Rafael, jardinero en Vitoria, relata cómo le ha cambiado la vida tras medio año en huelga indefinida: "Sobrevivo gastando mucho menos"
"Algunos empiezan a estar mal física y emocionalmente", estar en huelga es "lo peor para un trabajador"
La vegetación se desmadra en una Vitoria sin jardineros: "Cuidado con las víboras
Vitoria-GasteizLa plantilla, los trabajadores o los jardineros son los términos habituales que se emplean cada vez que se habla del conflicto laboral abierto en Vitoria, desde el pasado 26 de marzo. Se repiten las reivindicaciones: un convenio propio, aumento salarial y mejoras en las condiciones. También la falta de acuerdo con Enviser, la empresa, y la exigencia al Ayuntamiento de que intervenga. Se habla de la transformación de la ciudad, convertida en una especie de jungla con la vegetación desmadrada.
Pero, ¿Quiénes son estos hombres y mujeres que llevan medio año sin cobrar, ¿cómo afrontan su día a día sin que llegue el sueldo a casa?, y ¿qué impacto emocional está teniendo en ellos? Hoy les ponemos rostro, a través de Rafael Bustos.
A sus 46 años, Rafa lleva 15 trabajando como jardinero en Vitoria, aunque cuando se cumple medio año de la huelga indefinida que él y sus compañeros mantienen con la empresa Enviser, adjudicataria del servicio municipal de limpieza y mantenimiento de parques y jardines en la ciudad, confiesa que se siente “en tierra de nadie”, una especie de “limbo”, en el que “a veces me cuesta recordar si sigo trabajando o no”.
Formado en Electricidad y Mantenimiento Industrial, ha pasado subrogado de una empresa a otra, en estos 15 años, hasta recalar en Enviser. Admite que tras muchos intentos por negociar y ante la cerrazón de la empresa, en marzo optaron por plantarse, “como una medida extrema”, porque “estar en huelga es lo peor que le puede pasar a un trabajador”. Ni en sus peores sueños imaginaba que “esto duraría tanto”.
Y la vida cambió
De alguna manera aquel día, el 26 de marzo de 2025, se paró su vida, al menos tal y como la conocía. Dejó de enfundarse el uniforme de trabajo para salir a segar, desbrozar o podar y empezó la lucha “por defender nuestros derechos”. Un proceso en el que los jardineros han demostrado ser una piña, pero también un camino en el que han perdido muchas cosas.
Este año “no ha habido vacaciones”, desde hace tiempo Rafa descarta el ‘pintxo’, cuando se toma un café, y lo de salir a cenar se ha convertido en un ‘rara avis’ para este vitoriano. “Sobrevivo gastando mucho menos que cuando trabajo”, reconoce. En casa de Rafa, que vive solo, únicamente entra su sueldo y ahora sin él, debe hacer encaje de bolillos para seguir pagando la hipoteca y los gastos.
La caja de resistencia de algunos sindicatos da un respiro a algunos de los trabajadores que empiezan a acusar la ansiedad del paso del tiempo sin que la situación se resuelva. Cuando Rafa lleva un tiempo sin ver a algún compañero empieza a sospechar lo que le ocurre: “He estado una semana sin ver a uno de ellos y cuando me lo he encontrado, me ha dicho que se encontraba tan mal física y mentalmente que se había ido unos días al pueblo para desconectar”. La incertidumbre "es lo peor".
Rafa, como el resto, a veces sufre bajones anímicos, aunque estar en primera línea de la lucha le mantiene ocupado y con menos tiempo “para comerme la cabeza”. Él es de naturaleza optimista y por eso “a las reuniones con la empresa siempre voy con la ilusión de que esa es la definitiva, que por fin, vamos a llegar a un acuerdo”. Una ilusión que trata de contagiar a sus compañeros, a los que anima a que "compartamos entre nosotros cómo nos sentimos", porque la situación no es fácil y “estar en huelga es lo peor que le puede pasar a un trabajador”, reitera.