Testimonios

El Policía Local de Jerez que salvó la vida de una bebé de 17 meses: "Hice lo que podía, porque era muy pequeña"

Un agente de la Policía Local de Jerez de la Frontera, Cádiz. Policía Local de Jerez
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CádizEra una noche tranquila de domingo en Jerez de la Frontera, Cádiz, entre el final de la jornada y la calma que precede a la medianoche. Los días anteriores, el tumulto de las típicas zambombas navideñas había colapsado la ciudad, pero ese día todo iba en orden. Paco, subinspector de la Policía Local, se dirigía a la comisaría para recoger los servicios y documentos de sus compañeros, el procedimiento habitual. Iba de copiloto en el vehículo patrulla, cuando un coche llamó su atención: "iba a mil por hora", dice el agente para describir la forma en la que circulaba aquel coche por la Glorieta de la Guardia Civil.

"Vamos a por ellos", dijeron. Pero a medida de la "persecución" avanzaba se dieron cuenta de que no estaba persiguiendo a un delincuente: "tiene pinta de ser una urgencia hospitalaria, porque además de acaba de saltar un semáforo", dijeron entre ellos. "Conseguimos darle el alto", aseguran, y en cuanto se acercaron a la conductora salieron de toda duda: "por favor ayuda, que mi hija se muere, que mi hija no respira", decía la madre.

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La primera reacción fue la de escoltarles y abrirle paso hasta el hospital, pero con el tráfico y las condiciones de la vía dificultando el paso, Paco tomó la decisión más acertada de su vida: "me bajé del coche patrulla y me monté con ello". Al subirse al vehículo con la madre y su otro hijo de ocho años se encontró con la escena que cualquier padre o agente podría temer, una bebé de poco más de un año, con la cabeza caída hacia delante, pálida y amoratada, sostenida por su hermano. "El niño intentaba animarla: ‘venga hermana, que tú puedes, respira’", recuerda. La madre conducía nerviosa, atacada, incapaz casi de reaccionar, aunque con la valentía suficiente de salir corriendo con lo puesto para tratar de salvar a su hija.

El agente comenzó a intentar reanimar a la bebé

Sin perder tiempo, Paco colocó la cabeza de la niña hacia atrás y liberó sus vías respiratorias, que estaban bloqueadas por la lengua. Las maniobras de insuflación de aire comenzaron de inmediato. "Hacía lo que podía, porque era muy pequeña", explica. Cada segundo, era vital. Y entonces, un pequeño gesto de la niña le dio la esperanza de que podría salvarse.

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Mientras avanzaban hacia el hospital, Paco describe cómo cada metro se le hacía eterno. "No serían más de cinco minutos, pero parecía que tardábamos una eternidad. Por suerte, todo salió bien". La unidad de Policía Local escoltó el coche hasta el Servicio de Urgencias de Maternidad del Hospital Universitario de Jerez, asegurándose de que la madre y su hija llegaran sin contratiempos.

Una vez en el hospital, la bebé fue atendida de inmediato por el personal sanitario, que comenzó a estabilizarla. Mientras tanto, Paco y su compañero se quedaron con el hermano mayor, que con apenas ocho años mostró una madurez impresionante. "Le pusimos un partido de fútbol, porque nos dijo que le gustaba, para que se calmara un poco mientras la pequeña recibía atención", explica el subinspector.

Sobre las 23:00 horas otro familiar llegó y los agentes pudieron continuar con su jornada. En el hospital dejaban a una familia que acaba de pasar por la peor experiencia de sus vidas y que todavía no sabía cómo terminaría la historia.

La niña recibió el alta al día siguiente

La niña pasó la noche bajo vigilancia médica y, afortunadamente, recibió el alta al día siguiente. Ya desde casa, la madre pudo hablar por teléfono con Paco, el subinspector que salvó la vida de su hija. La mujer, aún conmovida, no dejó de agradecer la rápida y decidida intervención de los agentes.

Un gesto preciso y sereno que logró marcar la diferencia entre la tragedia y un desenlace seguro. "Llegué a casa agotado", reconoce Paco, "pero con la tranquilidad de que actuamos en el momento justo. Esa noche terminó bien, y eso es lo que importa".