El cónclave más largo de la historia: duró casi tres años y los cardenales fueron duramente castigados

Un grupo de cardenales de la Iglesia Católica
Un grupo de cardenales de la Iglesia CatólicaCordon Press
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Tras la muerte del Papa Francisco, notificada el pasado lunes 21 de abril, y su posterior entierro en Santa María la Mayor, 133 cardenales están reunidos ya en cónclave para decidir quién será su legítimo sucesor. La primera ronda de votaciones tuvo lugar en la tarde del 7 de mayo y no estuvo exenta de polémica. La fumata con la que comunicaban el resultado de su votación se retrasó durante horas y no fue hasta las 21:00 horas de la noche cuando se pudo ver el humo negro que indicaba que no habían llegado a un consenso. Cuando lo hagan y salga el nombre de uno de los cardenales con una mayoría de 2/3, llegara la esperada fumata blanca.

Un final feliz que, al menos una vez en la historia de la Iglesia Católica, llegó a prolongarse hasta casi tres años. Ocurrió en el año 1268, tras la muerte del Papa Clemente IV, fallecido en la ciudad de Viterbo (Italia). Como manda el protocolo, el cónclave se reunió para designar un sucesor, en un momento en el que, durante el proceso, los cardenales tenían mayor libertad de movimiento: votaban una vez al día y, si no había un acuerdo, podían volver a sus lugares de residencia.

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Racionaron la comida y tres cardenales murieron

Ahora ya no ocurre así: en la actualidad, los cardenales - encerrados en la Capilla Sixtina - votan hasta cuatro veces al día, dos por la mañana y dos por la tarde. Y, si pasados tres días, no se ha llegado a ningún acuerdo, tras cada jornada de votación se realiza un ejercicio de oración y reflexión, con la intención de que los votantes encuentren una respuesta conciliadora en su interior. Se hace así, precisamente, para evitar complicaciones como las del año 1268, de las que se llegó a quejar hasta la población romana.

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La votación duró 34 meses porque el cónclave estaba dividido en dos grupos totalmente irreconciliables: el de aquellos cardenales que apoyaban al Rey de Nápoles y Sicilia, Carlos de Anjou, que representaba los intereses de Francia, y por otro, los que defendían los derechos de los italianos.

Para obligarles a tomar una decisión, la Iglesia decidió racionarles la comida, con el fin de que el hambre les hiciera sentir algún tipo de urgencia. De hecho, tres de los purpurados murieron por la falta de recursos. Llegaron incluso a retirar parte del techo del palacio para que las inclemencias del tiempo les apremiara. Y, finalmente, el elegido fue el papa Gregorio X, quien inmediatamente reformó el proceso de elección para que la dilatación extrema no volviera a producirse. Solo queda esperar a que el actual cónclave, que celebra hoy su segundo día de votación, encuentre al digno sucesor de Bergoglio. Los purpurados votarán dos veces por la mañana y dos por la tarde, a no ser que antes de la jornada vespertina la fumata sea de color blanco.

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