Los suicidios en el búnker berlinés de Adolf Hitler y su círculo más cercano, incluido el de su esposa Eva Braun, de los que se cumplen este miércoles 80 años, fueron uno de los acontecimientos más simbólicos del final del III Reich y con ello de la II Guerra Mundial.

Según contó a EFE Wieland Giebel, responsable del museo Berlin Story Bunker, un centro de exposiciones con una detallada muestra sobre el ascenso al poder del partido nazi, el III 'Reich', la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, Hitler se suicidó cuando apenas controlaba un puñado de metros cuadrados en Alemania y Berlín estaba rodeada por el Ejército soviético.

La ultraderecha alemana gana votantes año tras año

Después de sacrificar a Blondi, el pastor alemán del 'Führer', Hitler y Braun se quitaron la vida a las 15:30 del 30 de abril de 1945 en la sala de trabajo del búnker, sobre el sofá que dominaba una pequeña habitación en la que también cabían a duras penas un escritorio y un reloj de piso.

Ella tomó una cápsula de cianuro, él, además de ese veneno de acción rápida y letal, se disparó en la cabeza.

Cuando entraron los soldados soviéticos que liberaron Berlín de los nazis, aún quedaba sangre del dictador sobre el sofá, en el lugar donde yació su cadáver.

Y aunque parezca mentira, en los últimos años se está viviendo un auge de la ultraderecha en Europa, con su mejor resultado en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial.

Una realidad que recuerdan los expertos tiene cierto paralelismo con lo que pasó en Alemania en aquella época cuando Hitler llegó al poder con muchísimos votos gracias a que lanzaban mensaje que seducía a la población prometiendo un futuro de prosperidad, bienestar y recuperación de la confianza perdida.

Los historiadores apuntan a no es que los votantes alemanes que mayoritariamente lo apoyaron con sus votos estuviesen equivocados, sino que no sabían lo que su elección acarrearía años después.

Según estos expertos, Hitler fue radicalizando sus políticas a medida de que se daba cuenta de que podía radicalizarlas sin tener miedo a consecuencias. Esto es lo que lleva al abismo del mal que fue el holocausto.

Ochenta años después se da la paradoja de que nadie se atreve a recuperar la figura de Hitler al estar demasiado identificado con el mal, algo que no ocurre son sus ideas que están siendo blanqueadas por la ultraderecha con mensajes que están desgraciadamente calando muy en profundidad, especialmente entre los varones jóvenes.

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