Contaminación

Aumentan a 3.000 los bidones radiactivos hallados frente a la costa gallega

Acción de Greenpeace contra residuos nucleares en 1982
Acción de Greenpeace contra residuos nucleares en 1982. Archivo Greenpeace
  • Greenpeace calcula que unos 220.000 barriles fueron arrojados en esta zona situada a unos 700 kilómetros de las costas gallegas

  • El robot submarino UlyX ha cartografiado 140 km² en busca de residuos radiactivos en la Fosa Atlántica

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La sospecha sobre la posibilidad de encontrar bidones radiactivos cerca de las costas gallegas ya es toda una evidencia. Un número de bidones que no para de aumentar: ya son 3.000 los localizados por la expedición científica francesa, liderada por el Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), que se encuentra desarrollando una importante misión en las profundidades del océano Atlántico frente a las costas de Galicia

El objetivo principal de esta campaña oceanográfica es evaluar el estado actual de la Fosa Atlántica, una zona donde durante décadas se vertieron residuos radiactivos procedentes de varios países europeos.

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El equipo de investigación trabaja a bordo del buque oceanográfico L’Atalante, y una de sus principales herramientas tecnológicas es el robot submarino UlyX, un dispositivo de exploración de última generación diseñado para operar en grandes profundidades. A lo largo de 15 inmersiones, este vehículo no tripulado ha logrado cartografiar una superficie submarina de aproximadamente 140 kilómetros cuadrados gracias al uso de tecnología de sonar de alta precisión.

Durante estas inmersiones, los científicos han identificado más de 3.000 bidones que contienen residuos radiactivos en el fondo marino, tal y como nos ha confirmado Javier Escartín, el geólogo que viaja en el buque francés. Esta cifra, aunque alarmante, representa solo una pequeña parte del total estimado. La organización ecologista Greenpeace calcula que unos 220.000 barriles fueron arrojados en esta zona, situada a unos 700 kilómetros de las costas gallegas, lo que la convertiría en el área con la mayor concentración de residuos radiactivos del planeta.

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Además del mapeo con sónar, el equipo ha realizado extracciones de sedimentos en 26 ubicaciones distintas, con el fin de analizar los niveles de contaminación en el lecho marino. En el transcurso de estas exploraciones también se han encontrado ocho trampas utilizadas para la captura de peces, lo que podría indicar actividad humana en la zona incluso después de los vertidos.

Contexto histórico: décadas de vertidos radiactivos

Entre los años 1940 y 1980, barcos de países como Países Bajos, Bélgica y Reino Unido utilizaron esta parte del Atlántico, en aguas internacionales, como vertedero de desechos nucleares. Estos residuos, en su mayoría de baja y media intensidad, eran almacenados en bidones metálicos y arrojados directamente al mar, una práctica que en su momento fue legal, pero que hoy genera serias preocupaciones ambientales.

Uno de los episodios más recordados en la lucha contra estos vertidos tuvo lugar en 1982, cuando el barco ecologista 'Sirius' de Greenpeace, acompañado por embarcaciones gallegas, confrontó directamente a buques holandeses para impedir nuevos vertidos. Las imágenes de esa acción se difundieron a nivel mundial y provocaron un fuerte rechazo internacional. Poco después, el gobierno de los Países Bajos se vio obligado a suspender definitivamente las descargas nucleares al océano.

Este cambio de rumbo culminó en 1992 con la firma del Convenio OSPAR (para la protección del medio ambiente marino del Atlántico nordeste), que prohibió expresamente el vertido al mar de residuos nucleares de baja y media actividad. En 1993, un año después, se reforzó esta normativa a nivel global con la firma del Convenio de Londres, auspiciado por la Organización Marítima Internacional, que vetó por completo cualquier tipo de vertido radiactivo en el mar.

Situación actual: sin niveles preocupantes en la costa, pero bajo vigilancia

A pesar de la magnitud del hallazgo, las autoridades españolas han asegurado que no se han detectado niveles significativos de radiactividad ni en las costas gallegas ni en las aguas del mar Cantábrico. Así lo comunicó a finales de junio el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), el organismo encargado de supervisar este tipo de riesgos.

Por su parte, la Xunta de Galicia ha solicitado al Gobierno central información detallada sobre los resultados de esta investigación francesa. Mientras tanto, el delegado del Gobierno en Galicia, Pedro Blanco, ha explicado que existe una comunicación continua con los responsables de la expedición científica, y que se está trabajando en buscar una solución a largo plazo para gestionar adecuadamente estos residuos, al tiempo que se compromete a compartir los hallazgos con las comunidades autónomas implicadas.

Un legado tóxico que vuelve al presente

Esta misión submarina no es la primera que inspecciona la Fosa Atlántica. En 1983, el área ya fue explorada mediante un submarino francés controlado a distancia, llamado 'Epaulard', aunque los medios técnicos de la época eran mucho más limitados. La tecnología actual permite ahora obtener imágenes detalladas del fondo oceánico y realizar análisis precisos de los sedimentos, facilitando una evaluación más completa de la magnitud del problema.

El trabajo del robot UlyX y del equipo científico francés es, por tanto, clave para actualizar la información sobre uno de los pasivos medioambientales más peligrosos de Europa. Sus descubrimientos abren de nuevo el debate sobre la herencia del uso de la energía nuclear en el siglo XX y la necesidad urgente de políticas internacionales efectivas para el seguimiento y la recuperación de zonas afectadas por contaminación radiactiva.