Crimen

El último mensaje de audio que Matilde Muñoz, la turista española asesinada en Indonesia, envió a un amigo en Mallorca

Matilde Muñoz, de 72 años, fue asesinada este verano en la isla indonesia de Lombok. EFE
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Matilde Muñoz, la turista española de 72 años que fue asesinada en Indonesia este verano, envió un último mensaje de audio a Mallorca, isla con la que mantenían una estrecha vinculación. De hecho, tenía una vivienda en la zona de Cala Major.

La gallega, según informa Faro de Vigo, comunicaba su idea de viajar a Palma una vez concluida su estancia en Lombok, donde habría mostrado interés en comprar el hotel en el que se alojaba.

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Un exempleado del establecimiento y otro hombre que trabajaba aún allí son los dos detenidos por el crimen, el cual confesaron también durante la reconstrucción del asesinato. No obstante, la familia sigue pensando que hay más personas implicadas.

El mensaje de audio a su amigo Miguel Ángel

El documento, publicado íntegramente por el mencionado diario, iba dirigido a Miguel Ángel Jiménez Merino, amigo y en su día compañero de la víctima en Spantax. Matilde trabajó como azafata en la aerolínea española, que operó desde 1959 hasta 1988.

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El audio, que demuestra la relación de amistad con su interlocutor, se abre con un cariñoso "Miguel ¿cómo estás querido? ¿Todavía vivo y coleando? ¡Pues yo sí!…", que demuestra el estado de ánimo optimista de la remitente.

A pesar de la incertidumbre sobre las fechas en concreto, puesto que Matilde desapareció el 1 de julio y su cadáver se halló a finales de agosto, el mensaje fue enviado apenas unos días antes del asesinato.

"En septiembre me voy para Mallorca", afirmaba Muñoz. Dada la larga estancia que tenía prevista en la isla indonesia de Lombok, se trataba del siguiente viaje que iba a emprender. Según le dice a su amigo, con el que esperaba reencontrarse, "no me quedaré mucho".

A lo largo del mensaje al que ha tenido acceso en exclusiva Faro de Vigo, de un minuto y medio de duración, fija su futura visita a Palma, la capital balear, en unos diez días, los suficientes, apunta, para atender unos asuntos referentes al último de los pisos en el que había residido. Además, transmite a Jiménez la paz y el sosiego que le inspiraba el país asiático, el que tantas veces había visitado hasta su trágico desenlace.