Moda

Ana Velasco, experta en moda: "Los próximos años van a traer cambios sutiles pero significativos en nuestra forma de vestirnos"

Ana Velasco, experta en historia de la moda
Ana Velasco Molpeceres. GeoPlaneta
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¿Sabías que los marineros británicos popularizaron la trenca? ¿Que la bomber nació para rescatar pilotos caídos? ¿O que el smoking empezó como una chaqueta para fumar en casa? ¿Por qué los romanos vestían a sus hijos con collares protectores? ¿Qué tiene que ver Audrey Hepburn con el origen de las bailarinas? La moda no es solo pasarelas y tendencias: es historia, geografía, identidad, guerra, revolución… y hasta ciencia ficción. Ana Velasco Molpeceres es doctora en Comunicación, profesora en la Universidad Complutense de Madrid y experta en historia de la moda que ha publicado 'Moda y prensa femenina en la España del siglo XIX', 'Eugenia de Montijo. Ni frívola, ni altiva', 'Emperatriz con voz propia' e 'Historia de la moda en España. De la mantilla al bikini' recorre con humor y muchísima curiosidad el fascinante mundo de la ropa y los accesorios en su nuevo libro 'Historiones de la moda' (GeoPlaneta, 2025). Charlamos con ella para conocer qué hay detrás de las prendas que escogemos al vestirnos y de lo que significaron en su momento.

Pregunta: ¿Qué expresa la forma en que nos vestimos?

Respuesta: Umberto Eco decía que la moda era semiótica. Es decir, un lenguaje y un vehículo de la comunicación, que transmite significados. La forma en que nos vestimos habla antes de que digamos una palabra. Es como esa frase de Wilde que dice que "solo hay una primera impresión". Expresa nuestra personalidad, estado de ánimo, valores y hasta nuestra historia; a veces secreta, incluso, pues solo nosotros la sabemos.

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"La gente que dice que no le gusta o que no le preocupa la moda, miente"

P: ¿Qué información da a los demás? 

R: Para los demás, la ropa transmite información de manera inmediata: puede indicar profesión, estatus, estilo de vida, afinidad con un grupo o unas tendencias, y también señales más sutiles, como seguridad, creatividad o cuidado personal. Y lo interesante es que, incluso sin intención consciente, nuestras prendas envían mensajes sobre quiénes somos o cómo queremos que nos perciban. La gente que dice que no le gusta o que no le preocupa la moda, miente. 

Y es que vestirse es un acto de comunicación silenciosa: cada decisión estética construye una narrativa propia que los demás leen casi de manera intuitiva. Además, a todos nos gusta seducir y sentirnos amados y queridos y admirados.

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P: Parece que es aleatorio cuando nos vestimos, pero, como dices, cada prenda dice algo. ¿De qué forma escogemos o que nos influye?

R: La verdad es que cada elección que hacemos, incluso aunque no dediquemos mucho tiempo a reflexionar sobre ella, tiene un porqué. Hasta cuando creemos que solo estamos siguiendo el instinto. La moda no es casualidad; es un lenguaje que usamos constantemente para decir algo de nosotros mismos. Y escogemos influenciados por varios factores: desde el estado de ánimo y las emociones (a veces un color, una textura o un corte nos hace sentir más seguros, cómodos o atractivos) al contexto y la función (la ocasión, el clima o la actividad que vamos a realizar determinan mucho la elección), sin olvidar los códigos sociales y culturales. 

En esto pienso tanto en normas de vestimenta, tendencias, etc., como en las expectativas de grupo o de la sociedad que influyen en cómo elegimos y cómo combinamos nuestras prendas. También es importante entender que tenemos una imagen de nosotros mismos para proyectar, una forma de existir, que es nuestra identidad y aspiraciones. Lo que vestimos comunica quién somos o quién queremos ser, y a menudo buscamos proyectar ciertos valores o actitudes. A eso se suman las influencias externas: la moda, la publicidad, los referentes culturales e iconos de estilo que marcan nuestro gusto y percepción de lo que es atractivo o adecuado, de forma más o menos intensa y explícita, claro.

P: ¿Qué tipo de canon de belleza impera actualmente en la moda mundial? ¿Cuál crees que es?

R: Hoy, el canon de belleza en la moda mundial es más diverso que nunca, aunque aún convive con ciertas idealizaciones históricas. Ya no se limita a un único cuerpo, edad o tono de piel. Cada vez más, las pasarelas, campañas y redes sociales celebran la pluralidad, la inclusión y la autenticidad. Se valoran cuerpos de diferentes tallas, identidades de género diversas y rasgos étnicos variados. Sin embargo, aunque esto es verdad, también persiste una tendencia hacia una estética muy cuidada, con cuerpos delgados y rostros juveniles y convencionalmente atractivos (pienso en el canon de belleza occidental), que sigue influyendo en lo que se considera “atractivo” en la industria. Pensemos en los medicamentos para adelgazar que han evidenciado que el tema de las curvas y el body positive, que existe, es también algo secundario. En Instagram todos los influencers, o muchos, son hombres y mujeres que podrían ser modelos de los años noventa. 

Aun así, también hay figuras como Kim Kardashian que sí representan otros modos de belleza: más sensuales, maduros y exóticos. Por eso, el canon actual es un equilibrio entre diversidad y aspiración: busca representar al mundo real, pero aún mantiene ciertos ideales de proporción (o delgadez), elegancia y autocuidado. El peso de la medicina estética no se puede infravalorar y esto no es porque se admita todo. Envejecer no gusta, engordar no alegra y ser diferente a lo que vemos en las estrellas y celebridades tampoco. Si tuviera que resumirlo en una frase, diría que hoy el canon de belleza trata de ser inclusivo, pero aspiracional: valora la autenticidad sin abandonar la idea de estilo como expresión de cuidado y personalidad.

"El vestido negro sencillo de Chanel sigue siendo un básico elegante y versátil"

P: ¿Qué prendas crees que han marcado más el armario de una mujer el último siglo y principios de este? 

R: Si miramos el armario femenino del último siglo y lo que llevamos del actual, hay prendas que no solo visten, sino que cuentan historias. El vestido negro sencillo de Chanel sigue siendo un básico elegante y versátil; el blazer o la americana masculina se ha convertido en un símbolo de poder y autoridad; los pantalones liberaron a la mujer de las restricciones históricas que se le asociaban (pensemos en la frase “llevar los pantalones” y el machismo asociado a los roles de género), y el trench o la gabardina creo que también han sido importantes.

Luego, no se pueden dejar de mencionar el bikini y la minifalda, pero pienso que, aunque muy importantes al liberar el cuerpo femenino de la moralidad y vincularse a la revolución sexual y al feminismo, otras prendas han estado más asociadas al poder pues estas tienen también mucho vínculo con el atractivo femenino y con la seducción, aunque la mayoría de sus primeras usuarias eran muy feministas. 

P: ¿Qué prenda dirías que es la que ha cambiado o revolucionado el siglo XXI? La anterior estuvo marcada por muchas, sin embargo, la minifalda tuvo un simbolismo importante, ¿no crees?

R: Exacto, mientras que el siglo XX estuvo marcado por prendas como la minifalda, símbolo de liberación y rebeldía femenina, el siglo XXI ha visto cómo el chándal se ha convertido en un verdadero revolucionario del armario. Ha trascendido su origen deportivo para ocupar todas las esferas de la moda: se lleva en casa, en la calle, en citas y hasta en pasarelas de alta costura, por no decir en la música, en figuras como Rosalía. Representa comodidad, versatilidad y una actitud relajada y fresca, pero también una especie de declaración de estilo urbano y contemporáneo. Hoy, combinar un chándal con sneakers de diseño o accesorios elegantes, habla de confianza y modernidad, convirtiéndolo en una prenda que rompe barreras entre lo casual y lo sofisticado. Eso que hace no muchos años era tan satírico: "con mi chandal y mis tacones arreglá pero informá", cantaba Martirio, ahora es signo de buen gusto, de estar a la moda… También creo que hay que entender el chándal de forma amplia: pienso en toda la estética deportiva, de leggings, tops y sudaderas y también, por supuesto, en el culto a las zapatillas.

"Creo que los hombres se van a animar con los accesorios y detalles: joyería, calzado e incluso bolsos"

P: ¿Veremos alguna novedad en la moda de hombre en los próximos años? Parece que es la que menos evoluciona, o solo lo parece…

R: Aunque a primera vista la moda masculina parece más estable que la femenina, no deja de evolucionar. Los próximos años van a traer cambios sutiles pero significativos, sobre todo, en lo relativo a la versatilidad y mezcla de géneros. Veremos prendas (o materiales) tradicionalmente femeninas reinterpretadas para hombres, y una mayor fluidez entre estilos casual, formal y deportivo. También un creciente interés por la sostenibilidad y los materiales innovadores: tejidos reciclados, ecológicos o tecnológicos marcarán cada vez más el diseño, no solo por ética, sino por funcionalidad y estética. 

Aunque sea algo minoritario, las cadenas de ropa barata lo ofrecen y cada vez más hombres, sobre todo jóvenes, se animan a experimentar con siluetas más vanguardistas con cortes oversize, capas y proporciones distintas, colores y tejidos que rompen con el canon rígido de “traje clásico más camisa” o camiseta y vaquero. Y, en esto, creo que los hombres se van a animar con los accesorios y detalles: joyería, calzado e incluso bolsos. También zapatos, pero en eso los hombres están muy ‘puestos’ y las zapatillas, exageradas y exclusivas, son objeto de deseo. 

P: ¿Qué país crees que ha influenciado más en la moda mundial y por qué? ¿Podría ser Reino Unido? 

R: Sin duda, Reino Unido ha sido uno de los países más influyentes en la moda mundial, aunque no el único. Su impacto no solo viene de los grandes diseñadores: el padre de la alta costura, Charles Frederick Worth era inglés, sino de movimientos políticos y sociales, culturales, etc. 

Desde los sastres londinenses de Savile Row, que redefinieron el traje masculino a finales del XVIII y principios del XIX, hasta iconos de rebeldía como los mods, punks, etc., el Reino Unido ha mezclado tradición y vanguardia de manera única. Pienso en figuras como Vivienne Westwood, tan importante para mostrar que la moda también puede ser un acto de identidad y protesta, pero, si nos remontamos en el tiempo, no se puede obviar el peso del dandismo y de hombres como Beau Brummell

"Hoy vestimos igual todo el día, y en eso la ropa interior también se ha simplificado"

P: ¿Qué aportó?

R: Él introdujo la elegancia minimalista, la limpieza de líneas y la importancia del corte sobre los ornamentos excesivos. Su estilo —camisas impecables, chaquetas ajustadas y pantalones sobrios, con corbatas perfectamente anudadas— no solo definió el gusto de la aristocracia inglesa, sino que sentó las bases del traje moderno que aún hoy reconocemos. La idea de que ser elegante es pasar desapercibido es suya, algo que habría horrorizado a cualquier aristócrata y noble o rico anterior. No obstante, la influencia de Francia, sobre todo en la moda de mujer, es innegable y, después de la II Guerra Mundial, el diseño italiano ha sido muy importante. Pienso en Versace y en Armani, pero la sastrería masculina también ha condicionado nuestra idea de sofisticación.

P: En las prendas de abrigo que ahora usamos hay un trasfondo social importante, es decir, fueron creadas con un objetivo. ¿Cuáles son aquellas que crees que son más impactantes?

R: Muchas están relacionadas con la guerra. Por ejemplo la trenca (duffle coat): creada para los marineros británicos, con su capucha amplia y cierres de madera o cuerno, era una prenda práctica contra el frío y la humedad. Hoy es un clásico que transmite resistencia y estilo. También el trench coat, la gabardina, nacida en la I Guerra Mundial como abrigo militar impermeable para oficiales, pasó a convertirse en icono de elegancia y sofisticación civil, o la chaqueta bomber: surgida para pilotos militares, pasó de proteger en combate a ser símbolo de actitud y estilo urbano, llevando consigo la historia de la aviación.

La historia de la parka: inspirada en los pueblos inuit del Ártico, diseñada para soportar climas extremos, también me parece muy interesante... Habla de la adaptación humana, de la capacidad para sobrevivir y de la lucha por la vida, que en nuestro mundo no son temas en los que pensemos, pero que han acompañado a la humanidad en su ocupación o dominio del mundo desde que los Sapiens conquistaron todo el territorio. 

P: Sobre la ropa interior, ¿cómo ha ido evolucionando hasta derivar en lo que es hoy en día?

R: La ropa interior tiene una historia fascinante porque refleja cambios sociales, estéticos y funcionales a la vez. Originalmente, su función era práctica: proteger la ropa exterior del sudor y la suciedad, dar soporte o moldear la figura según los cánones de cada época. Por ejemplo, en el siglo XIX y principios del XX, los corsés comprimían la cintura para crear la silueta ideal, mientras que los calzones largos y camisones protegían la piel y aportaban comodidad.

Con el tiempo, la ropa interior comenzó a ganar un componente estético y simbólico: encajes, transparencias y cortes más atrevidos reflejaban sensualidad, estatus y moda, no solo funcionalidad… porque hemos cambiado mucho nuestra forma de vestir. Antes la gente llevaba muchas capas: camisa interior, ropa seminterior, ropa, ropa de encima, mantos y abrigos o capas, mantones y accesorios. Si pensamos en las mujeres del XIX, y no me estoy remontando muy atrás, también había ropa para todo: para la mañana, para recibir, para paseo, para tarde, para cena, para baile, para la ópera… Hoy vestimos igual todo el día, y en eso la ropa interior también se ha simplificado. No obstante, hoy conviven ambas dimensiones, la estética y la utilitaria: prendas como sujetadores técnicos, boxers o bralettes ofrecen soporte y confort, pero, si son más delicados o de diseño también se relacionan con el erotismo y la expresión personal. Ahora que llega Navidad y vienen las tradiciones de la ropa interior roja, por ejemplo, esto es muy evidente.