El rock eterno de Iggy Pop y una imponente Bad Gyal cierran el Mallorca Live Festival
Más de 60.000 asistentes han pasado durante tres días por el recinto
Una octava edición en la que la propuesta estilística tan variada ha vuelto a ser sello de identidad
El Mallorca Live Festival llega a su fin. Afrontar siempre la última jornada de un festival conlleva un cúmulo de emociones, de olor a despida, donde las anécdotas y los buenos momentos se acumulan tras un fin de fiesta con olor a nostalgia, pero también de descanso.
Un tercer y último día con artistas y géneros para todos los gustos, variedad estilística en la que encontrar nuevos y jóvenes talentos con la personalidad de Judeline y su fusión innovadora, lo alternativo de Repion o el punk reivindicativo de unos a Biznaga con un discurso actual y muy social.
La veteranía llegaba de la mano de un incombustible Iggy Pop mientras que lo urbano lo ponía uno de los grandes reclamos actuales, Bad Gyal.
Bad Gyal, un directo con forma de videoclip
La artista de Vilassar de Mar ha logrado conquistar el panorama actual con un estilo que fusiona géneros urbanos, dancehall y muchísimo baile latino. Expectación máxima en su vuelta al recinto de Calvià congregando muchísimo público juvenil dispuesto a entregarse a la estrella urbana, algo que se deja notar desde un comienzo en el que “Bota niña” o “Sexe sexy” convierten el Mallorca Live en un auténtico griterío, en una escena en la que los móviles como espadas en alto tratan de grabar un vídeo y capturar la mejor foto mientras que Gial nos regala impactantes imágenes.
Es sin duda su directo un espectáculo de lo más hipnótico, porque Bad Gyal tiene una presencia arrolladora, por cómo es y cómo se mueve, regalando bailes sensuales y sexuales a partes iguales.
“Da me”, “Duro de verdad”, “Qué rico” o “Aprendiendo el sexo” suenan uno tras otro con contoneos, revelaciones sensuales y brillo de videoclip, porque lo que acontece en su concierto, para bien o para mal, es como asistir a una grabación. Cámaras por izquierda y derecha acompañan a la artista en sus movimientos, bailes y perreo, a lo que el público se muestra entregado.
“Perdió este culo”, “Chulo”, “Angelito” o “La prendo” van cayendo ante un enfervorecido público que eleva sus gritos con el cambio de vestuario y lo da todo en hits de la talla de “2AM”, “Otra vez más” y “Fiebre”, junto a un pequeño regalo en forma de broche final en el que hace feliz a una joven niña subiéndola al escenario.
Una actuación meticulosamente estudiada, sin palabras “no soy mucho de hablar y sí de perrear” confirma, para una lección propia de un tutorial de TikTok y algo de artificialidad, en un concierto en el que su público perrea hasta decir basta.
Iggy Pop agranda su legado
El veterano artista norteamericano es de los que nunca defraudan. Sabes lo que vas a ver, ni más ni menos, tanto como que su directo va a ser el de un tipo de 78 años que sigue actuando de manera sobrenatural sobre el escenario.
La Iguana deja patente su razón de ser, la de subirse a un escenario y darlo todo a golpe de guitarras, exquisitos músicos y una presencia que se agranda con cada canción que suena. Es un repertorio en el que pasa por la vida de muchos, “Gimme danger” o “I got the right” para un guerrero musical cuya veteranía se deja ver en una piel curtida en mil batallas sobre el escenario.
Iggy se hace más grande ante clásicos como “The Passenger”, “Lust for life” o “Search and destroy”, temas necesarios y válidos para aseverar que “es el puto amo”.
Si el día anterior nos convertíamos en perras con Rigoberta Bandini, Iggy nos convertía en sus perros con “I wanna be your dog” en una noche tan calurosa como su incendiaria propuesta de rock bien entendido y, a su vez, eterno.
La fusión de Judeline junto al rock y el punk de Repion y Biznaga
Judeline ha conseguido su lugar con “Bodhiria”, esa obra en la que ofrece una propuesta tan particular como melancólica, jugando con la fusión de lo más innovadora que se acompaña en lo visual sobre el escenario en el que hay mucha belleza en su propuesta, y a todo eso se suma una voz personalísima, de las que tocan el alma.
La artista andaluza ofrece electrónica, raíces flamencas, pop y R&B, todo con una profunda sensualidad al alcance de pocos artistas. Hay cierta “Brujería!” con la que nos envuelve al igual que su “Luna roja” y nos toca el corazón guitarra en mano en “Zarcillos de playa”, convertido ya en uno de sus grandes himnos.
Envolvente, hipnótica y emocionante, Judeline venía de actuar en Coachella y su directo explica la razón de su incipiente fama.
Repion daba una lección de buen hacer con la dificultad de tocar a horas tempranas, entendiendo que las 19:00 horas en un lugar como Mallorca, con la playa mediante y el calor de fondo, invitan a aparecer más tarde. Así con todas, las hermanas Marina y Teresa Iñesta daban cuenta de su increíble forma musical como una de las bandas jóvenes con mayor proyección actual.
Van creciendo como lo hacen sus canciones en directo, ese en el que juegan con momentos acústicos, otros completamente desbocados y se dan el gusto, también para nosotros, de dar a conocer un tema nuevo mientras intercambian papeles instrumentales entre ellas con el mismo tino.
Y con esa actitud, pero combativa y de crítica social, Biznaga siempre son un reclamo absoluto. Una de las formaciones de punk entendido a la antigua usanza en sus letras y con unas formas actuales para alzar la voz contra los males que nos acechan como sociedad. El empleo, la vivienda o los problemas mentales relucen a base de guitarras y actitud de los madrileños.
Auténticos bombazos para estudiar en la facultad como “Contra mi generación”, “Mediocridad y confort” o el guantazo en la cara de nuestra realidad que es “El futuro sobre plano”, todo para sonar crudo y real.
La banda presentaba así temas de su disco ¡Ahora!, una lección magistral de cómo contar las cosas tal y como son, pero con cierta poesía punk a su vez. Sus directos son nuestra realidad, capaces de interpretar baladas como “Espejos de caos”, frustración en la que poder mirarnos muchos y gritar a las “Benzodiazepinas” en un país, España, número uno en su consumo, reflejo de una realidad ansiolítica.
Un directo con actitud y crítica para recordarnos el futuro que no fue pero que esperamos que sea algún día.
Y de noche que no de día, despedimos así, con la misma amalgama musical con la que comenzamos tres días atrás un festival como Mallorca Live que, en su octava edición, vuelve a dejar muy presente su apuesta por una variedad que hace más grande al propio evento. Hasta la próxima.