Muere Juan Ignacio Blanco, el periodista que alentó las teorías conspiratorias del crimen de Alcàsser

  • Tras el hallazgo de huesos humanos en la fosa donde enterraron a las niñas

Juan Ignacio Blanco, para muchos el hombre que más sabe del crimen de las niñas de Alcàsser, ha fallecido. Su muerte coincide con la vuelta a la actualidad del caso debido a un documental sobre los asesinatos de Mirian, Toñi y Desirée y porque justo ayer conocimos que acaban de encontrar huesos humanos en la fosa donde enterraron a las tres chicas.

Juan Ignacio Blanco, fallecido en Madrid tras una larga enfermedad, según ha contado en Facebook el criminólogo Carlos G. Barret. Blanco, periodista y criminólogo, fue una de las personas que más investigó sobre el crimen de las niñas de Alcàsser. De la mano del padre de una de ellas, Fernando García, defendió las teorías conspirativas, aquellas que apuntaban a que, además de Antonio Anglés y Miguel Ricart había más personas implicadas, todas con mucho poder e influencia.

Casualidades de la vida. La muerte de Blanco ha coincidido con el hallazgo en la fosa donde enterraron a Mirian, Toñi y Desirée de varios huesos humanos. Tanto el prestigioso antropólogo forense, Francisco Etxeberria, que resolvió el caso de los niños de Córdoba, como el forense del Instituto de Medicina Legal de Valencia, sostienen que los cuatro pequeños restos óseos hallados por un ciudadano anónimo son huesos que pertenecieron a una persona y que probablemente sean falanges de una mano. El forense del caso no ha podido determinar la edad y sexo de la persona por el tiempo que ha pasado –las niñas fueron asesinadas en 1992-. Sería necesaria una prueba de ADN que debe autorizar el juzgad.

Casualidades de la vida. Todos estos hechos que rodean al caso de las niñas de Alcàsser han coincidido con la emisión de un documental del crimen, en el que precisamente el investigador tiene un papel fundamental.

El crimen de Alcàsser conmocionó al país

Casualidades de la vida. Todos estos hechos que rodean al caso de las niñas de Alcàsser han coincidido con la emisión de un documental del crimen, en el que precisamente Blanco tiene un papel fundamental.

A Mirian, Toñi y Desirrée, de 14 y 15 años, las secuestraron, violaron, torturaron y asesinaron en 1992 cuando volvían a su casa haciendo autostop de una fiesta en una discoteca. Sus cuerpos fueron hallados 75 días después, ya en enero de 1993, por dos apicultores semienterrados cerca del pantano de Tous, en la Comunidad valenciana.

Cuando la sociedad conoció las vejaciones a las que las niñas fueron sometidas, la opinión pública quedó conmocionada.

Antonio Anglés y Miguel Ricart fueron considerados los únicos culpables. El primero fue considerado el autor material pero huyó y sigue desaparecido casi 30 años después. El segundo fue juzgado y condenado a 170 años de prisión en un juicio muy mediatizado. Solo cumplió 21 años de cárcel.

Las familias de las niñas siempre fueron muy críticas con la investigación. Especialmente el padre de una de ellas Fernando García, que siguió buscando respuestas por su cuenta, apoyados por forenses y criminólogos. Entre ellos, el periodista Juan Ignacio Blanco, ahora fallecido.

Las teorías conspiratorias de Blanco

García y Blanco elaboraron la teoría de la conspiración sin demasiadas pruebas sobre el terrible crimen que difundieron por distintos medios de comunicación. Según ellos, Anglés y Ricart no eran más que dos delincuentes comunes que pagaron con creces. Defendían que trabajaron para una organización, que dirigían personas poderosas e influyentes, que hacía y distribuía vídeos snuff. Esta versión mantiene que Ricart se limitó a deshacerse de los cuerpos y que Ánglés las mató.

Sotenían que Anglés no estaba huido, sino muerto. Lo habrían asesinado para que no contara nada sobre los verdaderos implicados. Esta versión, que divulgaron sin demasiadas pruebas, les costó una condena judicial por calumnias.

Más tarde, volvieron a criticar en los medios de comunicación la labor de guardias civiles, Fiscalías y demás partes del caso, por lo que consideraron un trabajo mal hecho, a veces, intencionadamente, y por dejación de funciones.

Fernando García fue condenado a pagar indemnizaciones de 270.000 euros y una multa con 14.760 euros por un delito continuado de injurias graves con publicidad. Juan Ignacio Blanco fue condenado a dos años de prisión y al pago de indemnizaciones por valor de 260.000 euros. Blanco siguió con sus teorías conspiratorias a pesar de las condenas. Esta vez señaló que las autopsias no fueron correctas y volvió a ser multado por un delito de calumnias.