Bruselas ignora a Boris de momento

  • Bruselas trabajará con el nuevo Gobierno británico de la mejor manera posible pero no renegociará el acuerdo de salida.

La Comisión Europea recibió con hartazgo y una pizca de mala leche el nombramiento de Boris Johnson como nuevo jefe de filas de los conservadores británicos y próximo primer ministro. Bruselas sabe que el ‘Brexit’ está a la vuelta de la esquina y que el Reino Unido está tan preparado como lo estaba hace unos meses, en algún punto entre poco y nada. Y también sabe que Boris Johnson terminará pidiendo algún tipo de renegociación del acuerdo de salida que las instituciones europeas rechazarán.

La bienvenida a Boris Johnson, el histrión, bufón o mentiroso personaje para la inmensa mayoría de la dirigencia europea, fue lacónica. El martes salió en conferencia de prensa el vicepresidente del Ejecutivo europeo, Frans Timmermans. Seco, el holandés, que se permitió llamar a Johnson “hombre de apuestas” y que seguirá siendo uno de los pesos pesados en la próxima Comisión cuando Von der Leyen sustituya a Juncker y que también suele ser el más duro contra el nacionalismo húngaro o catalán, resumió el mensaje de siempre: Bruselas trabajará con el nuevo Gobierno británico de la mejor manera posible pero no renegociará el acuerdo de salida.

Bruselas trabajará con el nuevo Gobierno británico de la mejor manera posible pero no renegociará el acuerdo de salida.

Michel Barnier, negociador del ‘Brexit’, recordó que la declaración política que acompaña al acuerdo sí puede cambiarse, pero que el objetivo es “trabajar constructivamente con el primer ministro Boris Johnson cuando asuma el cargo para facilitar la ratificación del acuerdo (que Westminster ya rechazó tres veces) y lograr un ‘Brexit’ ordenado”. Guste más o menos, como dio a entender Timmermans, habrá que trabajar con Boris Johnson, porque en estos tiempos “la política mundial está llena de personajes pintorescos”.

Fecha límite: 31 de Octubre

La declaración política no es un documento legalmente vinculante. Es un texto paralelo al acuerdo de salida que apenas esboza cómo ven las partes su futura relación. Boris Johnson ya dijo que el 31 de octubre sacará a su país de la Unión Europea y que no habrá una segunda petición de prórroga, pero fuentes comunitarias, en unas instituciones europeas medio vacías en pleno verano, creen que Johnson “ya está pensando en qué excusa dar para pedir esa segunda prórroga”. Timmermans, con palabras más dramáticas: “un ‘Brexit’ duro sería una tragedia para todos”.

El equipo negociador de Barnier está casi desmantelado y su mano derecha y ogro de los brexiters, la alemana Sabine Weyand, ya dejó su cargo tras ser nombrada nueva directora general de Comercio. Barnier no tiene mandato de los gobiernos para negociar más que cambios cosméticos en la declaración política, así que Bruselas ahora se sentará a esperar.

El mensaje no puede ser más claro: no hay nada que renegociar y es de ilusos creer que la Unión Europea va a ceder ante el histrión Johnson lo que no cedió ante una May a quien en Bruselas se trató con respeto. Al británico siempre le queda la esperanza de esperar que la Unión Europea quiera evitar a toda costa un ‘Brexit’ sin acuerdo.

Bruselas sí espera de Johnson que se comporte como hizo su antecesora. May dio un paso al lado en las últimas cumbres y no se inmiscuyó en decisiones que en principio no afectarán al Reino Unido si abandona el bloque.

May, por ejemplo, se limitó a votar con la mayoría los nombramientos de los nuevos altos cargos y nunca dejó trascender si le parecían más o menos adecuados.