Lo que no se vio de la boda de los reyes: la ansiedad de Felipe, la tristeza de Letizia y su compenetración

Este 22 de mayo de 2024 se cumplen 20 años de la gran boda de cuento de hadas entre los actuales monarcas españoles, Felipe y Letizia. Una ceremonia de ensueño con todos los elementos que componen un evento nupcial cargado de simbolismo en la escenografía a pesar de la lluvia torrencial que provocó cambios importantes en el protocolo. Desde esa perspectiva, analizamos los gestos, las miradas, el lenguaje verbal y gestual de la boda con más glamur y fascinación de los últimos tiempos en España.

A través de las imágenes, subyace que hay establecidos unos códigos de conducta de dos personas que se quieren, pero que tienen que solventar la situación que se les presenta en su boda con todas las miradas del territorio nacional e internacional puestas en ellos y en su entorno. Desde el análisis del paralenguaje, en un primer momento se observan unas imágenes del actual soberano a la espera de la llegada de Letizia donde la respiración honda intenta mitigar la inquietud y los nervios. Es un reflejo instintivo, seguido de espiración que se produce cuando alguien tiene ansiedad.

Esta situación es algo que el propio Felipe ha sabido controlar por la propia experiencia que le aportan los años de vida pública. Evidentemente ha habido una evolución en su forma de comunicar en público tanto en la forma como el fondo. Cuestión que queda patente, por ejemplo, en su habitual Mensaje de Navidad, donde se observan cambios en la forma de su voz, con tonos más firmes y un rostro más seguro ante la cámara.

La nuera de los eméritos Juan Carlos y Sofía -quienes no pudieron perderse este magno evento- también tuvo que controlar mucho el movimiento y la expresión en la ceremonia, desde la entrada, cuando se observa cierta inseguridad de movimientos en los pasos que da hasta la ubicación definitiva al lado del rey. En estos primeros instantes hay en Letizia una mirada que denota una gran preocupación por el instante y la responsabilidad venidera por su posición en la Casa Real como reina consorte de España. También se observa cierta tristeza. No obstante, llama poderosamente la atención cómo ya hay compenetración entre ambos fruto de su amor porque hay momentos donde los dos dirigen su mirado al unísono a las mismas personas presentes en la boda.

"¿Estáis dispuestos a recibir de Dios los hijos y a educarlos según la ley de Cristo y su Iglesia?" La respuesta de ambos, en ese "sí, estamos dispuestos" se produce en total sincronía, pero con un tono medio bajo más en el monarca que en Letizia, que tiene más costumbre de hablar ante un micrófono y una cámara por su experiencia profesional.

Si esta boda se repitiera, con el paso del tiempo y el conocimiento de los 20 años transcurridos, la forma en la que ambos se expresarían verbalmente sería más firme y contundente, algo que ya ha quedado reflejado en las diversas comparecencias e intervenciones públicas que han hecho.

Hay un instante de máximo clímax emocional durante su juramento de fidelidad, cuando Felipe aprieta con fuerza la mano de Letizia para afianzar el poder de la frase protocolaria establecida: "En la salud y en la enfermedad todos los días de mi vida". En ese "todos" hay un arrastre en las palabras que demuestra la sinceridad del monarca al pronunciar este vocablo en la frase. Letizia utiliza su tono más agudo para responder. Hay poca carga interpretativa en ella y sí mucha verdad en el tono que usa; el propio de una persona que aquí no actúa como profesional de la comunicación. Además, hay un buen control de las miradas, así como una media sonrisa final que pone el broche de oro al enlace.

La retransmisión de la boda por televisión mostró la mejor faceta "audiovisual" de la entonces futura Reina. La cámara, en la estrategia de realización, está dando prioridad a su cara en contraposición a la de Felipe, que muestra un semi perfil en muchos momentos de la ceremonia, como cuando se ponen los anillos el hasta entonces príncipe y la periodista.

Es por tanto donde se puede apreciar a la experta en comunicación audiovisual exhibiendo sus mayores aptitudes de seducción ante la cámara con un constante brillo en la mirada que aparece con nitidez en las imágenes. Es lo que en argot analítico se denomina como "tablas", es decir, saber estar.

Otro detalle a destacar es la naturalidad de Felipe, que sale airoso hasta de la situación en la que olvida la frase de entrega de arras y tiene que buscar con la mirada el papel donde está escrita y actuó con toda normalidad.

A día de hoy, la evolución en habilidades de expresión y comunicación es notable. Felipe ha ganado en seguridad y firmeza dentro de la naturalidad y Letizia muestra su lado más versátil, mejorando notablemente la imagen y expresión de ambos.

Consejo del experto: que propicien más apariciones en público en las que se puedan dirigir conjuntamente a los asistentes en formato diálogo entre ambos, no en discurso por separado. Siempre en según qué situaciones, casos y circunstancias.

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