Estamos mal, muy mal. Cuando alguien paga 40, 50 y hasta 200 euros por montajes fotográficos para simular en redes sociales que han tenido un viaje al paraíso, cuando no tienen ni para ir una semana a la playa, es que tenemos un problema social. Lo aseguran los psicólogos. "La gente que tiene esa necesidad de mostrar lo que no es en redes sociales tiene una carencia de autoestima, un vacío, pueden tener una depresión o simplemente un malestar psicológico y esto lo potencia", así nos lo cuenta Marc Masip, CEO de Desconect@, un centro de ayuda a jóvenes con adicción al móvil, con sedes en Madrid y Barcelona.
En Desconect@ hacen talleres, terapia individual y dan clase a los chicos que han sufrido problemas psicológicos por su enganche a las redes sociales: anorexia, depresión, fracaso escolar o intentos autolíticos. Una de ellas afirma que es 'influencer' y que venir a los talleres la ayuda. Otra chica confiesa que ya no está "tan deprimida". Anna Hernández, psicóloga del centro explica que "no es tanto desconectarlos sino darles herramientas para ver cuándo están en una situación límite".
Al margen de adicciones que conllevan ya efectos psicológicos graves, el enganche social mayoritario al postureo es preocupante. Viajamos enganchados al móvil para hacer fotografías de todo: monumentos, restaurantes, visitas al museo, playas, miradores y hasta las sesiones de gimnasio.
"La típica postura que se me note un poco más el bíceps, aprieto de aquí", admiten varios hombres tras su sesión de crossfit, convenientemente fotografiada. Subir fotos del gym es tendencia en redes sociales.
Las fans del postureo confiesan subir cada día decenas de fotos para lograr 'likes' y aumentar sus seguidores. "Es que las miro antes y después de subirlas, estoy obsesionada conmigo misma", admite otra chica que se fija un montón en los 'likes'.
Casi 41 millones de españoles son ya usuarios activos de las redes sociales, el 85 por ciento de la población y pasamos frente a las redes más de cinco horas y media al día.
La reflexión de Marc Masip no puede ser más oportuna: "Las redes no entienden de edades ni de sexo. Nosotros tenemos una vida, en la red social aumentamos lo que mostramos. La diferencia entre mi vida real y la virtual genera un espacio entre ambas que es la frustración. Una frustración que tiene dos amigas: la depresión y la adicción".
"En Desconect@ nos funciona muy bien eliminar las redes sociales de forma definitiva o incluso el móvil por un tiempo. Eso nos permite ir a la raíz del problema y reeducar", apunta Masip. A todos nos vendría bien un poco de desconexión.