Crece el miedo de los jóvenes a hablar en público por el efecto de las pantallas y los audios de Whatsapp

  • El 81 % de los 'millennials' -los nacidos en las décadas de los 80 y 90- sienten ansiedad antes de hablar por teléfono

  • Han crecido tecleando continuamente en un contexto de redes sociales y les puede llegar a resultar incómodo hablar de tú a tú

  • Es importante adoptar una "dieta digital" para aprovechar las ventajas de internet y evitar sus riesgos y amenazas

Qué típico es ver por la calle a los jóvenes con el micrófono del teléfono cerca de la boca mandando mensajes de voz, o ver a un grupo de chavales sentados en un banco, todos con el móvil, sin hablar, incluso cuando los más pequeños piden un vaso de agua, son incapaces de ir ellos a pedirlo. "¿Mamá, me pides un vaso de agua? Hasta eso les cuesta", dice Emily Lawrenson, autora del estudio De Alpha a Zeta, educando a las generaciones digitales de la plataforma Qustodio, especializada en la seguridad y control digital para las familias que cuenta con más de cuatro millones de usuarios en el mundo. 

Así, WhatsApp es la app de comunicación más utilizada por los menores españoles, aunque su consumo ha bajado en 2022 con 32 minutos al día con respecto a los 41 minutos de 2021, según los datos recabados por la empresa de seguridad y bienestar digital para familias Qustodio.

Las llamadas telefónicas cada vez son menos habituales entre los jóvenes españoles a no ser que sean de máxima necesidad. El 81 % de los 'millennials' -los nacidos en las décadas de los 80 y 90- sienten ansiedad antes de hablar por teléfono, un fenómeno que se denomina telefonofobia. "Muchos reconocen que tienen que prepararse antes de hacer una llamada. Durante una llamada telefónica la persona puede sentirse vulnerable al tener menos tiempo para transmitir su respuesta. Creen que así reaccionan mejor porque tienen más tiempo para pensar qué contestar", comenta Lawrenson.

Para los menores es antinatural hablar por teléfono

Coincide con ella Eduardo Cruz, CEO de Qustodio que asegura que el rechazo a las llamadas se ha profundizado en las generaciones posteriores. "Para los menores es antinatural llevarse el móvil a la oreja para realizar una llamada telefónica. Han crecido tecleando continuamente en un contexto de redes sociales y les puede llegar a resultar incómodo hablar simultáneamente con una persona por teléfono. Lo más común es que los menores de edad escojan enviar audios de voz o chatear a que llamen por teléfono, siempre que no sea una situación urgente", comenta Cruz. "Tienen tiempo para prepararse la respuesta, no les pillan en un renuncio de no saber qué decir, no tienen vergüenza si no se enfrentan a hablar directamente con la persona".

Y, esto pasa, si nos referimos a hablar por teléfono, pero también estamos viendo que sucede cuando tienen que relacionarse en un one to one, de tú a tú. ¿Cuántas veces hemos oído, "mamá pídeme un vaso de agua o cómprame los cromos?, porque no se atreven, y no están acostumbrados a la relación directa", explica Lawrenson. Son situaciones reales a los que los chavales se enfrentan en su día a día. "El mundo online cada vez adquiere más importancia en la vida de los menores y los padres no deberían vivir al margen de ello, ya que está adquiriendo más importancia en su educación y desarrollo social y académico", asegura Cruz.

"Quedan para estar con el móvil, no hablan"

Es cierto, que el nivel de relacionarse ha cambiado. Ahora el mundo se mueve online. Hay varios motivos y factores que influyen, expone la autora del estudio. "La vergüenza de la edad, la falta de costumbre y el miedo de los padres. Como padres cada vez somos más conscientes del peligro del mundo. Antes era normal ir a comprar el pan solo a los 10 años, ahora no los suelen dejar hasta más adelante, y claro todo influye".

Todo esto se traduce en que por ahora no hay datos suficientes de si esta inmersión en el mundo digital y el rechazo a hablar entre nosotros va a ser algo bueno o malo, de momento es diferente. Advierten también de que el mundo digital tiene muchas cosas buenas, puedes jugar con cualquier persona esté donde esté, pero eso sí, puede hacer que no hables con tu vecino de abajo, el que tienes al lado. Por un lado, nos acerca y por otro nos aleja", comenta la autora del estudio.

Para todo ello, desde Qustodio subrayan el interés de establecer horarios libres de conectividad y de que las pantallas no resten tiempo ni espacio a otras actividades -sueño, estudios o actividades de ocio-, y ha alertado de que la hiperconectividad o conexión continua se está convirtiendo en un grave problema en muchos casos y generando problemas de adicción a numerosos menores que acaban percibiendo que el mundo "físico" o real es "un estorbo" en sus vidas. "Tu mundo online te hace cambiar la realidad, y no siempre es verdad lo que pasa en ese mundo, muchas veces se exagera. De ahí la importancia de enseñar a diferenciar, a distinguir lo que es falso y lo que no".

La hiperconectividad implica que están todo el día conectados, siempre entretenidos, sin tiempo de aburrirse, 24 horas al día. "Quedan para estar con el móvil, no hablan. Juegan online con sus amigos y luego quedan con esos mismos amigos en la vida real y no saben qué hacer, o de qué hablar".

Conscientes del ejemplo que se transmite

Cruz, ha subrayado la importancia de adoptar una "dieta digital" para aprovechar las ventajas de internet y de las pantallas y tratar de evitar sus riesgos y amenazas. Entre las principales recomendaciones y consejos para que los menores hagan un uso responsable y no abusivo de las pantallas, ha citado la importancia de:

  • establecer un "horario tecnológico",
  • de dialogar sobre los entornos digitales,
  • de evitar que los más pequeños se encierren en la habitación para usar las pantallas,
  • de compartir contenidos digitales en familia,
  • de ofrecer alternativas atractivas en el mundo físico o "real" y
  • de que los mayores den ejemplo.

Es muy importante esta última recomendación, insiste la experta. Los jóvenes viven en un mundo donde imitan lo que hacen sus padres. Del estudio se desprende que el 76% de los padres reconoce que no hace nada por regular su propio tiempo de pantalla. "Creo que no somos conscientes del uso que le damos al móvil. Si nosotros no somos conscientes que hemos conocido los dos mundos, imagínate ellos que ya han nacido tecleando", concluye.