“¿Cuánto dura un abrazo?”, el reencuentro de madre e hija en Canarias que “da sentido” al trabajo migratorio

  • Hacía más de dos años que no se veían y la alegría por la supervivencia fue máxima

  • La ruta canaria es una de las más peligrosas, este año ya han muerto más de 1.000 migrantes en sus aguas

  • Lo peor, advierten los expertos, puede estar por llegar porque a partir de otoño se disparan los intentos

¿Cuánto dura un abrazo?, pregunta el periodista Txema Santana y tiene la respuesta: "Miles de kilómetros de distancia, un océano, frío, muchas noches y mucho miedo después, tras mil trabas y dificultades, madre e hija se pudieron encontrar para darse uno de los abrazos más bonitos y deseados que haya podido ver", escribe en su perfil de Twitter junto a la imagen del momento. Un vídeo que suma ya más de cien mil reproducciones.

Tal y como se puede ver en la edición que encabeza esta noticia, la pequeña Yaya se echa a correr en cuanto ve aparecer a su madre en el aeropuerto de Las Palmas, en Gran Canaria. La mujer, MaÏmouna, se derrumba. De religión musulmana, posa su frente en el suelo en señal de agradecimiento y agarra los pies de su hija antes de fundirse con ella, rodeándola con sus brazos. Más de un minuto de intensa alegría y emoción tras toda una travesía por el infierno y un periplo a vida o muerte que comenzó hace más de tres años.

27 horas a bordo de una barca hinchable junto a 60 personas

Yaya es el apodo de la menor. Su verdadero nombre es Djatou. La niña tenía 8 años cuando escapó de Costa de Marfil con su madre. Hoy tiene ya 11. Madre e hija, MaÏmouna y Djatou, emprendieron juntas el viaje, aunque no pudieron cruzar juntas el océano. Llegaron a Marruecos en 2019, pero el pasaje para alcanzar las costas españolas es muy caro, las mafias pueden llegar a cobrar hasta 3.500 euros; así que primero lo hizo el padre, varios años antes, después la madre y por último Yaya, quien se quedó a cargo de una persona de confianza cuando MaÏmouna se fue, en enero de 2021.

Más de un año tardó la familia en reunir el dinero para el pasaje de Djatou. Por fin, el pasado 25 de enero, la pequeña se montó junto a otras 60 personas en una Zodiac en el Aaiún (Sáhara Occidental) y emprendió con solo 10 años el viaje a las Islas Canarias. Estuvo más de un día a bordo. 27 horas de una durísima travesía hasta que fueron rescatados ya de noche. Yaya llegó al puerto de Arguineguín en Gran Canaria, a las 6 de la mañana del 26 de enero, aunque todavía iba tener que esperar casi medio año más para abrazar a su madre. Una vez en tierra, comenzó el periplo burocrático. Un último obstáculo, no tan peligroso, pero que muchas familias no consiguen salvar. Djatou lo hizo gracias a labor de Begoña Barrenengoa, una voluntaria que ayudó en todos los trámites para hacer posible el reencuentro, el pasado 4 de junio.

Las dos caras de la migración

La imagen se ha hecho viral en un momento en el que la migración enseña día sí y día también su peor cara. "No es cuestión de romantizar nada, bien sabemos cuáles son las consecuencias más trágicas de la migración, pero a veces también ocurre esto, una alegría que da sentido al trabajo de mucha gente", cuenta a NIUS Txema Santana, periodista y asesor de migración del Gobierno de Canarias. Yaya y su familia lo han conseguido. Ahora viven en París. Otros muchos pierden su vida por el camino. Se calcula que uno de cada 10.

Una de las últimas víctimas fue un bebé de apenas tres años. Su lancha volcó el domingo antes de ser rescatado cerca de Lanzarote. El pequeño fue trasladado al hospital infantil de Gran Canaria en estado muy grave. Murió dos días después, solo. Su madre sí sobrevivió al naufragio, pero como no tenía papeles, no pudo coger un vuelo para estar con él. Con ellos viajaba una pequeña de 7 años que también está desaparecida. Días antes fue un menor, de 12 años. Niños de los que no transciende ni su nombre, solo el trágico final de su breve historia. Personas que se ahogan en el océano, de las que no hay constancia ni registro y que acabarán siendo olvidadas, constata Txema con la voz quebrada.

2022, un año funesto en la ruta canaria

Según las estimaciones publicadas, más de 10.000 migrantes han llegado este año a las costas canarias y 1.000 han fallecido en esta ruta del Atlántico. Pero lo peor, tal y como explica el experto, puede estar por llegar porque es a partir de otoño, gracias a los vientos más favorables para la navegación, cuando se disparan los intentos de superar una de las rutas más peligrosas de Europa. Ello sumado a la sequía histórica sufrida por Marruecos, puede hacer de este 2022 uno de los años más trágicos, convirtiendo estas islas en cárcel o en tumba de cadáveres amontonados "como si fueran cajas en un contenedor de un puerto global".

Una guerra por la supervivencia

A pesar de la peligrosidad y de la inclemencia de un Atlántico menos benevolente que el Mediterráneo, muchas personas procedentes de países de la África subsahariana prefieren jugársela en el mar y en un momento dado morir ahogados, que hacerlo tras una agonía en el desierto. "Entramos en las semanas clave con un alto índice de mortalidad, con persecuciones en origen, con palos, muertes y amenazas en la valla, con gente abandonada en zonas desérticas y una situación de precios y escasez de recursos cuanto menos compleja", escribe Santana en sus redes sociales.

Los flujos migratorios, explica el periodista, dependen de muchas cosas: los conflictos políticos, la sequía histórica, las hambrunas, las inundaciones, la violencia contra las mujeres, las ablaciones, los matrimonios forzosos, las violaciones... Una guerra con distintas caras que empuja a las personas a huir de sus países aunque ello les cueste la vida. Luego son las mafias, las políticas migratorias y las relaciones internacionales las que marcan cuál es la vía de escape elegida en función de una mayor o menor vigilancia y contención en el puerto de salida; porque los flujos migratorios también se utilizan como arma de presión política entre países. Solo hace falta ver el ejemplo de Marruecos.

500 millones más para reforzar las fronteras marroquíes

La Unión Europea va a aumentar hasta los 500 millones de euros la cooperación en materia de migración con el Gobierno marroquí hasta 2027, según informó el miércoles Europa Press. El objetivo: asegurar la gestión de las fronteras, sabiendo que Marruecos se ha convertido en uno de los actores clave para frenar el paso de la migración ilegal a Europa.

Si la ruta marroquí se complica y la sequía es histórica, los migrantes lo van a intentar por la ruta sahariana, explica a NIUS Begoña Barrenengoa, artífice del abrazo de Yaya y su madre. Hace ya dos décadas que la educadora social ayuda a las personas migrantes con el complicado proceso burocrático. Trámites que no son fáciles ni para los propios funcionarios ya que la mayoría no sabe francés. Hay falta de traductores y personas, como la madre de Yaya, que son analfabetas, no saben ni leer ni escribir. Fue Begoña, que sí habla francés, quien de forma voluntaria ayudó a reunir todos los papeles y las pruebas necesarias para acreditar que MaÏmouna era la madre de la niña, de forma que pudiera volar de París a Gran Canaria para recoger a su hija.

"Rayos de sol en un mar de angustia y desesperación"

Un periplo muy complicado, teniendo en cuenta que, en muchos casos, son personas que no están regularizadas todavía. De hecho, no siempre se consigue, lamenta Begoña. Hay niños que directamente no son reclamados por sus padres, porque han perdido el contacto o porque estos han muerto. Menores marcados por verdaderas tragedias en los países natales y en sus caminos de huida, y que terminan siendo dados en acogida o en adopción.

Historias "terribles" aunque, tal y como concluye Txema Santana, "en esta frontera donde mece el mar de las muertes, donde se viven momentos de angustia y desesperación, también hay rayos de sol que cuando salen entran hasta el fondo. Alegrías expresadas por la supervivencia, los reencuentros, sueños de futuro. Eso también pasa aquí". Alegrías que sirven de impulso y dan sentido a personas como Begoña. La mujer tiene 74 años, lleva más de 20 trabajando como voluntaria y lo va a seguir haciendo porque, asegura, "devolver a la vida tu tiempo y tu conocimiento da sentido a tu existencia, y cuando se está en activo no se tienen años, sino vida".