Loterías

¿Qué tipo de persona tiene más probabilidades de jugar a la lotería según los estudios?

Cola en una administración de lotería en Paiporta. EP
Compartir

Comprar un boleto de lotería puede parecer una decisión normal y casi aleatoria, pero en realidad existen diversos estudios que revelan que no todos participamos con la misma frecuencia. La demografía de los jugadores muestra patrones claros: la edad, el género, el nivel socioeconómico y el lugar de residencia influyen notablemente en la decisión de confiar, más o menos, en el azar como opción de ocio o escape económico.

Perfil sociodemográfico y nivel socioeconómico

Un estudio internacional indica que quienes se encuentran en el quintil más bajo de renta son los que más juegan a la lotería: el 61% de esta población lo hace, frente al 42‑43% en los otros estratos. Además, estos jugadores de bajos ingresos compran boletos con mayor asiduidad, hasta llegar a 26 veces al año, comparado con aproximadamente 10 veces entre quienes tienen alto nivel socioeconómico. En Europa, esta tendencia se repite: la lotería funciona como un impuesto regresivo que absorbe una proporción mayor del presupuesto de las poblaciones menos pudientes.

PUEDE INTERESARTE

En España, datos de la Lotería de Navidad muestran que alrededor del 75% de la población española juega habitualmente, una cifra que refrenda la universalidad del hábito para este sorteo en concreto, pero que oculta diferencias en intensidad y frecuencia entre clases sociales y niveles educativos.

Edad y género

La participación en la lotería presenta patrones claros según la edad. Según estudios realizados en España y Europa, los adultos jóvenes y de mediana edad (entre 20 y 40 años) son quienes más juegan a la lotería, con tasas de participación cercanas al 70%. Sin embargo, esta frecuencia disminuye de manera significativa entre las personas mayores de 70 años, situándose en torno al 45%.

PUEDE INTERESARTE

En cuanto al género, aunque no existen estadísticas específicas detalladas para España, estudios internacionales señalan que los hombres suelen jugar a la lotería con mayor frecuencia que las mujeres. En Estados Unidos, por ejemplo, los hombres participan aproximadamente 19 días al año en promedio, frente a los 11 días de participación media de las mujeres. Aunque estas cifras podrían variar ligeramente en España y Europa por diferencias culturales, es probable que se mantenga una tendencia similar, reflejando un patrón generalizado donde los hombres tienen una mayor propensión a participar con regularidad en juegos de azar como la lotería.

Estado civil y situación familiar

Un estudio señala que variables como el estado civil, la presencia de hijos, e incluso el número de miembros del hogar, también influyen en la probabilidad y la cuantía invertida en la lotería. Quienes tienen familia suelen adquirir décimos o participaciones para eventos especiales, lo que puede reforzar el hábito sin que necesariamente implique dependencia.

Lugar de residencia y nivel del premio gordo

La edad y la renta no son los únicos determinantes: también el lugar donde se vive y el tamaño del premio influyen. En España, provincias con menor renta per cápita registran aumentos de ventas más acusados cuando el premio sube, mientras que en las zonas más ricas, el efecto del los premios gordos es menos pronunciado. Esto refuerza la idea de la lotería como una esperanza accesible para muchos que, sin embargo, aumenta su coste de forma regresiva.

Riesgos y percepción social

Aunque el juego tradicional de lotería no se considera adictivo en la misma medida que otros juegos de azar, como pueden ser los juegos de los casino o las apuestas deportivas, también tiene cierto impacto social. El primer informe europeo sobre adicción al juego destaca su prevalencia, aunque con menor riesgo patológico. En España, la mayoría de los jugadores ven la lotería como una forma de entretenimiento familiar, sin identificar daño, pero las políticas públicas alertan sobre el componente emocional que lleva a comprar “por ilusión” repetidamente.

En definitiva, los estudios revelan un perfil claro de personas que tienen más probabilidades de jugar a la lotería:

  • Con ingresos bajos o medios-bajos (proporción y frecuencia mayor)
  • Adultos entre 20 y 40 años
  • Mayor frecuencia entre hombres aunque sin grandes diferencias culturales
  • Personas en núcleos familiares, que compran décimos en grupo

Además, el impacto de los premios gordos modifica el patrón de compra, acentuando la brecha entre zonas ricas y pobres. Si bien no es una práctica altamente peligrosa, el componente emocional y el gasto repetido convierten a la lotería en un fenómeno social con efectos redistributivos que merecen atención política y educativa.