Los testigos del caso Julen siguen desfilando por los juzgados. Hoy ha comparecido ante la jueza el ingeniero coordinador del operativo, Ángel García Vidal, que no se movió del cerro de Totalán hasta que sacaron el cuerpo de Julen.
El representante del colegio de ingenieros de Málaga además de dirigir el operativo, fue quien a diario explicó a los medios qué decisiones se iban tomando y porqué. Le prometió a los padres que no se daría por vencido y sacaría de allí al niño.
Ayer fue el turno de Antonio Sánchez, el pocero. Al salir del juzgado se mostró tranquilo y satisfecho de su declaración, que nada tiene que ver con la del dueño de la finca, David Serrano, único imputado.
“Yo he contado lo que ya dije”. Fue lo que afirmó el pocero a los medios. “Eché la tierra que había sacado y lo tapé con una piedra de unos 15 kilos”, añadió. Sin embargo, Antonio Sánchez no lo selló igual que un segundo pozo que también hizo en la finca de Totalán y donde sí encontró agua.
La defensa del dueño de la finca se ha agarrado a ese matiz pero lo cierto es que la ley no obliga al pocero a sellar los agujeros secos de pequeño tamaño. Basta con rellenarlos de nuevo y ponerle una piedra.
El ayudante del pocero, que también pasó ante la jueza, ha explicado que no vio la piedra porque en ese momento él estaba retirando unas tuberías, aunque ha defendido el trabajo de Antonio Sánchez.
La clave está en el maquinista que un mes después hizo una obra en el terreno por encargo de David Serrano. No vio la piedra de 15 kilos pero él rebajó con su pala 40 cm el terreno para hacer una zanja y pudo retirarla sin querer.
Después vio al dueño de la finca taparlo empujando unas pizarras con el pie. El dueño es por ley el responsable de que el agujero no quede abierto y por eso de momento es el único imputado por el homicidio imprudente.