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Antes que nada, debes saber que el albacea testamentario es quien se encarga de cumplir con las instrucciones que deja una persona en su testamento tras su fallecimiento. Es designado por el propio testamentario para que cumpla con su última voluntad. El nombramiento debe quedar establecido en el mismo testamento para que sea válido.
Se trata de un cargo voluntario de alguien de mucha confianza para el testador, que debe ser aceptado por la persona en cuestión. Además, tiene una serie de funciones con el fin de velar por la seguridad de los bienes mientras no se haya hecho el inventario solemne.
El nombramiento del albacea se hace por lo general cuando se trata de herencias grandes. O, en su defecto, cuando el testado prevé que puede surgir algún conflicto después de su muerte. Entonces, esta figura actúa como un respaldo para que sus decisiones se cumplan.
Las funciones del ejecutor testamentario dependen de las indicaciones del testador, las cuales está obligado a respetar. Por un lado, entre las funciones más comunes se incluyen la interpretación del testamento, y administrar, contar y partir los bienes de la herencia. También se le asigna el pago de las deudas de la herencia y proteger los bienes que se hayan heredado.
Por otro lado, la lista de funciones particulares puede ser muy extensa y deben cumplirse en su totalidad:
El plazo para cumplir las diferentes funciones será de un año, siempre y cuando no se haya especificado otro periodo en el testamento. El tiempo cuenta a partir del momento en el cual la persona ha aceptado el cargo. Pasado este tiempo, si aún no se han cumplido con todas las disposiciones, puede ser prorrogado.
La persona designada debe ser mayor de edad y tener capacidad de obrar judicialmente. Asimismo, no importa el cargo académico que tenga. Por lo general, se nombra a un abogado o notario de confianza por sus conocimientos en la materia.
Además de estas características, el único requisito para cumplir con estas funciones es aceptarlas. El albacea debe manifestar su voluntad para ejercer el cargo. Una vez que lo haya aceptado será una obligación.
Los motivos por los que pueden cesar sus funciones como albacea incluyen padecer una enfermedad que le impida ejercerlas o tener disputas con los herederos. Incluso con su muerte también cesan sus funciones y estas no se pueden delegar en nadie más.