Andoni Sainz, el artesano vizcaíno que ha recuperado el arte ancestral de los cuernos bocineros: "Cuando nació mi hija, lo toqué en el hospital"

Andoni Sainz comenzó en la pandemia a tallar cuernos y ya roza el millar
Andoni Sainz es autodidacta y comenzó en la pandemia con este hobby.. Redacción Euskadi
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BilbaoHace muchos años, cuando el sonido de los mensajes entrantes de WhatsApp no taladraba nuestros oídos, los vascos se las ingeniaban para comunicarse a golpe de cuernos bocineros. Así, desde la cima del Gorbea se convocaba a los vizcaínos a reunirse en las Juntas Generales durante el siguiente cambio de luna, la respuesta desde las cumbres del Kolitza, Ganekogorta, Oiz y Sollube llegaba también vía cuernos.

Un instrumento, con 32.000 años de antigüedad, “junto a las caracolas, el segundo instrumento más antiguo del mundo”, solo superado por la flauta de hueso, y que servía lo mismo a los pastores vascos para alertar de un peligro en el monte, que para comunicar un fallecimiento en un pueblo o avisar a los vecinos de una festividad.

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Andoni Sainz, un vizcaíno de 37 años, comenzó en la pandemia a recuperar un arte ancestral que ya no se estila, “solo conozco a un señor mayor en Álava que los fabrica”. Arrancó como un hobby, que actualmente, ocupa buena parte de las horas libres que le deja su trabajo en un centro de acogida de animales salvajes y la crianza de su hija Maialen, de tres años: “Hasta toqué el cuerno en el Hospital de Basurto el día que nació”, recuerda entre risas Andoni.

Hechos a mano

Los fabrica a mano y necesita mínimo dos días para completar todo el proceso. El cuerno suele ser de vaca, buey o toro, “todos tienen un hueso dentro y hay que cocer durante unos 45 minutos para después, con unos golpes poder extraerlo”, explica este artesano que posteriormente desinfecta esa funda “hasta tres veces con lejía”. Una vez limpio, con un taladro le realiza una boquilla de trompeta, al mismo cuerno por dentro. Por último, se talla quemándolo con una varilla con la que graba frases, dibujos e incluso, retratos.

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Medio millar de cuernos los expone en su propio museo en Alonsotegi (Vizcaya)

En cinco años ha logrado una nutrida colección de casi un millar de cuernos bocineros, 500 de ellos los expone en su particular museo de Alonsotegi, el resto los ha regalado o vendido. Son muchas las personas famosas que cuentan con su propio cuerno.

Deportistas como el escalor Alex Txikon, el pelotari Mikel Goñi o el levantador de piedras, Iñaki Perurena; músicos como Benito Lertxundi, Rozalén, Evaristo de la Polla Records o Reincidentes; humoristas como Leo Harlem y hasta cocineros como Joseba Arguiñano tienen uno. A pesar de la larga lista de rostros conocidos que o bien se han acercado al museo para admirar la colección de cuernos o han recibido uno, a Andoni le encantaría “darle uno al cantante Melendi”.

Tocar el cuerno bocinero “no es como tocar el piano”, pero tiene su técnica que Andoni describe “como hacer una pedorreta con los labios, esa vibración hace que el cuerno suene”. Después, la pericia de la persona que lo toque, hace el resto: “Mi mujer Janire, que es profesora de música, es capaz de sacarle distintas notas musicales”, puntualiza.

En el mundo de los cuernos bocineros el tamaño importa, así “cuanto más largo y gordo es el cuerno empleado, más grave es el sonido que emite” mientras que los cuernos “pequeños y estrechos suenan más como una especie de trompetita”. El precio de los cuernos bocineros que este artesano fabrica a mano en su taller ronda de media los 100 euros.