Cuatro jóvenes de la generación Z descubren cómo es vivir sin móvil: "Es agradable no tener que sacarlo del bolsillo"
La desconexión digital y el choque cultural con ciertos conceptos de los 70 ha sorprendido a los cuatro concursantes
La desconexión digital, una vía de escape a la dependencia del móvil
La necesidad de una desconexión móvil evoluciona desde ser una tendencia a convertirse en un necesidad. Las generaciones nacidas a partir de la década de los 80 son las más enganchadas a los dispositivos inteligentes, desde que en 1984 Motorola puso en el mercado el primer teléfono móvil. Su evolución, la preponderancia de las pantallas y las redes sociales están llevando a muchas personas a plantearse un cambio. En esa dirección ha ido la propuesta del museo al aire libre Den Gamle By, en Aarhus, Dinamarca, al encerrar a cuatro jóvenes voluntarios en una villa que recrea la década de los 70, para lo bueno y para lo malo.
Cuatro días sin Internet, móviles ni redes sociales
Los seleccionados, Frederik Meyer Gaardbo Hansen, Mathilde Vestergaard Johansen, Ida-Bella Bach Greve y Kasper Christoffersen, superaron una criba en la que participaron otros 200 aspirantes. La propuesta de Den Gamle By consistía en una experiencia de cuatro días en el museo al aire libre en el que se recreaba la vida en la década de 1970.
Los seleccionados entraron en esta burbuja del tiempo el jueves 11 de septiembre y volvieron al mundo moderno el domingo 14. En estos cuatro días, Frederik, Mathilde, Ida-Bella y Kasper, experimentaron en primera persona cómo era ser joven en los años 70, en un entorno que reproduce fielmente la época, desde la decoración hasta la gastronomía y las actividades cotidianas, pasando por la ausencia total de pantallas, redes sociales y telefonía móvil.
Los organizadores de esta experiencia buscaban trasladar la necesidad de que la juventud comprenda mejor la vida de sus abuelos y padres, y que puedan desconectar del presente, especialmente de la omnipresencia de la tecnología móvil. Uno de ellos, un asombrado Frederik reconocía a la web danesa 'Stiften', tras las primeras 24 horas que "me gustaría intentar vivir y ser como en aquella época".
El valor de la desconexión digital
Y es que uno de los aspectos que más ha llamado la atención a los jóvenes es la desconexión digital. En el aérea del museo en el que han vivido como en los 70 no han tenido acceso a teléfonos móviles, lo que para ellos ha sido un descanso voluntario y muy valorado. Mathilde reconoce que "esa es probablemente la parte más importante y algo que también estaba esperando con ilusión".
Otro de los participantes, Kasper añade que "para mí, se trata tanto de experimentar el tiempo y la cultura, como de desconectar de las pantallas. Ya lo he intentado antes, pero es un poco difícil en una sociedad donde todos dependen de sus teléfonos. Pero aquí, todos estamos juntos, y se siente muy natural".
La ausencia del móvil también ha permitido que los jóvenes interactúen más entre ellos y disfruten de actividades tradicionales como leer revistas o jugar por las tardes. Frederik señala que "el móvil a veces puede ser un poco controlador. Aquí puedes intentar un poco y conocer a otros sin él. Pensé que también podría resultar muy emocionante".
Además del reto de vivir sin tecnología, los jóvenes han experimentado el cambio de ritmo de vida. En sus primeras 24 horas, coincidieron en que "aquí las cosas no van tan rápido" y que "hay que bajar el ritmo". Mathilde añade que "no sientes que tienes que rellenar cada espacio vacío con el móvil. De hecho, es agradable no tener que sacarlo del bolsillo por instinto".
El choque generacional con conceptos del pasado
Ida-Bella también ha notado que esta pausa tecnológica les ha permitido dedicarse a otras actividades: "Anoche leí un poemario y empecé un libro, no creo que lo hubiera hecho si estuviera en casa".
Durante su estancia, los jóvenes han participado en actividades típicas de los años 70, como la confección de alfombras de trapo, el remiendo de ropa y la conducción de bicicletas clásicas como el Puch Maxi, que Kasper describe como "muy divertido".
También han tenido la oportunidad de conocer la gastronomía de la época, preparando una cena de celebración con platos de 1972, que aunque sencillos, les han ofrecido una experiencia inolvidable.
La experiencia ha sido también una oportunidad para reflexionar sobre los cambios sociales y culturales. Mathilde señala que algunos contenidos de la época, como un libro escolar que describía a un abusador de menores como "un hombre que echaba de menos a alguien a quien amar", serían impensables hoy en día.