Bosques pintados, de 'cuento' y hasta refugio de seres mitológicos: estos son algunos de los parajes que tiñen de verde el País Vasco
Un recorrido por algunos de los parajes boscosos más impresionantes del País Vasco
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BilbaoLas suelas de nuestras botas se hunden en los pequeños charcos de barro que salpican el sendero, es temprano y aún no se ha levantado del todo la niebla, aunque los primeros rayos de sol se esfuerzan por colarse entre las copas de los frondosos árboles del bosque, acabamos de estrenar la primavera, pero aún hace bastante frío, así que apretamos el paso para recorrer algunos de los parajes boscosos más impresionantes del País Vasco.
Resulta complicado elegir entre los innumerables bosques que, por aquí y por allá, tiñen de distintas tonalidades verdes las tierras vascas; esos bosques que son nuestro pulmón y hasta refugio de 'basajaun', el señor del bosque en la mitología vasca, pero aquí va una pequeña selección.
Arrancamos en el Hayedo de Otzarreta, en el Parque Natural de Gorbeia en la frontera entre Vizcaya y Álava, aunque en territorio vizcaíno. Este pequeño bosque está cuajado de hayas y robles, que sobre todo en otoño, confieren al lugar un halo de paraje mágico con sus tonos ocres, amarillos y rojizos. Por si la estampa no fuera suficientemente idílica, por el paraje serpentea el río Zubizalaba.
Tampoco le falta un río al Bosque de Balgerri, el hayedo más grande de Vizcaya. Las hayas cubren principalmente las laderas de los montes de Ordunte y sierra Mesada, destacando por extensión y belleza los de Rebedules y la Boheriza (La Calera del Prado), Saltipiñia (Aldeacueva) y Balgerri (Lanzas Agudas). Para llegar hasta este paraje, el camino parte del barrio Lanzas Agudas de Karrantza, situado a unos 400 metros de altitud. Quienes emprendan la marcha hacia Balgerri, lo harán hacia uno de los parajes con mayor biodiversidad natural de toda Euskadi, en el que además de las hayas, robles, castaños, abedules, olmos y tejos, hunden allí sus raíces.
El Parque Natural de Izki es en esencia bosque y roca, situado al sudeste de Álava y a solo 31 kilómetros de su capital, este paraje es el cuarto parque más grande de la Comunidad Autónoma del País Vasco, por detrás de Gorbeia, Aizkorri-Aratz y Aralar. Izki es principalmente un robledal de roble marojo, pero también hay hayedos, carrascales, alisedas, quejigales, bosques mixtos, abedulares o bosquetes de álamo temblón. Pequeños ríos surcan el valle mientras en el cielo planean, por encima de las copas de los árboles, águilas reales, halcones peregrinos, alimoches y buitres.
En la frontera entre Guipúzcoa y Navarra, se encuentra Añarbe, uno de los bosques más grandes de Guipúzcoa. En este paraje, en el que se funden bosque y agua, abundan los robledales y los hayedos. En su corazón está el embalse del mismo nombre. El bosque de Añarbe está dentro del Parque Natural y Zona Especial de Conservación (ZEC) de Aiako Harria, incluido por la Comisión Europea desde 2004 en la Red Natura 2000, la mayor red mundial de conservación de áreas protegidas de la UE.
Pintura y cromlechs
Los troncos de algunos de los pinos del Bosque de Oma, situado en plena Reserva de la Biosfera de Urdaibai, en la localidad de Kortezubi, se convirtieron en el lienzo perfecto para que el escultor y pintor bilbaíno Agustín Ibarrola realizara la que sería una de sus obras más famosas y un referente de la corriente del 'Land Art' en tierras vascas. El artista realizó su obra entre 1982 y 1985, sin embargo, este bosque encantado, años más tarde, empezó a enfermar por la enfermedad de la banda marrón, causada por hongos.
Parecía que aquello supondría el final del bosque animado de Ibarrola, pero no. Tras cuatro años de intensos trabajos, en 2023 se reprodujo la obra del artista bilbaíno en Basobarri, un pinar de Urdaibai de 13 hectáreas, próximo al original de 3,5. Allí, se han pintado los 34 conjuntos originales que planteó Ibarrola, aunque finalmente llegó a sumar hasta 47.
El bosque de Oinaleku en Oiartzun (Guipúzcoa) forma parte de las primeras tierras que emergieron del mar en territorio vasco. Quienes se adentran en ellas descubren un paisaje en el que las hayas y el resto de la imponente vegetación comparten protagonismo con los cromlechs, grandes anillos de piedra incrustados en la tierra que sirvieron como monumentos funerarios en la Edad de Hierro. Lo que no se ven en Oianleku son ‘gnomos’, aunque persuadidos por la magia de este paraje guipuzcoano, más de uno creería que este rincón verde sería el lugar escogido por estos astutos pequeños seres para vivir.
Secuoyas en el mapa forestal
El Departamento de Alimentación, Desarrollo Rural, Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco ha publicado el Mapa Forestal de Euskadi del año 2024 en el que se destaca que continúa el descenso de la superficie ocupada por las masas adultas de pino radiata, que han descendido en unas 2.600 hectáreas en un año, y, en paralelo, el aumento de la extensión de nuevas especies como la Criptomeria o la secuoya.
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