Inmigración

La segunda vida de Habib, uno de los supervivientes del cayuco que volcó en el puerto de La Restinga, en El Hierro

La segunda vida de Habib, uno de los supervivientes del cayuco que volcó en La Restinga, El Hierro
Habib Camara, de Guinea Conakry, estudiaba sociología y sueña con ser abogado algún día. EFE/Alberto Valdés
Alberto Valdés / EFE
  • Habib Camara, de Guinea Conakry, aún tiembla al recordar la travesía y en cómo lo sacaron del agua porque no sabe nadar

  • Este joven ha pedido él mismo, a través de los trabajadores del centro donde vive, contar el naufragio que estremeció a España

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Habib Camara (Guinea Conakry, 2006) habla despacio y su voz tiembla, igual que su ojo izquierdo, al recordar los días de travesía que vivió en un cayuco junto a un grupo mayoritario de mujeres y niños, pero aún más cuando detalla lo que sucedió a pocos metros del muelle de La Restinga en El Hierro, cuando la embarcación volcó y casi pierde la vida.

Es uno de los supervivientes del accidente ocurrido el 28 de mayo de este año en la más pequeña de las Islas Canarias que se cobró la vida de cuatro mujeres y tres niñas. Él atribuye a un milagro de Dios y de un compañero de travesía que lo sacó del agua cuando se estaba ahogando, porque no sabe nadar, y del que no sabe nada a día de hoy.

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Habib participa en un encuentro con EFE por propia iniciativa: él mismo solicitó a los trabajadores del centro donde reside en Tenerife "contar lo que ocurrió" a todas las personas que vieron en directo por televisión las devastadoras imágenes del vuelco.

El cayuco volcó en el muelle
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La entrevista tiene lugar en la entrada del Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) de Las Raíces, el más grande de Canarias, donde Camara se aloja a día de hoy, mientras trabajadores y usuarios caminan a su espalda a la hora del cambio del turno entre la mañana y la tarde.

En la zona metropolitana de la isla hace calor, pero la temperatura es mucho más baja en el centro en el que se encuentra.

Así fue el viaje de Habib Camara

Por ello, Camara lleva puestas unas cholas rojas y un suéter, el atuendo típico de un tinerfeño cualquiera que habita los contradictorios microclimas, mientras detalla cada uno de los pasos del viaje que le llevó a este territorio de ultramar europeo en el noroeste de África, al que llegó hace apenas unas semanas.

Un camino que recorrió solo, sin avisar a su familia, ya que es huérfano y sufría una situación "muy complicada" en su país, la razón que le convenció para iniciar un viaje a través de una de las rutas migratorias más mortíferas del mundo hacia Canarias, un lugar del que sabía muy poco antes de llegar.

"Nadie sabe cómo va a estar el mar, solo Dios puede salvar al ser humano en el mar. Es difícil y siempre hay problemas. Durante el viaje íbamos muy apretados y cuando llegó el barco a salvarnos nada iba bien. Yo me puse a llorar y alrededor todos gritaban, estaban muy apurados por querer llegar a tierra", explica Camara.

La Salvamar Dipha fue la encargada de realizar el rescate a once kilómetros de la costa de El Hierro, alertada con antelación por la ONG Caminando Fronteras, que acompañó al cayuco hasta el puerto de La Restinga sin mayores complicaciones.

Fue entonces cuando todo cambió. Los 152 tripulantes del cayuco fueron presa del pánico acumulado por los días de navegación y se precipitaron hacia uno de los costados de la embarcación para pasar hasta el barco de salvamento, lo que provocó que volcara durante varios minutos a escasos metros de la orilla.

"Cuando llegamos al puerto, todo el mundo quiso subirse al barco y el cayuco volcó. Yo me quedé debajo y me empecé a ahogar. Un amigo fue el que me sacó. Había gente que iba en un departamento inferior de la barca y se quedaron debajo", detalla el joven guineano.

Habib no recuerda lo que pasó después. Un trabajador de la Cruz Roja lo atendió y cuando volvió a recuperar la memoria estaba rodeado de muertos. Una imagen que vuelve a su cabeza "de vez en cuando".

Después le dieron ropa y otros utensilios y fue separado junto a otros hombres adultos en una guagua con dirección a un centro en El Hierro donde permaneció durante tres días, hasta que fue trasladado después en ferry a Tenerife junto con otros dos compañeros del cayuco con los que tiene cierta cercanía.

El sueño de una vida en España

"Gracias a Dios ahora todo está bien", continua Camara, quien ya se ha podido comunicar con su familia, que no sabía que se había marchado, al tiempo que elogia el trabajo que hizo el personal de Salvamento, los médicos, enfermeros y policías, porque "salvaron muchas vidas de niños, mujeres y hombres".

La "segunda vida" de Habib, tanto vital como migratoria, pasa por aprender español, un primer paso necesario para desenvolverse en el país en el que desea quedarse a vivir, estudiar y trabajar. Aún no tiene claro de qué, pero "en Guinea Conakry cursaba Sociología y soñaba con ser abogado algún día".

A pesar de sus deseos, el joven de 19 años enfrenta aún un escenario incierto, en el que ha recibido el cuidado y el cariño de las monitoras del campamento de Las Raíces, donde las personas a su alrededor son trasladadas mientras él espera la resolución de un expediente que le permita tomar el control de su vida, en un país ajeno, al que llegó en búsqueda de un destino digno.