Desaparecidos

María Piedad García desapareció hace 15 años tras una cena de empresa en Boadilla: su exnovio se suicidó y nunca se encontró el cuerpo

María Piedad desapareció en 2010 tras una cena de empresa en Boadilla
María Piedad desapareció en 2010 tras una cena de empresa en Boadilla. Informativos Telecinco
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La madrugada del 12 de diciembre de 2010, María Piedad García Revuelta, una vecina de Boadilla del Monte, desapareció sin dejar rastro tras asistir a la cena de empresa organizada por el supermercado donde trabajaba. La última persona que la vio con vida fue su exnovio y padre de uno de sus hijos, Javier Sánchez‑Toledo, quien trabajaba en el mismo supermercado y se quitó la vida días después, dejando un misterio que sigue sin resolverse 15 años después. El cuerpo de la mujer nunca apareció y, aunque judicialmente el caso fue archivado, algunas líneas de investigación continúan abiertas.

María Piedad, entonces de 31 años, vivía con su madre y sus dos hijos. Sus amigas siempre la describieron como discreta e introvertida. Llevaba una vida tranquila, hasta que decidió romper con Javier tras una relación complicada y un incidente de violencia doméstica con su hijo mayor. No obstante, mantenía el contacto al trabajar en el mismo establecimiento.

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La cena de empresa de Navidad transcurrió con normalidad, pero todo cambió después. Al acabar, el grupo se desplazó a un karaoke de Boadilla y terminó en un bar de la zona entrada la noche. En ese momento, varios compañeros ya notaron a Javier con una seriedad inusual y le vieron vigilando a su expareja. Todos permanecieron juntos durante la madrugada, hasta que María Piedad decidió irse a casa. Javier se prestó a llevarla y ella accedió, a pesar de las advertencias de su entorno, y fue cuando su pista se esfumó hasta ahora.

Las dudas sobre Javier y la gota de sangre en Villanueva de la Cañada

Javier le escribió un mensaje a una amiga de la joven a las 04:00 horas y le dijo que ya la había dejado en su casa. Pero María Piedad nunca llegó. Y en el coche de Javier se hallaron objetos que despertaron dudas, como ha explicado en 'El Mundo' la abogada de la familia de María Piedad, Iciar Iriondo: se halló una jeringuilla con sus huellas (cuando María Piedad estuvo mareada después de que Javier le diera una copa), un mosquetón con llaves de una persona desconocida y un folio con fotografías sin relación aparente. Además, la alfombrilla del asiento del copiloto, donde se sentó María Piedad, desapareció.

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También hay que destacar que unas botas de tacón que la joven dejó en el coche de Javier, supuestamente tras cambiarse para ir al karaoke, aparecieron con restos de barro de la zona de La Raya del Palancar, en Villanueva de la Cañada, un lugar donde se halló una gota de sangre de María Piedad, el único resto vinculado a la desaparecida. Si se cambió de calzado horas antes para ir más cómoda, antes de querer irse a casa, ¿por qué tenían ese barro de un lugar alejado de su vivienda en Boadilla, a casi 20 kilómetros? ¿Por qué iba a volver a cambiarse de calzado?

Otros puntos que levantan incertidumbre es que las alarmas del supermercado estuvieron desactivadas la noche del 12 de diciembre desde las 00:00 horas hasta que Javier acudió a cambiar unas baldosas (él estaba en la cena de empresa) y que por la mañana se mostró nervioso, ya que se cortó con una radial y tuvo un siniestro vial.

El suicidio de Javier, la búsqueda de María Piedad y la lucha de la familia por la verdad

Tres días después de la desaparición, Javier Sánchez‑Toledo fue hallado muerto por ahorcamiento en un poste de alta tensión en San Lorenzo del Escorial. La familia de la joven considera que las circunstancias de su muerte son extrañas y que, bajo su criterio y el de su equipo legal, no habría que descartar por completo la posible participación de un tercero en el crimen, aunque nunca se pudo probar. El suicidio de Javier cerró la posibilidad de interrogar al principal sospechoso y aumentó la incertidumbre sobre el paradero de María Piedad.

La Guardia Civil realizó batidas y rastreos por montes, ríos y zonas abiertas, apoyadas por unidades caninas, sin resultados concluyentes. Asimismo, se inspeccionaron las instalaciones del supermercado, levantando baldosas y revisando espacios ocultos, ante la sospecha de que allí podría encontrarse el cuerpo, pero las pesquisas no arrojaron evidencia. La familia nunca perdió la esperanza.

Cada año se realizaban actos conmemorativos y concentraciones. La madre, ahora, ha delegado gran parte de la gestión del caso en Icíar Iriondo, quien ha señalado fallos en la instrucción y la falta de algunas diligencias solicitadas, como análisis toxicológicos y periciales más exhaustivas. La abogada, de hecho, lamenta que la jueza instructora no haya mostrado flexibilidad para analizar posibles pruebas. 15 años después, la desaparición de María Piedad García Revuelta sigue siendo uno de los enigmas más persistentes de la Comunidad de Madrid.