Trump regresa "triunfal" a la Casa Blanca ante el asombro y la indignación de la población

  • Pese a no haber terminado el tratamiento, Trump ya está de regreso en la Casa Blanca

  • El presidente estadounidense dice que se encuentra mejor que "hace 20 años"

Su primer gesto, desde el balcón Truman de la Casa Blanca no deja lugar a dudas, Donald Trump mantiene su intención de desafiar al virus, y de lanzar un mensaje descorazonador: el virus se vence ... si eres fuerte. Llegó a la Casa Blanca en helicóptero - igual que salió camino del hospital el viernes pasado-. Saludó al personal, se encamino hacía las escaleras de la parte norte y desde el balcón se quitó la mascarilla y se la guardó en el bolsillo. Una imagen que veremos repetida mil veces.

A las 18.45 horas de ayer el presidente de los Estados Unidos abandonaba el hospital militar Walter Reed en helicóptero, setenta y dos horas después de haber ingresado y tras haber recibido tres tratamientos contra el coronavirus: el antiviral Remdesivir, el esteroide dexametasona y el cóctel de anticuerpos Regeneron. Esta fue la apuesta del cuerpo médico del centro para que Donald Trump pudiera volver a la Casa Blanca y acabar con los rumores que los últimos días han discurrido por la ciudad de Washington, centrados en la gravedad de su estado, el foco de infección en el que se ha convertido la residencia presidencial en estos días y la posible reacción de los votantes a su enfermedad, a tres semanas de las elecciones.

Lo anunciaba el propio presidente de forma enérgica en Twitter, antes de partir para la Casa Blanca: ¡Pronto estaremos de vuelta en la campaña electoral! ¡Las noticias falsas solo muestran las encuestas falsas! Mientras, era vitoreado por unos doscientos seguidores que en las últimas horas habían convertido los alrededores del hospital en uno de los encuentros pro Trump que tanto le gustan al mandatario. Banderas MAGA (acrónimo de su frase Make America Great Again -Hagamos América Grande de Nuevo-), amplificadores de música, puestos de venta de productos publicitarios y gritos con su nombre para despedirle.

Y tres horas después de llegar a la Casa Blanca emitía su primer video post-covid desde el Despacho Oval, vestido con traje, y la escenografía propia de la presidencia del país. Asegura que se encuentra mejor que hace 20 años. Pide a los estadounidenses que no tengan miedo al coronavirus y que no dejen que controle sus vidas. "Ahora estoy mejor. Quizás soy inmune, no lo sé..."

Riesgos del tratamiento

Un espectáculo en el que los allí congregados gritaron numerosas veces Dios bendiga a América y U-S-A pero en el que en ningún momento hubo un recordatorio para las más de 200.000 personas que han fallecido ya en Estados Unidos por esta enfermedad y que no han tenido acceso a los tratamientos ni la atención sanitaria a la que ha tenido el mandatario. Una medicación que, de hecho, está siendo cuestionada por algunos profesionales médicos que avisan de que la presión para tratar a ciertos pacientes puede conllevar un riesgo ya que hay muy pocos casos de personas que hayan recibido estos medicamentos, al mismo tiempo, ni estudios al respecto de las posibles consecuencias.

Esto alimenta algunas de las cuestiones que en los últimos días han llamado han estado en boca de todos: ¿cuál ha sido realmente el alcance de la situación de salud del actual mandatario? ¿requería su estado un tratamiento experimental? Su médico personal, el Dr. Sean Conley, dijo el sábado pasado que maximizarían “todos lo aspectos de su atención, atacando el virus con un enfoque múltiple” y señaló que el propio presidente quiso que si había cualquier posibilidad de que un tratamiento acelerara su regreso, “él quería tomarlo”.

Pero tales riesgos sólo se explican si de verdad el presidente ha estado en riesgo, como dijo el sábado Mark Meadows, su jefe de gabinete, disparando todas las alarmas. Aunque las contradicciones entre los doctores que le han tratado en el hospital y algunas de las personas que forman parte del personal de la casa Blanca han sido continuas, lo que ha quedado probado es que Trump sufrió el viernes una rápida bajada de oxígeno en sangre que requirió un suplemento para su estabilización, tuvo fiebre alta en algunas ocasiones y su estado fue preocupante durante dos días.

Reacciones

Aparte de los mentideros políticos y mediáticos, que es donde los rumores se han disparado cada vez que había una declaración contradictoria o se conocía el contagio de alguien del equipo que trabaja con Trump en la Casa Blanca (en total son nueve personas del entorno cercano las que han dado positivo), la expectación ha sido máxima entre la población.

Las reacciones mayoritarias han sido de indignación entre los votantes demócratas por el desprecio con el que Trump ha enfocado la enfermedad desde el principio -burlas incluidas a Biden durante el primer debate por su uso habitual de la mascarilla-, escepticismo entre los que no se creen que el presidente en realidad esté enfermo y una mezcla de preocupación y adoración entre los republicanos más fieles, que han llenado las redes sociales de mensajes y oraciones.

A nivel internacional, si bien numerosos mandatarios publicaron templados mensajes de ánimo y deseos de recuperación, también cundió la alarma tras saberse el diagnóstico y la necesidad de ingreso hospitalario. Y es que Estados Unidos juega un papel de liderazgo en conflictos actuales como los que están teniendo lugar en Siria, Libia o Afganistán, entre otros, y tiene gran peso en ciertos organismos internacionales que se enfrentarían a una alteración del frágil equilibrio geoestratégico si la incertidumbre se alargara.

El mismo Mike Pompeo, secretario de Estado del país norteamericano, siendo consciente de la vulnerabilidad en la que dejan al país la enfermedad y el ingreso hospitalario de su máximo dirigente, se apresuró a despejar dudas. En un mensaje destinado a sus interlocutores extranjeros, el pasado domingo declaró que “Estados Unidos está completamente preparado” para afrontar una situación así, aunque “sabemos que hay actores deshonestos y malignos en el mundo”.

Ahora, la vuelta a la Casa Blanca del presidente abre otro escenario que le permitirá diseñar una nueva estrategia para afrontar el último tramo de la campaña presidencial. La incertidumbre que la pandemia ha creado alrededor de las elecciones ha quedado un poco aparcada con su recuperación, algo que el propio Trump tiene claro y que ha empezado a explotar desde el momento que saldría del hospital: su conocimiento de la enfermedad y su supervivencia a la misma, según publicó el mismo. Algo que en su imaginario solo consiguen los más fuertes.