La realidad de los "mini-jobs": en qué casos es una oportunidad de ingresos extra y cuándo es precariedad

El término se utiliza de manera coloquial para referirse a empleos parciales y mal pagados
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En Europa el término mini-job evoca dos realidades distintas: la alemana, donde constituye una figura legal de empleo marginal regulado, y la española, donde se utiliza de manera coloquial para referirse a empleos parciales y mal pagados. Lo que en unos casos puede ser una válvula de ingresos extra, en otros se convierte en sinónimo de precariedad.
Los mini-jobs en Alemania: cifras y límites claros
Alemania mantiene desde hace décadas la figura del Minijob, un empleo marginal con un límite de ingresos mensuales. En 2025, la frontera salarial se sitúa en 556€ al mes. Todo empleo que no supere esa cantidad queda exento de gran parte de las contribuciones sociales habituales, lo que lo hace atractivo para quienes buscan complementar ingresos sin asumir cargas fiscales significativas.
La Agencia Federal de Empleo alemana confirma que en enero de 2025 había 7,5 millones de personas trabajando en mini-jobs, de las cuales 4,09 millones lo tenían como único empleo y 3,41 millones como actividad adicional. Las estadísticas revelan que casi la mitad de los trabajadores los utilizan como complemento salarial, reforzando su carácter de “segunda vía” de ingresos.
El atractivo de esta modalidad se apoya también en el salario mínimo legal, que en 2025 asciende a 12,82€/hora en Alemania. Con ese nivel, incluso unas pocas horas de trabajo pueden cubrir parte de los gastos mensuales.
Oportunidad o precariedad: depende del uso
Los mini-jobs pueden suponer una oportunidad real para determinados perfiles: estudiantes que buscan compatibilizar estudios y trabajo, personas jubiladas que desean ingresos adicionales o trabajadores que quieren un colchón sin sobrecargarse de impuestos. Entre 2015 y 2022, el número de empleos marginales ejercidos como complemento laboral en Alemania creció en más de 710.000 personas.
Sin embargo, el reverso es claro: cuando un mini-job constituye el único ingreso estable, difícilmente garantiza autonomía económica. Los sindicatos alemanes y europeos han alertado de que, pese a las ventajas fiscales, estas fórmulas no ofrecen protección social suficiente. El propio diseño del sistema, pensado para ingresos complementarios, puede derivar en trabajo precario si sustituye un empleo estándar a tiempo completo.
En España, donde no existe una figura legal idéntica, el término mini-job se ha popularizado en medios y discursos para aludir a trabajos de pocas horas y bajo salario. Este tipo de ocupaciones ha ganado terreno en el mercado laboral español, alimentado por la parcialidad y la temporalidad.
El problema es especialmente acusado entre los jóvenes, como revela un análisis reciente, que indica que el 22% de los españoles de 15 a 24 años trabajan a tiempo parcial de manera involuntaria, frente al 4% de media de la OCDE. Ese desfase ilustra por qué en el contexto español el concepto se asocia más a precariedad que a oportunidad.
Un equilibrio delicado
La frontera entre oportunidad e inestabilidad está en cómo y para qué se utiliza el mini-job. Como resume la definición de precariedad de CCOO, se considera tal cuando el salario es reducido y el contrato temporal, lo que encaja con muchos empleos de corta duración o parcialidad extrema.
En definitiva, el modelo alemán de mini-job es útil como herramienta flexible de ingresos adicionales dentro de un marco legal bien delimitado. Pero convertido en sustituto de un empleo estándar o trasladado de forma difusa al mercado español, se asocia inevitablemente con la precariedad. Para quienes lo contemplen como alternativa, la clave está en verlo como un complemento, nunca como un sustento único.
