Actores

La nueva vida de Mariano Alameda, de actor de 'Al salir de clase' a profesor de yoga: "El anonimato es un placer existencial"

Mariano Alameda
Mariano Alameda. Cedida por Mariano Alameda
Compartir

Mariano Alameda se hizo un nombre en la escena televisiva gracias al fenómeno juvenil 'Al salir de clase', donde interpretó a Íñigo entre 1997 y 2000, y que le sirvió para saltar a la fama siendo muy joven. Sin embargo, aquel reconocimiento masivo, las cámaras y los focos empezaron a pesarle, y tomó una decisión: huir del mundo de la actuación y regresar de nuevo al anonimato.

Esa reflexión lo impulsó a redirigir su vida hacia el yoga, la meditación y el crecimiento personal. En 2006 fundó el Centro Nagual en Madrid, dedicado al autoconocimiento, y desarrolló su propia técnica, 'El árbol del Karma', como camino evolutivo personal. Ha dejado atrás buena parte de su actividad como actor -aunque nos adelanta que no descarta regresar en algún momento- para vivir menos pendiente del reconocimiento externo y más conectado con una vida interior más sosegada.

PUEDE INTERESARTE

Ahora, y aunque su nombre sigue ligado a la pequeña y gran pantalla, ha lanzado su segundo libro: 'Fábulas que sanan' (Editorial Siglantana), una colección de 21 relatos breves, simbólicos y muy cuidados, inspirados en historias reales, con animales como protagonistas, que buscan abrir espejos donde reconocernos sin juicio, con enseñanzas emocionales universales como la culpa, el miedo, el perdón o la identidad. Desde la web de Informativos Telecinco lo hemos entrevistado para saber cómo ha cambiado su vida, cómo ha sido ese tránsito de actor famoso a maestro de yoga, y qué le motiva ahora en su día a día lejos de los focos.

Mariano Alameda en la actualidad
PUEDE INTERESARTE

Pregunta: ¿Por qué decidiste lanzar este libro para "niños lúcidos o adultos enredados"?

Respuesta: Porque quería hacer un libro que pudiera ser leído tanto por niños como por adultos, como lo que llamamos en televisión, un target universal. Quería contar algo complejo de la manera más sencilla para que los niños pudieran enterarse y quedarse con la historia y los adultos pudieran hacer una lectura más profunda de la simbología y del mensaje que hay detrás de cada cuento.

P: Se llama 'Fábulas que sanan'. ¿A ti qué te sana?

R: Bueno, en este caso son las historias. Las historias tienen el poder de construir narrativas que nos contamos a nosotros mismos que pueden ser dañinas psicológicamente, y entonces una buena historia te hace comprender los errores en la narración que nuestra mente hace de los problemas que simplemente son errores cognitivos o errores narrativos de la manera de pensar.

P: También mencionas en tu libro tu primer recuerdo, y mencionas que hay muchos que no se olvidan por mucho que uno ya no los recuerde. ¿Qué recuerdo te gustaría olvidar a ti?

R: Los recuerdos que uno cree que debería olvidar, en realidad, lo que tiene que hacer es procesarlos o integrarlos, porque si los olvidas en realidad siguen permaneciendo en el profundo inconsciente y desde ahí ejercen su influencia de una manera emocional y escondida, entonces es mejor que los recuerdos no se olviden, sino que se trasciendan, digamos, que dejen de hacer daño desde dentro.

La portada del libro

P: Pese a que hace años dejaste atrás el mundo de la actuación, tu nombre sigue ligado al sector. ¿Te molesta?

R: No, bueno, esto es como Antonio Ferrandis, que hizo 100 películas después de ganar el Oscar y aún así cuando falleció la gente dijo: "Se ha muerto Chanquete". Entonces, cuando uno ha trabajado productos de gran éxito, lo normal es que el pueblo que no conoce los otros periplos vitales se acuerde de lo que ellos tienen en mente. Entonces no me molesta, me parece normal y natural.

P: ¿Por qué te alejaste de la pequeña y gran pantalla?

R: Los intereses de las personas van cambiando, entonces muchas veces las decisiones no se toman previas a las emociones, sino que son las emociones las que te indican por dónde tienes que ir en el camino de la vida. Entonces, en mi caso, empecé a tener otros intereses que me tenían más fascinado que el mundo interpretativo, y fui derivando hacia otros caminos. Uno se va dando cuenta de que la motivación ya no la tiene tanto y hay un giro en la trama, como los personajes en las películas.

P: Y tu giro llegó con el yoga. ¿Qué te da ser profesor de yoga y ser experto en crecimiento personal que no te daba ser actor?

R: Yo llegué a ser actor a través de la disciplina de la actuación y tras comprender cosas del desarrollo humano que me derivaron hacia una profundización en esos temas. Entonces no es tanto una cuestión de beneficios personales que uno saca, sino de interés de curiosidad por las cosas que le interesan, por lo que hay que tirar hacia donde crees que está tu interés mayor.

Echo de menos lo divertido que es tratar con actores

Cedida por Mariano Alameda

P: ¿Cómo fue el proceso de pasar de ser actor reconocido a vivir casi en el anonimato?

R: Pues un placer inenarrable, claro. El anonimato es un placer existencial que cuando la gente lo pierde después le gustaría poder recuperarlo, y es por eso por lo que se van a sitios donde no puedan ser conocidos, tienden al aislamiento. El ser conocido y popular tiene bastantes ventajas, pero muchos inconvenientes, porque la presión de la mirada externa continuamente hace que tú no puedas estar en un estado de espontaneidad o naturalidad al tener demasiadas miradas fijadas en ti en cualquier sitio social al que te mueves. Entonces, cuando tú viajas o vuelves a recuperar el anonimato, vuelves a encontrar el placer de poder estar dedicado a otras cosas que no es mirarte a ti mismo o ver cómo te miran los demás.

P: ¿Cuál ha sido el mayor cambio de tu vida desde entonces?

R: Sobre todo que no actúo, no hago giras nacionales, no viajo tanto, no estoy estudiando guiones... Y en realidad si pudiera decir lo que echo de menos básicamente es lo divertido que es tratar con actores, porque los actores son gente muy libre a nivel de pensamiento, muy espontáneos a nivel emocional y las reuniones de amigos con actores son extraordinariamente divertidas. Pero bueno, yo me sigo juntando con mis amigos que son actores, entonces no tengo problema.

P: Ese anonimato del que gozas también se observa en las redes sociales, donde no tienes ningún perfil ni cuenta públicamente registrada. ¿Por qué?

R: No tengo redes, no. No me parece que sea especialmente práctico para la vida, ni tampoco tengo interés en entender esta cosa un poco exhibicionista de hacer una selección de tus mejores momentos para que los demás lo vean. Creo que a lo mejor por ser ya de una generación en la que en mi infancia y en mi juventud me la pasé sin redes sociales, y entonces no tengo esa necesidad, la verdad.

Mariano Alameda en 'Al salir de clase'

P: Vivimos en una sociedad muy acelerada, con muchos frentes políticos abiertos, inestabilidad económica, enfrentamientos internacionales y en pleno cambio tecnológico, con la IA muy presente y recurriendo mucho a ella, incluso los más pequeños. ¿Cómo afecta todo eso a nuestro crecimiento personal y cómo podemos contrarrestarlo?

R: Todo eso está generando un problema de atención severo. Para poder tener un cierto bienestar interno, tienes que tener sobre todo un potencial o una cualidad trabajada, que es el control de la propia atención, y este tipo de vida tan rápida, tan cargada de estímulos, tan llena de redes sociales, con tanta presión comercial, con tanta mala noticia, con tanto relativismo ideológico y con tanta polarización lo que hace es que la mente va como un mono loco saltando de rama en rama sin posarse en nada y con un cierto estrés interno que hace que no podamos tener un estado contemplativo para poder percibir las cosas como son. El mundo está un poco perdido porque está distraído por la información brutal que tenemos a disposición, toda confusa y toda contradictoria entre ellas. Yo recuerdo que cuando estudiaba en la universidad decían que el ruido es el exceso de información, y literalmente eso es lo que está pasando, que hay mucho ruido porque hay demasiado movimiento informativo disparatado y entonces no sabemos qué pasa, y por tanto si no sabemos qué pasa no sabemos ni quiénes somos ni lo que hay que hacer.

Básicamente para contrarrestarlo está el control de la atención. Hay una práctica que es la meditación, donde tú aprendes a volver a llevar al cerebro a que se pueda fijar en un objeto de atención lo suficientemente estable como para que puedas tener control de lo que estás viendo y puedas sacarle partido. Por ejemplo, en las nuevas generaciones me encuentro casos de jovencitas y jovencitos que no son capaces de ver una película porque simplemente les parece muy larga. Entonces esto es terrible. No pueden leer porque no se concentran. Entonces yo creo que uno de los grandes problemas sociales es el secuestro de la atención.

P: En este sentido, ¿cómo cuidas tu salud mental y qué crees que es lo más perjudicial?

R: Mi salud mental se cuida cuidando la salud mental de otros. Desde hace 18 años hago la técnica del árbol del karma, un estudio sobre los ciclos vitales y desafíos existenciales que le corresponden a cada persona. Entonces mi salud mental se establece al tratar la salud mental de otros. Y probablemente lo que más afecta a nuestra salud mental son las tendencias hiper individualistas, que hacen que estemos continuamente poniendo todo el interés en la imagen propia, en las ideas propias, en lo que yo pienso de mí, lo que piensan los demás de mí, cómo debería ser yo, cómo no debería ser, y entonces esto nos tiene muy locos.

La felicidad es como un orgasmo, no se puede tener todo el rato

Cedida por Mariano Alameda

P: En medio de esa búsqueda de identidad y de cambio personal, ¿has encontrado también el amor?

R: Hay muchos tipos de amor. Todo desarrollo personal siempre te va a llevar a una manera de amarte a ti mismo, de amar a los demás, de amar al mundo y de amar a la inteligencia superior de una manera mayor. Sobre el amor romántico prefiero no responder.

P: ¿Cómo te defines?

R: La definición sobre la propia identidad es siempre una pregunta enigmática e imposible de cuestionar. Es una pregunta que no tiene respuesta porque filosóficamente el observador no puede verse a sí mismo. Entonces, toda autoidentificación siempre es una ficción condenada a la desaparición y por tanto yo he renunciado a la autodefinición.

P: Y más allá de este libro, ¿qué sueño o proyecto personal tienes ahora que te ilusione especialmente?

R: La verdad es que mi mente siempre ha sido muy creativa y entonces siempre tengo un montón de cosas ahí a la vez disponibles, pendientes y esperando su momento. Voy cambiando de una a otra y algunas se quedan en el cajón, otras siguen, otras se recuperan y otras evolucionan, aunque tengo bastante trabajo ya con las sesiones y con mi vida personal, pero algo sacaré, algún guion, alguna película, alguna historia nueva, seguro que algún librito nuevo, algo algo se me ocurrirá.

P: ¿Eres feliz?

R: Sí, lo que pasa es que estar pendiente de la felicidad es uno de los caminos que te lleva a la infelicidad. Entonces, si estás continuamente preguntándote por tu propia felicidad, lo más probable es que no lo seas, y si estás continuamente trabajando por tu propia felicidad, probablemente consigas no tenerla. Creo que el objetivo de la felicidad es inferior al objetivo de la paz interior, porque la felicidad necesariamente es una emoción puntual. La felicidad es como un orgasmo, no se puede tener todo el rato, porque entonces necesitarías otro grado mayor de felicidad para poder sentirte feliz.

P: Si pudieras, ¿volverías a buscar la fama?

R: No, no, no. Volver a actuar no te digo yo que no, a lo mejor algún día, quién sabe, la vida es muy larga, y el trabajo del actor no tiene fin, puede trabajar a cualquier edad, ¿pero buscar la fama? No. Creo que es un objetivo equivocado, porque las desventajas que tiene la fama son muy grandes. En el fondo, lo que pasa es que estás intentando rellenar carencias propias.