Vecinos de Sant Adrià sufren las juergas de 22 pisos turísticos: "Llamar a la policía no sirve de nada"

  • Todas las viviendas del portal 113 de la avenida de la Catalana son pisos turísticos

  • Sufren los gritos, la música de madrugada, las borracheras y los ataques de turistas incívicos

  • El Ayuntamiento no puede retirar las licencias y necesita abrir tres faltas graves en cada vivienda para ello

Decenas de vecinos de Sant Adrià de Besòs recurren a una conocida expresión para referirse al cambio de vida que han sufrido los últimos meses. "Como la noche y el día", describen, mientras miran con recelo el portal 113 de la avenida de la Catalana: este bloque alberga 22 pisos turísticos, cuyos inquilinos utilizan para montar fiestas, que traen de cabeza a todo el barrio.

Hace tiempo que conviven con los gritos, la música, las borracheras, la insalubridad y los ataques de unos vecinos temporales a la par que incívicos; una situación que ha empeorado este verano, acusan. Primero eran familias interesadas en visitar la ciudad limítrofe de Barcelona las que alquilaban estos pisos, pero el aumento de precios las ha alejado y ahora solo atraen a grupos de jóvenes con ganas de una juerga llena de excesos.

"Alquilan el piso tres o cuatro, pero luego acaban siendo diez o 12", lamenta Montserrat, que ha presenciado junto a sus vecinos cómo incluso saltan de un balcón a otro, arriesgando su vida y la de los demás; uno hasta escaló varios pisos porque se había olvidado las llaves. "Lo mismo gritan que tiran botellas, vasos, se pelean entre ellos... un desastre", resume Encarna, que lamenta que a pesar de ser octubre, "siguen viniendo". Y los ataques tampoco son algo puntual: "Cuando pasamos, nos tiran pelotas de papel empapadas, copas de cava, basura... es lo que sufrimos solo por pasear al perro", concluye Montserrat.

La solución no es fácil. Esta no pasa por llamar a la policía, ya que "no sirve de nada": tanto vecinos como Ayuntamiento han constatado que los incívicos no abren la puerta a los agentes. "Yo me voy a trabajar sin dormir", critica Antonio, uno de los vecinos más madrugadores y que ha comprobado cómo llamar al 112 no resuelve nada en muchas ocasiones. Incluso han recurrido a un vigilante de seguridad, cuyo trabajo no ha supuesto ningún cambio a mejor.

El 'juego' de las tres faltas

El bloque fue construido en 2017 y "el titular de un fondo de inversión, Oh lá lá Home, registró 22 declaraciones de vivienda turística en el número 113", explica Ruth Soto, regidora de Urbanismo del Ayuntamiento de Sant Adrià, descontenta con la simplicidad de un trámite que es la Generalitat la que lo aprueba y que el consistorio se limita a trasladar.

"Para evitar casos como este, estamos tramitando una ordenanza más exigente para limitar el número de pisos turísticos y prohibirlos en según qué zonas, como en calles estrechas", en palabras de Soto, que añade que ahora también han permitido a las comunidades de vecinos que, si no quieren tener pisos turísticos, puedan vetarlos cambiando sus estatutos. No obstante, "estas 22 licencias ya están dadas" y no se pueden retirar; y aunque se pudiera, esos pisos "son mayoría" en la comunidad así que hacen imposible la modificación de los estatutos, según Silvia, miembro de la junta: "Ya no hay vuelta atrás".

Por ello, a vecinos y gobierno municipal solo les queda el 'juego' de las faltas muy graves. Si el propietario recibe tres de estas incidencias en un año, pierde el permiso sobre la vivienda en cuestión. Y aquí surgen nuevos problemas, y es que la mayoría de expedientes (el consistorio tiene 30 abiertos en este bloque) se rigen por la ordenanza de convivencia y, por tanto, sancionan a los inquilinos y no al tenedor.

"No es tan fácil abrir una falta muy grave. No es 'hacen ruido', o 'montan botellones' o 'generan molestias'... sino que hacen falta motivos muy concretos y técnicos, como no contar con cédula de habitabilidad o no poner a disposición de los clientes un número de contacto para resolver incidencias; si hay incivismo, se multa a los turistas", resume la regidora.

Si el propietario recibe tres de estas incidencias en un año, pierde el permiso sobre la vivienda en cuestión... pero no es tan fácil

Sí que computaría como tal que la policía ordenara su desalojo en un máximo de 24 horas y este no se produjera, pero mientras que en muchas ocasiones ya la abandonan en ese plazo porque tan solo se alojaban una noche, en muchas otras evitan el problema al no abrir la puerta a los agentes. Y si el propietario alcanza las dos faltas muy graves, puede dejar de alquilar el piso en jaque hasta que estas caduquen al cabo de un año.

Cacerolada a mediodía para no dejarles dormir tras la fiesta

"Nunca habíamos tenido tantos pisos turísticos en una sola finca y con un tan mal uso de la vivienda", reconoce la regidora, que acusa "un gran desgaste" por los hechos. Un fenómeno provocado por la moratoria que el Ayuntamiento de Barcelona mantiene sobre la concesión de este tipo de licencias y que ha provocado un auge en los municipios colindantes como Sant Adrià.

Todo ello se traduce en el malestar de tantas decenas de vecinos, que han organizado una cacerolada el mediodía del pasado domingo: "Uno de los turistas se asomó para gritarnos que no hiciéramos ruido, que quería dormir. Surrealista", zanja Silvia.