El "efecto Zeigarnik" en tus estudios: por qué las tareas sin terminar te obsesionan (y cómo usarlo a tu favor)
El efecto Zeigarnik releva como las tareas que no se finalizan permanecen activas en nuestro cerebro, generando el impulso constante de querer finalizarlas
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Madrid¿Alguna vez has empezado una tarea pero fue interrumpida, y luego no has podido dejar de pensar en dicha tarea? Esta sensación intrusiva tiene un nombre: el efecto Zeigarnik. Este efecto afirma que tendemos a recordar mejor aquello que hemos dejado sin terminar que lo que se ha completado. Lejos de ser un inconveniente, el efecto Zeigarnik puede ser una herramienta poderosa para mejorar los hábitos de estudio y productividad.
El efecto Zeigarnik y por qué el cerebro recuerda mejor lo inconcluso
Durante los años 20, la psiquiatra rusa e investigadora clave en la psicología de la Gestalt, Bluma Zeigarnik se dio cuenta de que los camareros en restaurantes eran capaces de recordar con precisión los pedidos de aquellas mesas que estaban pendientes de servir, pero eran capaces de olvidar rápidamente los pedidos de las mesas que ya estaban servidas.
A raíz de esto, Zeigarnik desarrolló una teoría sobre la memoria y el comportamiento humano, sosteniendo que el cerebro tiende a recordar mejor las tareas que están pendientes o inacabadas que las que ya ha finalizado. Para ello, diseñó una serie de experimentos. Los participantes tenían que realizar entre 18 y 21 tareas sucesivas, con enigmas, problemas de aritmética y tareas manuales. A algunos de los participantes se les interrumpió dando por finalizadas las tareas.
Los resultados de estas pruebas demostraron que las personas podían recordar con una mayor claridad aquellas tareas que no habían podido terminar por las interrupciones, en comparación a las que consiguieron finalizar sin molestias. Demostró que la mente humana tiende a retener información relacionada con tareas inconclusas, lo que puede estar relacionado con la necesidad de cerrar ciclos o finalizar aquello que se ha comenzado. Al cerebro le molesta dejar a medias las cosas y quiere terminarlas.
Desde la psicología cognitiva, la explicación está relacionada con la tensión cognitiva que se genera cuando se deja una tarea sin acabar. El cerebro percibe esa tarea incompleta como una especie de “asunto pendiente” que debe ser resuelto, lo que provoca una mayor activación mental. Esta activación crea una especie de marca que hace que la información siga activa en la memoria de trabajo y la transfiere con mayor facilidad a la memoria a largo plazo.
La mente tiende a mantener en primer plano lo que no está terminado y sigue pendiente. No solo lo va a recordar mejor, sino que también lo repasa de forma recurrente, incluso de manera involuntaria, como una estrategia para no olvidar nada y estar preparado para completarlo lo antes posible.
Cómo usar el efecto Zeigarnik para estudiar mejor
El efecto Zeigarnik puede ser una poderosa herramienta de estudio. Si se aplica bien puede mejorar la productividad, la concentración y la retención de información. El fenómeno de “obsesionarse” con lo inconcluso puede aprovecharse para reforzar el aprendizaje y combatir la procrastinación
Las interrupciones de forma estratégica
Uno de los usos más eficaces de este efecto es interrumpir una tarea voluntariamente antes de completarla. Esta técnica mantiene el contenido activo en la mente y genera un deseo casi automático de continuarla. Por ejemplo, si se está escribiendo una redacción o haciendo una presentación, lo ideal es parar antes de terminarla. Una vez que se retome será muy fácil entrar en “modo concentración”. Esta es una técnica muy utilizada por los escritores y creativos que dejan intencionadamente una tarea o capítulo sin terminar para retomarlo al día siguiente.
Crear microtareas sin terminar
Dividir grandes tareas en subtareas y dejar algunas de ellas pendientes puede tener muchos beneficios si se aplica este efecto Zeigarnik. Por ejemplo, si hay que estudiar un tema muy largo, se puede dividir en varios apartados y dejar uno a mitad para retomarlo después de hacer un descanso. La pausa no debe verse como un corte, sino como un momento en el que el cerebro continuará procesando la información de manera inconsciente.
Esta técnica se potencia mucho si se utiliza con el método Pomodoro (25 minutos de trabajo intenso y 5 minutos de descanso). Cuando lleguen los cortes estipulados, no se debe alargar hasta terminar, sino parar cuando indique el tiempo y si es en un momento interesante mucho mejor. Así aumentan las posibilidades de volver motivado a estudiar.
Usar la técnica “cliffhanger”
Esta técnica está inspirada en las series que terminan el capítulo en el mayor punto de tensión. Pues lo mismo con el estudio. Se debe parar de estudiar justo cuando se está a punto de resolver algo importante: una fórmula matemática, una cuestión filosófica, una lectura crítica. Como no se ha podido finalizar, la mente sigue enganchada, deseando terminarla.
También es muy útil para presentaciones orales, al practicar la presentación, sería ideal interrumpirla justo antes de llegar a la conclusión. Así el cerebro estará con una mayor disposición para el repaso y va a evitar que la memoria pueda perder algo prematuramente.
Reforzar la motivación con logros parciales
Aprovechar este efecto no quiere decir que se tenga que vivir rodeado de tareas sin terminar. La clave está en utilizarlo de manera controlada. Para ello, es muy útil acompañarlo de logros intermedios visibles. Cuando se acabe una subtarea, se debe marcar como hecha aunque el tema o proyecto siga abierto. Así se reduce la tensión acumulada y genera una sensación de avance real.