Arturo Colorado, investigador: “La Ley de Memoria Democrática debe hacer que el expolio franquista no prescriba, como el nazi”

  • El Gobierno creará un inventario de los bienes incautados y desviados en la posguerra para devolverlos a sus propietarios

  • El régimen regaló miles de obras "en depósito y sin criterio alguno", mientras "se desconoce lo que los Franco llegaron a almacenar porque no existen registros"

  • Los beneficiados, ministerios, la Iglesia, el Ejército, museos y particulares: “Deben dar cuenta de que las poseen, pero depende de su moralidad”

El Gobierno creará un inventario del expolio llevado a cabo por el régimen franquista, no solo de incautaciones de bienes como inmuebles, sino también de obras de arte para devolvérselas a sus legítimos propietarios. Promoverá “las iniciativas necesarias para la investigación de las incautaciones durante la Guerra Civil y la dictadura”, insisten desde la Moncloa; o al menos, esa es su intención.

Lo anunció la semana pasada en una respuesta al diputado de Bildu, Jon Iñarritu, acogiéndose a la futura Ley de Memoria Democrática, aún en fase de anteproyecto y que sustituirá la aprobada por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero en 2007. No obstante, para conseguirlo, esta deberá "evitar que los delitos del expolio franquista, que comportó la desubicación de miles de obras en todo el territorio nacional, prescriban".

Así lo considera Arturo Colorado Castellary, historiador y autor de Arte, Botín de Guerra. Expolio y diáspora en la posguerra franquista (Cátedra, 2021), libro con el que cierra una trilogía y en el que identifica unas 17.000 obras “salvadas” por los republicanos durante la guerra, la mitad de ellas regaladas a la familia Franco, así como a instituciones y particulares cercanos al régimen.

Colorado atiende a NIUS incidiendo en no ser "jurista ni político", sino un investigador que se limita a aportar herramientas para que estos puedan resolver "una asignatura pendiente".

Pregunta: ¿Cuál es la principal conclusión a la que ha llegado y que expone en Arte, botín de guerra. Expolio y diáspora en la posguerra franquista

Respuesta: Que la inmediata posguerra franquista fue el mayor momento de trasiego, desubicación, deslocalización y pérdida de obras de arte. Me preguntaba qué había hecho el régimen con todas las que la República había puesto a salvo y custodiado durante la Guerra Civil y, tras cinco años dirigiendo un equipo bajo dos proyectos subvencionados de I+D, hemos identificado 17.000. Y un porcentaje altísimo de ellas están desubicadas.

P: ¿Quién las tiene?

R: Ministerios, la Iglesia, el Ejército, museos, particulares… 8.710, casi la mitad de nuestra base de datos, fueron entregadas a iglesias y particulares, y una cuarta parte, a organismos públicos como el Ministerio de Justicia o el de Agricultura. Y prácticamente nadie ha dado cuenta del paradero de esas obras. El CSIC sí ha hecho un estudio de las obras que recibió, así como el Museo de Zaragoza y el Museo Nacional de Artes Decorativas, que lo tienen en proceso, pero son una parte mínima del total. Por eso, invito a que todos estos beneficiarios expliquen dónde están.

P: Fueron un objetivo más, tanto para republicanos como para franquistas…

R: Los republicanos trasladaron miles de ellas de Madrid a Valencia, luego a Barcelona y después al norte de Cataluña para protegerlas de los bombardeos. Finalmente, en unas circunstancias terribles por el avance franquista y en pleno éxodo de miles de refugiados huyendo por las carreteras, el Gobierno de la República acordó la intervención de los principales museos internacionales para permitir su evacuación a Francia en 71 camiones. Entre ellas, más de 500 obras de Velázquez, Goya, el Greco… del Museo del Prado.

Por su parte, el franquismo tenía mucho interés en acabar cuanto antes la tarea de dar un nuevo destino a todas ellas. Y se produjeron desvíos, irregularidades, desubicaciones... y espero que ahí sigan, en sus destinos de la posguerra, para que se pueda hacer su seguimiento.

P: Y el régimen aprovechó la contienda cultural para demonizar a los republicanos...

R: Acusó a 'los rojos' de haber saqueado y destruido obras de arte, pero calló su labor de salvamento y protección frente a los bombardeos. Mientras tanto, el régimen hizo muy poco por recuperar las obras que desaprensivos, como ladrones y anticuarios, sacaron al extranjero de forma ilegal aprovechando la guerra. Creó un pequeño grupo de agentes seguidores de obras en París, pero hicieron una labor escasa porque iban sin registros ni conocimientos, a la espera de denuncias y de que interviniera la policía francesa primero y la Gestapo después.

El 51% de las 17.000 obras no se devolvieron a sus propietarios, sino que se entregaron 'en depósito'. Lo hicieron sin criterio alguno para quitárselo de encima cuanto antes

P: Precisamente, el propio régimen sabía que no las entregaba a su legítimo propietario...

R: Y por eso el 51% de las 17.000 no se entregaron como devoluciones, sino 'en depósito'. No tenían ni personal, ni medios, ni dinero, ni interés y lo hicieron sin criterio alguno, haciendo constar en el registro que era un depósito para quitárselo de encima lo antes posible. Claro, y los beneficiarios tan contentos. Y aquí radica el problema, ya que no investigaron su origen y, por tanto, se desconoce a quién le pertenecen.

P: Hablamos de cuadros, esculturas, columnas, palacetes… ¿Cuál es el ejemplo que mejor representa el expolio franquista?

R: Un tríptico flamenco del siglo XVI de Barend Van Orley que pertenecía al embajador republicano en Chile Ricardo Baeza y que el régimen entregó a la Marquesa de Arnoussa. Esta mujer, cuyo título no existe, por cierto, era una auténtica profesional del acaparamiento y yo le dedico todo un capítulo en el libro porque fue una especialista en pedir todo tipo de bienes: tapices, porcelana, cuadros… de todo. Más de 70 piezas y conjuntos de piezas que no eran suyas y de las que se apropió.

P: Esta falsa marquesa sería amiga de los Franco, entiendo…

R: Habría que verlo, pero debía serlo porque tuvo un trato preferente. Vivía en Madrid y habría que investigar dónde están todas esas obras... espero que la salida del libro levante el interés por su búsqueda y seguimiento.

P: Otra de las grandes beneficiadas fue la propia familia Franco, especialmente Carmen Polo. ¿Qué era lo que más le gustaba a la esposa del dictador?

R: Pues yo creo que de todo [ríe] porque se llevó desde columnas románicas hasta piezas de escultura románica del Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, porcelanas, mesas, etc. Pero nunca se ha sabido exactamente lo que la familia Franco llegó a almacenar porque no existen registros.

Nunca se ha sabido exactamente lo que la familia Franco llegó a almacenar porque no existen registros

P: ¿Qué le parece la intención del Gobierno de fomentar un inventario para devolver obras expoliadas por el franquismo a sus propietarios?

R: Creo que es de justicia histórica y son los políticos quienes deben encontrar la forma de hacerlo. Es una asignatura pendiente, localizar y devolver las obras expropiadas a los republicanos enemigos del régimen que se habían marchado al exilio o que estaban en prisión, así como las miles de obras desubicadas. Es el caso también de una talla románica llamada Virgen de Cabanes, que fue entregada a un particular como regalo franquista y que ha pasado de mano en mano hasta la actualidad. Ahora, el cura de este municipio de Castellón ha dicho que es de su iglesia, pero como el delito haya prescrito...

P: ¿Alemania nos saca ventaja?

R: Hay elementos muy semejantes y paralelos con el expolio nazi. Los alemanes ya han hecho el estudio y la devolución de las obras incautadas, y hay un acuerdo internacional que establece que los delitos del expolio nazi no prescriben. Pero, en España, no hay nada establecido. No soy jurista ni político, pero para devolver las obras incautadas por el franquismo, la Ley de Memoria Democrática debe hacer que las entregas en depósito tampoco prescriban.

Se perdió mucho en la guerra: vida, bienes, patrimonio… pero también se salvó y espero que los destinatarios de esas obras den cuenta de que las poseen y de dónde están. Eso sí, depende de la moralidad de cada uno.