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Xabier Iturrioz, el zapatero artesano que triunfa en las ferias del País Vasco tras 50 años en el oficio: "Me duelen los ojos al ver tantas deportivas"

Xabier Iturrioz, alias 'Zapa', lleva "toda la vida" dedicado al oficio de zapatero.. Redacción Euskadi
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San SebastiánA sus 63 años, Xabier Iturrioz lleva toda la vida trabajando como zapatero, un oficio que le ha valido hasta el alias por el que muchos le conocen ‘Zapa’. Cuando era pequeño, Xabier recorría con su bici las calles de Legorreta (Guipúzcoa) repartiendo a los vecinos los pares de zapatos que su padre había reparado en su pequeño taller.

Aquella fue su primera toma de contacto con un oficio “bonito y manual”, que lleva ejerciendo casi 50 años, “toda la vida”, remarca este artesano que no deja de recibir nuevos clientes atraídos por el boca a boca.

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‘Zapa’ se pasa todo el día en su taller de Eraso, en Navarra, situado muy cerca de su vivienda: “Aquí los monto, los coso, a la tarde los lijo y a la noche los pego”. Un trabajo artesanal que le ha dado fama en todas la ferias del País Vasco a las que acude y donde sus zapatos triunfan.

Hechos a mano

En el taller de ‘Zapa’ solo se emplea cuero para fabricar cada uno de los pares de zapatos de varios modelos y muchos colores diferentes que aquí se fabrican y que, además, “casi siempre, se pueden arreglar”. Nada que ver con los zapatos que se venden hoy en día, y que “están hechos con poli-esto y poli-aquello, es decir, con plásticos y derivados del petróleo” y que “llevan un cerquillo para parecer que están cosidos cuando es mentira”, puntualiza Iturrioz. Además, “si se estropean es mejor tirarlos y comprar otros”, añade este artesano que se opone a la filosofía del ‘usar y tirar’.

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En la ‘oficina’ de Iturrioz huele a cuero y madera, ataviado con su mandil y su inseparable txapela, el artesano moldea el corte y lo monta a tenaza, “voy estirando y debe quedar ceñido a la horma”, explica. El siguiente paso, que podría dar con los ojos cerrados tras 47 años en el oficio, es pasar el rodillo para asentar lo que previamente ha montado. Después se lija y más tarde, se cose, “antes lo hacíamos a mano, pero hace 30 años que cosemos a máquina”. Una pequeña licencia que le permite reducir el proceso a unos dos minutos.

En la pasada feria del Último Lunes de Gernika, un cliente se acercó al puesto de Iturrioz con unos zapatos que se compró hace casi 20 años y a los que, de tanto usar, se les había roto la suela: “Se los he reparado y podrá seguir usándolos mínimo otros cinco años”, dice.

Al día, de las manos de Xabier, pueden salir terminados unos cinco pares, “nuestra producción de un año, en una fábrica la hacen fácilmente en un día”. Pero aquí no es la cantidad lo que prima, sino la calidad. Esa que lleva a los clientes de ‘Zapa’ a repetir y comprarle nuevos pares y que, incluso, le traen nuevos clientes.

A este zapatero le “duelen los ojos” de ver tantos pies enfundados en zapatillas deportivas, un calzado que él solo concibe “para jugar a pala o para salir a correr, poco más”. Que un baserritarra acuda a una feria “elegante”, con su txapela, pantalón recién planchado y camisa de cuadros lustrosa y luego se ponga unas zapatillas, es un auténtico sacrilegio para este profesional que tiene asumido que con su jubilación llegará el final de Zapatari. “No hay relevo”, lamenta.