Una mujer denuncia una agresión tránsfoba de sus vecinos en Barcelona: "Ya no me siento segura ni en casa"

  • "Pensaba que me iba a morir porque no solo me pegaban puñetazos, sino que me pisaban la cabeza", lamenta esta barcelonesa de 31 años

  • Los vecinos de su comunidad intolerante e incívica también atacaron a Julia, su pareja; ambas sufren traumatismos, contusiones y edemas

  • Llevan tres días sin comer ni dormir, sufriendo "terror" en su piso y critican el odio que sufre el colectivo LGTBI: "Esto no es solo transfobia, somos humanas"

11 de enero, 19:30h. Mina y Julia llegaron a su piso en Barcelona y, para su sorpresa, no tenían luz. Mina, de 31 años, acudió al cuadro de contadores para buscar una explicación a por qué las bombillas de casa no se encendían al pulsar sus respectivos interruptores. Fue entonces cuando un vecino la asaltó y la apaleó; a él, se le sumaron tres más. Julia, de 29 años, también fue atacada.

La agresión fue motivada por el odio a personas no heterosexuales o con una identidad de género que no corresponde con su sexo biológico: Mina es transexual y Julia, su pareja. El ataque ha aparecido en los medios, aumentando el historial de las agresiones LGTBIfóbicas registradas en la ciudad condal que despierta las alarmas de entidades y autoridades.

Mina y Julia atienden a NIUS, a pesar de las evidentes dificultades emocionales, para lamentar el odio que sufre el colectivo LGTBI, un odio que ha traspasado todos los límites y que ahora lo padecen en su propia casa.

Pregunta: Fuiste a comprobar por qué no teníais luz en casa y se desencadenó el ataque ¿Qué pasó?

Mina: Volvimos del centro, abrimos la puerta y no había luz en casa, pero sí en el pasillo. No entendía qué pasaba. Fui a los contadores y salió un vecino gritándome que me apartara de allí, que me iba a inflar a hostias, que soy un maricón y que me fuera a casa. Intentó tirarme de la silla en la que estaba subida y me caí, pero mantuve el equilibrio y por suerte no caí a plomo. Quise huir escaleras abajo y me empezó a pegar tortas, collejones, empujones, hostias… Me caí por las escaleras, me incorporé como pude y salieron tres inquilinos más del mismo piso que se abalanzaron sobre mí.

P.: Y tu pareja, ¿dónde estaba?

Mina: En casa, intentando averiguar por qué no teníamos luz, pero con todo el follón que había, salió y se interpuso entre mí y los otros cuatro, tres hombres y una mujer. Nos caímos y seguimos recibiendo puñetazos, patadas... de todo.

P.: ¿Llegaste a temer por tu vida?

Mina: Fue horrible, yo estaba perdiendo la conciencia, pensaba que me iba a morir porque no es que me pegaran solo puñetazos, sino que a mí me pisaban la cabeza. Iban a matarnos y lo iban a hacer allí en el rellano de nuestra propia casa. Lo mío no es justificable ni comprensible, pero lo puedo llegar a asociar: no les caigo bien porque soy diferente a ellos, pero ¿una mujer que gritaba piedad, que por favor dejaran de apalizarnos? Pues no paraban, ella estaba en medio y también le estaban pegando de hostias.

No solo me pegaban puñetazos, sino que me pisaban la cabeza. Iban a matarnos y lo iban a hacer allí en el rellano de nuestra propia casa - Mina

Julia: Se le tiraron encima y cada vez que le daban un golpe lo hacían con tanta rabia que, si le pudieran haber vomitado, lo hubieran hecho del asco que les da mi pareja... Lo que hice de forma instintiva fue tirarme encima de Mina como pude para cubrirle la cabeza y que dejaran de pisarle la cara, pero no pararon.

P: ¿Cómo conseguisteis llamar a la policía?

Mina: Cuando todo se calmó un poco, aunque nos seguían amenazando y gritando. Ellos se fueron corriendo para su casa, yo atendí a la policía y luego bajaron los cuatro en tropel, dos de ellos con camisetas rotas y uno de ellos alegando que tuvo una discusión conmigo, que se dio la vuelta y que le di una patada. ¿Pero cómo pueden alegar esa versión ni ninguna otra si nos pegaron una paliza así entre cuatro personas?

P: La brutalidad de la agresión es evidente tan solo echando un vistazo a las imágenes... ¿Qué lesiones sufrís?

Mina: Vino la ambulancia y, allí, creía que tenía la nariz rota. Vieron cómo el puente se me desplazaba, pero ya en el Hospital Vall d'Hebron vieron que no lo tenía hundido... Sufrimos traumatismos, contusiones en la región facial, un edema facial difuso... Tenemos golpes que no se están yendo con el paracetamol. En tres días no hemos dormido nada, todavía estamos doloridas y con un pánico terrible.

P: El daño no es solo físico...

Julia: Llevamos tres días sin comer. Cuando llega la hora de comer, nos miramos y nos preguntamos: ¿tienes hambre? Nos decimos que no, nos hacemos una infusión y nos vamos a dormir. Porque lo único que nos apetece es eso y, cuando vamos a hacerlo, tampoco dormimos. No descansamos porque no estamos tranquilas. Estamos viviendo la misma película cada día, no puedo mirar a mi pareja a la cara porque me viene a la mente cómo le rompían la cara. Cada vez que paso por el rellano para ir entrar a casa empiezo a tener ansiedad, estoy muy mal.

Cuando llega la hora de comer, nos miramos y nos preguntamos: ¿tienes hambre? Nos decimos que no, nos hacemos una infusión y nos vamos a dormir, pero tampoco lo conseguimos - Julia

Mina: Es horrible, se escapa de la realidad, jamás he vivido algo así, un terror así. Por mucho que me rompan la nariz, eso no me hace daño, sino que voy a acabar enferma, siento que algún día me voy a morir por los vuelcos que me da el corazón. Estoy desconfigurada por dentro, con ansiedad, estresada, aterrorizada...

P: ¿Cómo son vuestros vecinos? ¿Habían tenido problemas con vosotras anteriormente?

Mina: Llevamos un año diciendo "estamos aquí de forma provisional porque el piso esta deteriorado y estamos aquí por necesidad. Y en todo este tiempo hemos vivido coaccionadas y con miedo: en este bloque ponen la música a tope, hay gritos, huele a marihuana, hacen obras sin licencia, el árbol del vecino de al lado nos esta levantando el alicatado de la cocina con sus raíces... Y cuando les pico para hablar con ellos lo hago tal y como soy, no me desmaquillo y me desprecian e insultan por ello. Los agresores me gritan "maricón" desde su casa. Hasta sospechamos que nos han pinchado la luz porque hemos pagado una factura de 300 euros cuando dos personas no consumen tanto, y lo estarían haciendo para suministrar a sus abuelos, que están okupando otro piso.

P: ¿Y sabéis por qué os quedasteis sin luz el día de la agresión?

Mina: Los que nos atacaron tenían en la puerta de casa una bolsa llena de cables: creemos que habían manipulado la instalación eléctrica y habían cogido nuestro fusible para sustituir el suyo.

P: Después de todo, reunisteis el valor para volver a casa...

Mina: No tenía el valor para hacerlo, no sabía cómo. ¿Cómo me puedo sentir yo en mi propia casa? Tengo miedo y no estoy segura, ¿qué clase de hogar es este? Y una vez en casa, me da miedo hablar de ello porque como levante un poco la voz, ya me escuchan...

P: ¿Por eso me lo estás explicando desde la calle?

Mina: Así es, vivimos coaccionadas y con miedo. Siempre hemos llegado a pensar que, incluso, podían acceder a nuestro patio interior y entrar en casa mientras dormimos para matarnos. El miedo siempre lo hemos tenido, pero siempre piensas que quizás es miedo irracional o que haces una montaña de un grano de arena... pero está comprobado que no.

Mina y Julia atienden a la llamada de NIUS de noche, justo después de su primera reunión con el Centro contra la Homofobia de Barcelona, donde han recibido asesoramiento y apoyo. Y lo hacen de camino a la comisaría para denunciar la agresión y un delito de odio; también están decididas a pedir una orden de alejamiento de sus agresores.

P: Desgraciadamente, la vida de un transexual no es fácil y el tuyo es un ejemplo...

Mina: He estado un año entero sin trabajar por mi condición y he estado cinco años viviendo en la calle y en albergues, incluso durmiendo en el Parque de la Ciutadella y comiendo de la basura. En muchas ocasiones, he tenido la suerte de encontrar un trabajo, pero he durado dos días porque se me daba a entender que era "maricón". Eso lo puedo aguantar con dignidad, pero cada día hace mella y hiere. Al principio es de forma subliminal, se burlan de ti, te preguntan que por qué vas con pantalones estrechos, por qué te pintas una uña…

He perdido hasta cinco trabajos por ser mi condición. He sido friegaplatos, cocinera, repartidora de Amazon, teleoperadora... y en este último trabajo he vivido un infierno, nadie me quiere en la oficina, me han llamado ahora y he aceptado pero porque necesito el dinero, tengo que comer. He vivido auténtica miseria y ruina como para encima soportar esto último, que ha sido la gota que ha colmado el vaso. He ido por la calle, me han mirado y me han escupido en los pies... pero ahora el problema ya no está solo en la puerta que da a la calle, sino en la puerta de mi propia casa.

P: Habéis querido hablar con nosotros para expresaros y mandar un mensaje...

Mina: La vida es para disfrutarla, una persona no puede vivir con miedo porque entonces no vive, y yo vivo acojonada. A mí me ha costado 31 años identificarme porque he estado sometida a esta dictadura. Cada día me tengo que sentir maldita por mi condición y no lo puedo soportar. Todo el mundo tiene su límite y yo llevo tiempo que lo estoy rozando.

La mayoría de nuestro colectivo tratamos de ser precavidos, no vamos por el metro dando voces ni por la calle con la música y tratamos de ser discretos. A los que faltan al respeto no se les busca, a nosotros sí. ¿Yo, porque vaya con mallas, se me tiene que buscar cuando a dos metros hay una persona que falta a una persona mayor? Yo sé que no voy a cambiar el mundo, pero me desgasto para que la gente sepa lo que está pasando y que los que tengan malas ideas se lo piensen dos veces sabiendo que la ley nos protege.

Me ha costado 31 años identificarme y cada día me tengo que sentir maldita por mi condición, no lo puedo soportar - Mina

Julia: Uno puede estar de acuerdo o no y expresar lo que quiera, pero por otro lado tenemos que tener libertad de ser lo que queremos ser y tenemos que ser respetados por ello. Somos bastante inteligentes para decir "y a mi que mas me da? puedo mirar a otro lado si me molesta".

Mina: Esto no puede quedar impune y claro que hay que sacarle punta al lápiz y decir que es transfobia, pero no es solo eso: somos humanos, da igual el color, el sexo, la cultura... y con la palabra siempre se puede llegar a un trato, a una harmonía.

P: La lucha por la igualdad LGTBI no es nueva, llevamos años con ella... ¿Qué hace falta para acabar de ganarla?

Julia: Te podría decir un montón de cosas... Puede ser un tema a introducir en los colegios porque no todas las familias explican que el amor no tiene por qué ser entre un hombre y una mujer, o que una persona puede no encajar con el género que ha nacido porque eso no lo elige. Hay mucha ignorancia en este tema que se tiende a esconder. Dos chicas o dos chicos se pueden amar y vivimos un tiempo en el que cada uno puede vivir lo que siente ser. Yo, a Mina la veo sonreír siendo ella, es otra persona, se gusta y la veo guapa. Se siente bien consigo misma y eso se nota.

Mina: Somos humanos y somos un saco de sentimientos, esos son nuestros códigos y no eres diferente por amar a otra persona, eso es lo que me revienta, que la gente no tiene consideración por los sentimientos de los demás. Hay que concienciar a la gente para que se sensibilice. Soy una tía que tiene espalda para esto y para más, pero me está pasando mucha factura: ya no tengo 20 años, tengo 31 y se me está cayendo el pelo, me estoy quedando famélica, casi no dormimos, me quedo dormida en el autobús, casi no comemos...

Tiene que haber respeto y, si no te gusta, mira a otro lado porque nosotras nos queremos sentir libres y protegidas cuando salimos a la calle - Julia

Julia: Por mucho que avancemos en tecnología y estemos a la vanguardia, seguimos con la mentalidad vieja. ¿De qué te sirve tener el último móvil o el ordenador más nuevo si luego piensas como en el 1800? De nada, tiene que haber respeto y, si no te gusta, mira a otro lado porque nosotras nos queremos sentir libres y protegidas cuando salimos a la calle.

Ambas acusan el odio y las condiciones en las que viven y lamentan que las hace discutir a menudo. No obstante, las dos coinciden al describir la una a la otra como "refugio" y juntas se sienten fuertes. Y Julia concluye: "El amor es amor y yo me siento en casa cuando estoy en sus brazos, es mi hogar y no me hacen falta paredes si la tengo a ella".

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