Así puedes aprender siendo adulto con los principios de la andragogía en 2025
En la educación para adultos se prioriza la practicidad, la motivación interna y la flexibilidad horaria tanto en entornos digitales como presenciales
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MadridTradicionalmente se ha asociado el aprendizaje a la infancia o adolescencia, pero la capacidad del ser humano para formarse persiste durante toda su trayectoria vital. Continuar aprendiendo, en muchos casos, deja de ser una opción para convertirse en una necesidad. Debido a esto, muchos adultos se preguntan cómo van a ser capaces de aprender de nuevo, cuando se dispone de menos tiempo, ya que, deben cuidar de sus familias y trabajar.
En este nuevo escenario entra en juego la andragogía, una disciplina que se centra en el aprendizaje de los adultos que se aleja de los enfoques infantiles o escolares. Esta disciplina parte de la premisa de que los adultos tienen unas necesidades, motivaciones y estilos de aprendizaje diferentes.
En qué consiste la andragogía
La andragogía es la disciplina que estudia y aplica métodos y estrategias específicas para que las personas adultas puedan aprender. Sus raíces se remontan a pensadores como Alexander Kapp en el siglo XIX, aunque este término se popularizó gracias al educador estadounidense Malcolm Knowles en los años 70. Se diferencia de la pedagogía, la cual está orientada a la enseñanza infantil y juvenil, en que la andragogía reconoce que los adultos aprenden de una manera distinta: tienen mucha más experiencia vital, más autonomía, motivaciones más concretas y un deseo claro de aplicar lo aprendido en contextos reales.
Knowles identificó varios principios fundamentales que guían la educación en adultos. El primero sería la necesidad de saber, ya que los adultos quieren entender el por qué del aprendizaje; ellos se ven como los responsables de su propio proceso; la experiencia de vida que es un recurso muy valioso para el aprendizaje; tienen una disposición a aprender diferente; prefieren contenidos que se puedan aplicar y tienen una motivación interna muy fuerte.
Esto implica que los adultos pueden aprender mejor cuando los contenidos están relacionados con su vida cotidiana, cuando pueden participar en decisiones sobre su proceso y también, cuando el aprendizaje tiene un enfoque práctico, colaborativo y reflexivo. La andragogía, por tanto, no sería tanto una metodología sino una filosofía educativa que reconoce que el adulto es un ser capaz, activo y en constante evolución.
Cómo aplicar los principios de la andragogía
Para poder utilizar la andragogía no se necesita estar inscrito de manera formal en ningún curso, se trata de adoptar una actitud activa, reflexiva y orientada a objetivos concretos. El aprendizaje autodirigido, algo fundamental en este enfoque, empieza por identificar qué se necesita aprender, por qué se necesita y cómo se va a hacer.
Un primer paso muy útil es definir cuáles son las metas personales o profesionales por las que se quiere aprender: puede ser por mejorar en el trabajo, cambiar de sector, desarrollar las llamadas soft skills o disfrutar más de los hobbies con un mayor conocimiento. Cualquiera de estas opciones son capaces de activar la motivación interna, el motor principal en la educación adulta.
Después, es esencial seleccionar recursos adaptados al estilo de vida que se tenga y también al nivel previo de conocimientos. Hoy en día existen cientos de cursos accesibles online, libros, podcasts, vídeos, comunidades virtuales o encuentros presenciales. La clave está en escoger cuál es el formato que mejor se adapta a la vida que se esté llevando, que encaje con los horarios que se tengan, incluso que se puedan ajustar a la capacidad de concentración y forma de aprender.
La reflexión constante es un componente fundamental de la andragogía, por lo que se recomienda llevar siempre encima un cuaderno de aprendizaje o diario digital en el que se pueda anotar qué se ha aprendido, cómo se ha aplicado y qué retos o barreras se han encontrado. Esto fomenta la metacognición, es decir, aprender sobre el propio aprendizaje.
Además, lo ideal sería rodearse de personas que también valoren el aprendizaje continuo. Compartir progresos con otras personas, intercambiar ideas o incluso, crear proyectos conjuntos genera una motivación extrínseca y refuerza la autoestima, otro de los pilares de la andragogía. Cuando se colabora entre iguales se puede potenciar la retención de conocimientos y también la capacidad para resolver problemas complejos.
En cuanto a su aplicación real, hay que tener en cuenta que la educación en adultos puede ser tanto en entornos presenciales como en digital. Su aplicación no se limita al diseño de contenidos, sino que también abarca la interacción, la evaluación, el acompañamiento y la autonomía del aprendiz.
En la formación presencial, los principios andragógicos se traducen en metodologías activas como pueden ser el aprendizaje basado en problemas, el colaborativo, el role playing o la gamificación reflexiva, los cuales permiten conectar la teoría con la experiencia previa del estudiante adulto. Se priorizan sesiones participativas o discusiones estructuradas y dinámicas que pueden favorecer la transferencia al entorno profesional o vital, en vez de clases magistrales prolongadas.
En el ámbito digital, la andragogía tiene más relevancia. Muchas de las plataformas de e-learning más conocidas o los campus virtuales de algunas universidades ya integran estrategias andragógicas: contenidos modulares, vídeos breves con objetivos claros, foros de debate entre pares, feedback personalizado y flexibilidad para poder acceder cuando se pueda.
Por otro lado, el microlearning, el aprendizaje adaptativo y las experiencias inmersivas como son la realidad aumentada están cada vez más presentes en la formación de adultos, lo que permite que cada persona pueda construir su ruta de aprendizaje dependiendo de sus ritmos, sus intereses y su experiencia vital.