Sheila Marie Uriarte-Tan, la mujer que gestionará la millonaria fortuna del papa Francisco

El papa Francisco en 2024.
El papa Francisco en 2024.Europa Press
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El pasado mes de febrero, una noticia sacudió los pasillos de la Santa Sede y los círculos financieros más discretos del mundo: un nuevo miembro llegó al Consejo de Supervisión del Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como el "banco del Vaticano". Ella era Sheila Marie Uriarte-Tan.

Con este nombramiento, Uriarte-Tan no solo se ha convertido en una de las pocas mujeres en asumir un rol de tan alto perfil dentro de la estructura financiera vaticana, sino que también en la principal gestora de una de las fortunas más singulares del planeta: la del papa Francisco, fallecido el pasado lunes 21 de abril a los 88 años a causa de un ictus tras sufrir una neumonía bilateral.

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El papa Francisco en una imagen de archivo.

El pontífice argentino no solo reformó estructuras eclesiásticas y llamó a una "Iglesia pobre para los pobres", sino que también reconfiguró la manera en que el Vaticano se relaciona con su dinero. El IOR, durante años envuelto en sombras y escándalos, cerró 2024 con un beneficio neto de 30,6 millones de euros y mantiene bajo su gestión activos totales por valor de 5.400 millones. Esta es, en gran parte, la herencia que ahora pasa a ser administrada, bajo una nueva ética de transparencia, por Uriarte-Tan.

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La tarea de Uriarte-Tan

La tarea que ahora tiene entre manos es tan desafiante como simbólica. No se trata solo de gestionar activos financieros: se trata de asegurar que el legado económico del papa Francisco -un pontífice que hizo de la austeridad y la ética sus banderas- continúe rigiéndose por los mismos principios.

Sheila Marie Uriarte-Tan.
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Aunque el IOR ha sido tradicionalmente el banco que gestiona fondos destinados a obras de caridad, misiones y mantenimiento de las estructuras eclesiásticas, su historial ha estado marcado por décadas de controversias. Bajo la mirada de Uriarte-Tan, se espera que esa página quede definitivamente atrás.

La muerte de Francisco ha generado un profundo impacto en el mundo católico y su funeral, que se celebrará este sábado, se anticipa como un momento que sin lugar a dudas pasará a la historia. Mientras tanto, en los discretos pasillos de las oficinas vaticanas, Uriarte-Tan comienza su trabajo con la certeza de que no solo administra una fortuna material, sino un legado espiritual.

La confianza que el papa le depositó en vida -al promover su ingreso a uno de los órganos más sensibles de la Santa Sede- se convierte ahora en una prueba silenciosa pero rotunda: que una nueva era de responsabilidad y compromiso ético puede ser posible, incluso en las más antiguas instituciones del mundo. Y que detrás de los muros del Vaticano, una mujer se ha convertido en su garante.

El papa Francisco.

Quién es Sheila Marie Uriarte-Tan y por qué fue elegida para gestionar esta fortuna

De origen filipino y con una formación sólida en derecho y finanzas, Uriarte-Tan ha dedicado gran parte de su carrera profesional a promover prácticas financieras éticas y sostenibles.

Abogada de formación, con estudios en economía y una especialización en gobernanza corporativa, su perfil la posiciona con unas cualidades que sintonizan perfectamente con la visión que tenía el papa Francisco sobre cómo debería manejarse el dinero en la Iglesia.

Antes de su llegada al Vaticano, Uriarte-Tan fue consultora de organismos internacionales en temas de transparencia financiera, trabajó en reformas estructurales en bancos estatales del sudeste asiático, y formó parte de iniciativas globales para la prevención del lavado de dinero. Su entrada en el IOR no fue una casualidad, sino el fruto de una estrategia deliberada de renovación iniciada por Francisco hace más de una década.

El nombramiento de Uriarte-Tan se dio en el marco de una reorganización del Consejo de Supervisión del IOR -una especie de consejo de administración que supervisa todas las operaciones del banco vaticano-. Por primera vez en su historia, la institución apostó por una composición más diversa y con mayor participación femenina, en línea con los esfuerzos del pontífice por impulsar una mayor equidad de género en los espacios de decisión eclesiásticos.

Según ha trascendido, fuentes cercanas al Vaticano aseguran que su visión coincide plenamente con la de Francisco: una administración responsable, transparente y orientada al bien común.

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