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Ola de calor

¿Por qué sientes más calor en la ciudad que en un pueblo? Así puedes aliviar el efecto "islas de calor" del verano

Calor
Muchos españoles 'huyen' al pueblo en busca de un alivio climático. EUROPA PRESS
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Las estaciones del año vienen marcadas por diferentes espectros de temperatura. Sin embargo, debido al cambio climático, la primavera y el verano son mucho más intensas que hace unas décadas. Pero, además del propio factor del calentamiento global, hay también un elemento muy importante que forma parte de la ecuación a la hora de entender por qué hay sitios en los que hace más calor que otros, cuando geográficamente están a la misma altitud y latitud. 

Las grandes ciudades, núcleos urbanos muy poblados y, a grandes rasgos, todas aquellas zonas que cuentan con muchas actividades concentradas, sufren el efecto conocido como “isla de calor”. ¿En qué consiste? En resumidas cuentas, se atribuye al hecho de que en las grandes ciudades hace más calor que en zonas menos pobladas. Pero, ¿por qué sucede esto?

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Materiales de construcción y espacios de movilidad

La experta en sostenibilidad Meritxell Hernández (quién es a su vez CEO de Roll’Eat) ilustra el primer fenómeno por el cual las ciudades se sienten más calurosas: “Materiales como el asfalto, el cemento y el ladrillo, ampliamente presentes en casi todos los espacios que transitamos, absorben y retienen gran parte del calor del Sol durante el día”. Pero, sin embargo, el efecto de “isla de calor” debido a estos materiales, se nota más por la noche, ya que añade que “estos materiales, a diferencia del suelo convencional, liberan el calor en las horas nocturnas y esto hace que las noches sean también más cálidas”. 

Al ponerse el Sol y terminar la exposición continua a los rayos UV y a la temperatura, por la noche sucede una compensación que termina por alzar las temperaturas, debido a que las ciudades cuentan con emisores de calor. Sin embargo, no es la única pieza del puzzle de este efecto. 

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Cañones urbanos

Si la construcción de las grandes ciudades tiene que ver con los materiales, también se incluye la forma en la que están dispuestos los elementos. Los edificios y las altas construcciones son propias de grandes urbes, y es precisamente esto, lo que conduce al efecto de los “cañones urbanos”. 

En este sentido, Hernández explica que “los edificios altos y agrupados pueden limitar la circulación y el flujo del aire, lo cual dificulta la ventilación natural”. 

Así pues, el aire que debería “renovarse” se queda más estancado que en otras zonas, lo cual, a su vez, hace que el calor presente se quede durante más tiempo. Aun así, no es el último elemento que queda: también están las actividades que se llevan a cabo en esos sitios. 

Tráfico, movilidad, aparatos electrónicos y disipación

Además de los elementos estructurales de las grandes ciudades, el efecto de “isla de calor” se complementa cuando se trata lo que se lleva a cabo en ellas. La experta incide en el hecho de que “el tráfico rodado, que emite gases, la propia industria y el uso generalizado de aparatos de aires acondicionados emiten calor a la atmósfera, lo cual también propicia un aumento adicional de las temperaturas que se pueden experimentar, en comparación con otras áreas”. 

Cómo aliviar los efectos de la isla de calor

Apostar por espacios verdes, como los parques o las superislas; estar hidratados, ir por la sombra, o evitar salir a la calle en las horas de máxima exposición son algunas de las recomendaciones que la experta recomienda a la hora de hacer frente a este efecto. Aunque las acciones individuales sirven, Hernández apunta a un cambio globalizado:

“Se han de replantear muchas cosas de cómo se construyen las ciudades. Necesitamos más espacios verdes y naturales, zonas en las que haya sombra y debemos cambiar cómo construimos y gestionamos el propio espacio. Desde la elección de materiales que sean menos agresivos, hasta usar transportes que no contaminen, pasando por velar por la eficiencia energética de las viviendas para así utilizar menos energía para enfriar espacios”, concluye.