La pesadilla de Biden son las próximas elecciones legislativas

  • El 64% de los votantes demócratas prefiere a otro candidato electoral en lugar de Biden, según encuesta New York Times/Sienna College

  • Joe Biden se juega el todo o nada en las elecciones legislativas que tendrán lugar el próximo mes de noviembre

Los comicios electorales que tendrán lugar en Estados Unidos, el próximo mes de noviembre, son fundamentales por muchas razones, pero sobre todo porque marcarán la tendencia de los resultados de las elecciones presidenciales, que tendrán lugar dos años después. De momento, los candidatos ya se han lanzado a la carrera electoral de forma no oficial desde el pasado 5 de septiembre, día festivo en el país (Labor Day) y fecha que marca el pistoletazo de salida de la campaña. En el caso de Biden, el objetivo no será solo mantener la mayoría de la Camara de Representantes y conquistar la del Senado, sino saber si los votantes respaldan su gestión de estos dos años.

Por parte de los republicanos la finalidad, aparte de conseguir asaltar ambas cámaras, será saber si Trump finalmente apuntala su candidatura a la reelección. Ello dependerá en gran parte de los resultados que obtengan en las legislativas sus compañeros de partido pero también de que los aspirantes que alcancen la gloria sean los que él mismo ha respaldado, ya que eso supondría un apoyo a su figura de cara a las presidenciales.

Malos vientos para Biden

Hasta ahora, exceptuando los primeros meses de mandato, Biden ha obtenido un apoyo exiguo. Si bien su indice de aceptación ha remontado algo en las últimas semanas, el respaldo de sus propios votantes es escaso y se ha visto cuestionado como el líder capaz de levantar al país de una pandemia, afrontar la crisis económica y solventar la guerra entre Rusia y Ucrania. De hecho, en su propio partido el 64% se decanta por otro aspirante presidencial para 2024, según la encuesta realizada por el New York Times/Universidad de Sienna, el pasado mes de julio.

Quiza por ello Joe Biden, a sus 79 años, decidió mostrarse inusualmente enérgico y contundente en su última aparición en Filadelfia, corazón del estado clave de Pensilvania, el pasado fin de semana. El presidente arremetió contra Trump y sus seguidores acusándoles de extremistas y de hacer “retroceder al país” en temas como el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo, llevando así la defensa de estos derechos al campo de batalla electoral.

Reacción republicana

La debilidad de Biden, acuciada por el aumento de los precios en general, y de la gasolina en particular en un país dominado por millones de automóviles que abarrotan las carreteras cada día, ha sido aprovechada por los conservadores. Estos están intentado distraer la atención de la investigación del FBI sobre Donald Trump y la documentación clasificada que se llevó a su casa de Florida, arremetiendo en tromba contra los demócratas. Lo mismo da que precisamente estos últimos días el precio del combustible haya empezado a disminuir o que los jueces demostraran que no existió fraude electoral en la anterior victoria de Biden. Los mantras conservadores siguen repitiéndose en una campaña que acaba de dar inicio y que, curiosamente, empieza a parecerse a la reacción trumpista tras su derrota en 2020.

Últimos movimientos

El presidente sabe que está acorralado. Biden se juega el todo o nada en unas elecciones que, en caso de derrota, además de dar la mayoría del Congreso a los republicanos podrían provocar la euforia conservadora y un cambio de tendencia entre los votantes de cara a las presidenciales. Esa es la razón por la que en los últimos meses los progresistas se han movido más que en los últimos dos años, cumpliendo varios de los puntos pendientes de su programa electoral.

A lo largo de este verano han conseguido que el díscolo senador demócrata por Virginia Occidental, Joe Manchin, diera su apoyo a la ampliación de la legislación económica y de cambio climático, hasta el punto de que el 1 de agosto se llevara a cabo la firma de la Ley para la Reducción de la Inflación, que disminuye los precios de los medicamentos para personas mayores e invierte en energías verdes, entre otras ventajas para los consumidores. A ello se sumó, a principios de agosto, el ataque con drones que acabó con Ayman-al-Zawahiri, el que fuera líder de Al-Qaeda tras la muerte de Osama Bin Laden y que dio una de las pocas alegrías en política internacional a Biden, tras el fiasco de la retirada de las tropas estadounidenses en Afganistán. Por si todo esto no fuera poco, el presidente ha terminado el verano anunciando la condonación de hasta 20.000 dólares de préstamos estudiantiles a aquellas personas que se vieron obligadas a endeudarse para acabar los estudios, lo que pone de su parte a la masa de votantes jóvenes afectada.

Brotes verdes

Quizá estas sean las razones de que en los últimos días Biden haya experimentado un repunte en las encuestas, tras haber alcanzado en julio el mínimo de su popularidad, con un 37’5%. En estos momentos, su indice de aprobación ha subido más de cinco puntos, llegando al 42’7%, según FiveThirtyEight . Unos datos que servirán a los demócratas para intentar dar batalla hasta el final, de aquí a noviembre. Dos meses que pueden hacerse muy largos si la mejora de la economía no se consolida y los precios no se estabilizan. Y, sobre todo, si Biden no es capaz de canalizar esas buenas noticias en votos. La maquinaria para ello ya esta en marcha por parte de ambos partidos. No hay que olvidar que en noviembre estará en juego la renovación de la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Un precio demasiado alto como para que Biden pueda conciliar el sueño.