Vacaciones

Experiencias rurales que puedes regalar (y vivir): desde recolectar miel hasta dormir en un molino antiguo

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Algunos planes que no son habituales. Bianca Ackermann/ Unsplash
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MadridLas vacaciones tradicionales son estupendas, pasar unos días en el pueblo de donde nuestra familia es originaria ayuda a que conectemos con nuestros orígenes y, en ocasiones, también a que podamos descansar mejor por la noche, porque son zonas donde refresca. Irse a la playa, a extender la toalla y pasea por la orilla es perfecto para quienes busquen relajarse y disfrutar del mar. 

Unos días en la montaña, viajar a alguna capital europea… Son formas de disfrutar de nuestros días de ocio que no tienen nada que envidiar a las experiencias rurales que cada vez están más de moda. Formas completamente distintas de afrontar nuestros días libres, no solo desconectando de la rutina, también saliéndonos de las normas y sumando vivencias que se salen de lo común. 

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Por un breve periodo de tiempo podemos vivir en los zapatos de otro y hacerlo quedándonos con todo lo bueno y evitando lo malo, como el esfuerzo excesivo o la rutina. Porque todo parece mejor durante las vacaciones y estas vivencias no son una excepción. 

Experiencias rurales que puedes regalar y vivir

Esta forma de disfrutar de las vacaciones permite desconectar de la ciudad, pero supone hacerlo mientras nos acercamos a las experiencias típicas del lugar, actividades que en muchas ocasiones forman parte de la rutina laboral de la zona, pero que están planteadas de tal forma que para el visitante es una forma de comprender mejor todo lo que supone llevar la comida a la mesa. 

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Se conocen como experiencias de agroturismo y sucede con quienes buscan ser apicultores por un día, ponerse el traje protector y disfrutar al máximo de esa conexión especial que se siente al recolectar la miel directamente del panal en lugar de ir a la tienda a comprarla. 

Es una experiencia parecida a la que se puede descubrir en alojamientos que cuentan con huerto y granjas propias, haciendo que el visitante pueda descubrir nuevos sabores, pero también la importancia de recolectar las hortalizas en el momento justo. En este tipo de establecimientos también se pueden hacer otras actividades relacionadas con los animales, como recoger huevos o dar de comer a los animales. 

Se puede apostar por alojamientos un poco diferentes, no por las actividades que ofrecen, sino por el alojamiento en sí mismo. Se puede disfrutar de pasar la noche en la copa de un árbol, pero también en un molino antiguo, un castillo, una cueva o directamente bajo el cielo estrellado, aunque dentro de una cúpula transparente, conocidos como hotel burbuja. 

Los más aventureros seguro que agradecen las ofertas que incluyen experiencias deportivas, como las rutas de senderismo, bicicleta, kayak o a caballo, aunque tampoco conviene perder de vista las opciones de enoturismo sostenible, con bodegas con viñedos ecológicos, o disfrutar de la gastronomía, apoyando los locales de la zona y escogiendo aquellos que apuestan por una filosofía de kilómetro cero o escogen productos de proximidad, promoviendo un modelo de consumo más responsable.

Opciones que no solo nos ayudan a desconectar de la ciudad, también a aprender un poco más sobre lo que nos rodea.