En el caso de personas con enfermedades cardiovasculares, respiratorias o metabólicas (como la diabetes), se debe consultar previamente con un profesional sanitario.
Indicadores para posponer o trasladar la actividad física
Verónica Saldaña destaca que se debe evitar el ejercicio al aire libre si la temperatura es superior a 32 grados, si la humedad relativa rebasa el 60%, puesto que disminuye la capacidad del cuerpo para disipar calor mediante el sudor, o si el índice ultravioleta supera el nivel 8, lo que implica un riesgo extremo de daño solar en pocos minutos.
Hoy en día, existen varias aplicaciones móviles y webs meteorológicas que puede ayudarnos a monitorizar estas variables. Ante la sospecha de un golpe de calor, lo primero que debemos hacer es llamar inmediatamente al 112 y trasladar a la persona a un sitio fresco y, por supuesto, que esté a la sombra.
A continuación, añade la experta, debemos quitar el exceso de ropa, aplicar paños húmedos fríos o rociar el cuerpo con agua y abanicar para favorecer la evaporación. Si está consciente, se le puede ofrecer agua fresca a sorbos pequeños. También controlaremos los signos vitales hasta la llegada del personal sanitario.
Por último, Saldaña quiere dejar claro que, como profesionales de enfermería, debemos ser agentes activos en la promoción de la salud durante el verano, especialmente en la educación para la prevención de riesgos asociados al calor. Y concluye con una reflexión: enseñar a la población a autogestionar su bienestar térmico durante la actividad física es una medida costo-efectiva y clave en salud pública.