Laura Luelmo: la artista y profesora zamorana cuyo talento y vida truncó un vecino criminal en El Campillo
El crimen de Laura Luelmo consternó a España en diciembre de 2018: la joven era una prometedora artista que dominaba diversas técnicas
Bernardo Montoya, el hombre que asesinó a Laura Luelmo y abandonó su cuerpo aún con vida en un paraje de Huelva
Laura Luelmo, la profesora zamorana de 26 años asesinada por Bernardo Montoya, llegó a la localidad de El Campillo (Huelva) en diciembre de 2018 con ilusión, lista para comenzar una nueva etapa como docente en el IES Vázquez Díaz de Nerva. Apenas habían pasado unos días desde su llegada cuando desapareció. Su búsqueda dio la vuelta al país y toda España se vio consternada tras descubrirse poco después que había sido víctima de un crimen. La investigación reveló la brutalidad de Bernardo Montoya, su vecino, un hombre con antecedentes por delitos violentos, que la había abordado, agredido sexualmente y asesinado. La tragedia ocurrida hace justo siete años sacudió a la comunidad, poniendo fin a una vida prometedora y a una carrera recién iniciada.
Porque Laura no era solo víctima de un crimen atroz: era una artista con una mirada única, una creadora cuya obra todavía puede visitarse en línea (lauraluelmo.com), donde se conservan pinturas, dibujos, grabados, fotografías y diseños que reflejan sensibilidad, experimentación y una curiosidad insaciable. Sus trabajos combinaban paisajes urbanos y rurales, retratos y figuras humanas, siempre con atención a la luz, el color y la textura, y con un constante deseo de explorar nuevos límites estéticos. Desde niña mostró talento, prueba de ello es un dibujo infantil que captó la magia de la Navidad, con la familia abriendo regalos junto al árbol, conservado en su web y especialmente emotivo durante estas fechas.
El contraste entre su vida truncada y el legado artístico que dejó es lo que hace que la historia de Laura Luelmo sea al mismo tiempo conmovedora y sobrecogedora. Su creatividad, tan viva en sus obras, sirve hoy de puente entre la memoria de quien fue y la brutalidad de lo que le arrebató la violencia.
Formación y experiencia personal de Laura Luelmo
Laura Luelmo Hernández nació el 16 de septiembre de 1992 en Zamora, donde desde niña mostró una pasión insaciable por el dibujo y la pintura. Estudió en el colegio Sagrado Corazón de Jesús y continuó su formación artística en el Bachillerato de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Zamora, explorando materiales, técnicas y texturas que definirían su obra posterior. Su creatividad se mezclaba con una curiosidad genuina, y sus primeros trabajos ya mostraban interés por la figura humana, el paisaje y la composición.
En 2010 ingresó en el Grado de Bellas Artes en la Universidad de Salamanca, donde desarrolló habilidades en pintura, dibujo, grabado y fotografía. Durante el curso 2013-2014 amplió su mirada artística con un intercambio académico en la Universidad de las Américas Puebla, en México, participando en exposiciones colectivas e individuales que la conectaron con corrientes culturales distintas y enriquecieron su estilo visual.
Tras licenciarse, Laura continuó su formación con un Máster en Profesorado en la Universidad de Valencia, especializándose en dibujo, un Máster en Diseño por la Universidad Complutense de Madrid y un título de Experto en Competencias Lingüísticas por la Universidad Miguel Hernández de Elche. Esta combinación de formación artística, pedagógica y técnica la convirtió en una profesional versátil, capaz de combinar creatividad y enseñanza, y preparada para trasladar su pasión por el arte a sus alumnos.
Legado artístico: pinturas, obras en papel, diseño y fotografía
La obra de Laura Luelmo se caracteriza por la exploración constante y la experimentación con múltiples técnicas y materiales. En pintura y trabajos sobre papel, combinaba veladuras ligeras, pinceladas a la prima y el uso de arenas, yesos, cartones o papeles de periódico para generar texturas y efectos sensoriales que atrapaban la mirada del espectador. Sus paisajes urbanos y rurales, retratos y figuras humanas reflejan un interés profundo por la luz, las proporciones y la interacción entre primer plano y conjunto, así como por la abstracción y el expresionismo, dejando entrever su amplio bagaje cultural y sus múltiples influencias artísticas.
En fotografía, Laura trabajó con composiciones semitransparentes, tiempos de obturación variables y distintos puntos de vista, buscando capturar movimiento, profundidad y contrastes de luces y sombras. También incorporó collage y elementos de prensa en varias piezas, creando dos planos diferenciados que invitaban al espectador a acercarse a los detalles o alejarse para apreciar la totalidad de la obra. Su curiosidad la llevó a experimentar con perspectivas, enfoques y materiales hasta lograr resultados que combinaban técnica, sensibilidad y una mirada personal que se percibe tanto en paisajes internacionales como en la figura humana interracial. Su interés por la interacción y la participación del público estaba presente en cada obra, transformando la contemplación en una experiencia dinámica.
Además, Laura exploró el diseño urbano, la ilustración y la publicidad como extensión de su vocación artística y social. Entre sus proyectos destacó “Re-conoce Zamora”, una propuesta para renovar el Mirador del Troncoso con vegetación, equipamiento y un espectáculo de luces que convertía el espacio en un lugar interactivo y accesible para todos. Su último proyecto, inacabado por su muerte, se centraba en los musgos y líquenes de los Arribes del Duero, recopilando documentación gráfica de la frontera entre Zamora y Salamanca con Portugal. En conjunto, su legado refleja una artista que combinaba sensibilidad, técnica y creatividad, capaz de transformar materiales, espacios y emociones en experiencias visuales memorables.
Testimonios: quien la conoció recuerda a alguien especial
“Laura rebosaba color. Me fascinaba ver cómo pintaba. Aprendí muchísimo de ella y con ella durante esas horas de creación, llenas de risas y de una fascinación compartida por el arte. Fue una creadora incansable que afrontó cada reto artístico con una determinación y una positividad contagiosas”, recuerda I. De Arriba Matas, de la Universidad de Salamanca, evocando la alegría que Laura transmitía mientras transformaba simples materiales en mundos visuales llenos de vida.
Eva Cuesta Requena, de la UPV, resalta la intensidad de su legado: “La obra de Laura Luelmo se caracteriza por una exquisita sensibilidad y expresividad que reflejan la personalidad de la artista”. Cada trazo, cada composición, contaba algo de ella misma, su mirada atenta y su capacidad de emocionarse con la luz, los contrastes y las formas. Para SG Angulo Aguirre, de la UDLAP, Laura era más que técnica: “Las cualidades académicas y personales de Laura, su actitud positiva y su capacidad para trabajar de forma independiente la convierten en una gran artista”. Sus palabras subrayan la fuerza de su carácter y la pasión que imprimía en todo lo que hacía.
Sus compañeros también recuerdan la ética y humanidad que acompañaban a su talento. “Como persona, era muy sensible y seria, con una ética moral y profesional impecable”, dice JM Bada Dosal, de la UDLAP, mientras que I. Moreno Guzmán añade: “Laura demostró su gran ética de trabajo, dedicación y calidad, además de ser una persona íntegra, respetuosa del tiempo y del nivel de trabajo requerido”. A. Alonso Sanz, de la UV, lo sintetiza con admiración: “Una mujer valiente, dispuesta a perseguir sus sueños, capaz de viajar a cualquier lugar del planeta para dedicarse a lo que quería: el arte y la educación artística”. Entre estas palabras se percibe no solo la profesionalidad de Laura, sino también la calidez de su presencia y la inspiración que dejaba en todos quienes compartieron con ella experiencias de creación y aprendizaje.
Crimen: la tragedia en El Campillo
Apenas llevaba cuatro días instalada en El Campillo cuando, el 12 de diciembre de 2018, Laura salió a hacer la compra a un supermercado cercano y no regresó. Antes de su desaparición, había comentado a su novio que Bernardo Montoya, su vecino de 50 años con un largo historial de delitos violentos -incluido el asesinato de una anciana y varias agresiones previas a mujeres-, la miraba de manera constante desde la puerta de su vivienda, generándole inquietud; no tenían relación alguna. La alarma tras perderse su rastro activó una intensa búsqueda que movilizó a voluntarios, Guardia Civil, perros y helicópteros durante días, alcanzando su punto álgido el 15 de diciembre con una gran batida por toda la zona.
Cinco días después, el 17 de diciembre, un voluntario encontró su cuerpo oculto entre matorrales a varios kilómetros de su domicilio, semidesnudo y con signos de violencia extrema. La autopsia confirmó traumatismo craneoencefálico, múltiples golpes y agresión sexual. La investigación y la reconstrucción judicial concluyeron que Montoya forzó a Laura a entrar en su vivienda, la agredió sexualmente, la golpeó y finalmente la mató, trasladando después su cuerpo hasta el lugar donde fue hallado. Montoya fue detenido y condenado a prisión permanente revisable por asesinato con agravantes, agresión sexual y detención ilegal.
El brutal crimen conmocionó a toda España, mostrando la vulnerabilidad de una joven docente que se había desplazado 600 kilómetros para seguir su vocación y que murió a manos de un agresor reincidente. La historia de Laura se convirtió en símbolo de la violencia machista y en un recordatorio de la necesidad de proteger a las mujeres y de visibilizar la amenaza que representan los agresores con antecedentes violentos, así como la urgencia de concienciación social frente a estas tragedias.