Un jubilado vizcaíno construye con sus propias manos y "sin ayuda" un velero: "Este verano navegaremos a Grecia"
El velero de 12 metros. de eslora y hecho con madera de iroko, espera a ser armado en Francia
Juntos hasta el final: amigos de toda la vida se construyen un pueblo a la medida para disfrutar de su jubilación
BilbaoA punto de cumplir 80 años, el vizcaíno Gregorio Ugalde, ‘Goio’, ultima los preparativos para irse de vacaciones a Grecia, en el velero que ha construido “solo” y “con mis propias manos” a lo largo de los últimos diez años.
El barco de 12 metros de eslora por 3,10 de ancho y 8.500 kilos de peso, y al que ha llamado 'San Pedro de Sopela', ha sido siempre “el sueño” de este vecino de Sopela que esperó a jubilarse para empezar a fabricarlo “sin ayuda”, salvo la parte eléctrica donde ha contado con la ayuda de un amigo. El resto, a lo ‘juan palomo’, Gregorio se lo ha ido ‘guisando y comiendo’ él solo, en el interior del invernadero en el que poco a poco ha ido pegando las tablas de madera de Iroko con epoxi del esqueleto de su velero.
Durante los cinco primeros años, invirtió 10 horas diarias a dar forma a su criatura y “luego bajé un poco el pistón”. Solo el frío, “que no es bueno para las resinas” y los días de calor extremo, “en los que no se podía parar dentro del invernadero” detuvieron la marcha de este constructor naval autodidacta.
El primer viaje, a Grecia
En 10 años, se ha enfrentado y superado todos los imprevistos que pueden surgir en una obra faraónica como la suya, pero en su mente, no flaqueó en ningún momento en su propósito de terminar su barco, y si lo hizo viendo el resultado, ya ni se acuerda.
Gregorio admite que, pese a nacer en Orozco, “donde solo hay un río”, siempre se ha sentido atraído por el mar. Por eso, cuando de pequeño se trasladó junto a su familia a Bilbao, bajaba a la ría “a ver cómo maniobraban los barcos y cómo los cargaban con agua, carbón, chatarra y hasta cocos y plátanos, frente al Ayuntamiento”. Tras muchos años de trabajo, cuando se jubiló, vio la oportunidad perfecta para cumplir su sueño, tenía tiempo y algunos ahorros y, sobre todo, “el apoyo de mi mujer”.
Se puso manos a la obra y así, poquito a poco, materializó ese velero que tantas veces había imaginado. Curiosamente, el primer viaje de su embarcación no ha sido por mar, sino por carretera, hasta el puerto francés de Lecaute, “aquí lo van a armar”.
Gregorio admite que no sabe nada de francés y por eso, hasta el puerto francés le acompañaron dos amigos “uno de ellos para echarme una mano con el idioma y el otro con la parte eléctrica de la embarcación”, sin embargo, no han podido alargar su estancia hasta que esté armado y ‘Goio’ se ha quedado solo, bueno no, con su inseparable criatura. Después volverá a Sopela “a recoger a mi tripulación” y pondrá rumbo a Creta (Grecia) visitando Córcega, Sicilia y Cerdeña.
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