Doñana con mascarilla: una visita al mayor humedal de España tras el confinamiento

Estamos a primera hora de la mañana, y por el parque de Doñana avanza un vehículo todoterreno. Nada que extrañe a los animales del parque, acostumbrados como están a una presencia humana limitada, pero constante. Bueno, algo sí debe extrañarles a ellos que no saben de pandemias o de vacunas. Cuando el vehículo se detiene, de él bajan unos extraños seres con mascarillas. El parque sique siendo el mismo, los seres humanos no.

"Durante el confinamiento, la fauna parece que tuvo algo más de presencia en pueblos del entorno del parque", cuenta Juan Bernardo Torre, vicepresidente de la Asociación de Empresas de Servicios Turísticos complementarios de Huelva. "El interior del parque realmente es una zona con muy poca presión humana. Entonces la diferencia entre un antes y un después de la pandemia, no la hemos notado en la fauna. Lo que marca realmente la vida de Doñana es el agua".

Esa normalidad de la naturaleza no es la nuestra. Tras ponerle puertas al campo, y confinar Doñana, limitando las visitas durante meses a las imprescindibles, sus más de 120.000 hectáreas vuelven a ser accesibles. De otra forma, claro. Lo notaremos nada más llegar para iniciar nuestra visita.

"Desde el momento de hacer la reserva, se te dice que si has tenido síntomas en los últimos diez días no podrás hacer la visita", explican en Doñana Reservas y Visitas, una de las empresas que pueden acceder al interior del parque nacional. "Una vez aquí, en la oficina, donde solo se está diez minutos, hemos establecido un circuito de entrada y salida, mostradores con mamparas, y dispositivos con gel hidroalcohólico, y es obligatorio el uso de mascarilla".

Unas precauciones que se repiten cuando el autobús 4x4 de la empresa entra en el parque para realizar la ruta norte. Salida desde la aldea del Rocío, para después recorrer el bosque del Coto del Rey, los pinares y alcornocales de Matasgordas y las marismas del norte del parque. Última parada el centro de visitantes José Antonio Valverde en medio de esas marismas.

"En los vehículos procuramos que las personas del mismo grupo familiar se sienten en asientos contiguos. Las subidas y bajadas se hacen escalonadamente", aclaran. "Por supuesto siempre con mascarilla", añaden.

¿Siempre? Bueno, con todo un parque por respirar, y quizás para que la fauna no se extrañe con los extraños seres, siempre hay un pequeño momento para separarse, quitarse la mascarilla, y respirar el aire de Doñana.

"La mascarilla te protege, pero es cierto que también te quita muchos de los olores que hay en el parque", dice José Antonio Sánchez, guía de Discovering Doñana. "Así que nos permitimos, separándonos mucho, una pequeña licencia para oler Doñana unos minutos"

Luego de nuevo a la mascarilla y al vehículo. La ocupación, bastante buena, teniendo en cuenta las circunstancias. "Las empresas que entramos en el parque no nos podemos quejar", señala Juan Bernardo Torre. "Estamos al 75 u 80 %o. Pero hay un poco de todo. Las empresas por ejemplo de rutas ecuestres están notando más la diferencia, algunas de ellas están a un 25 o 30 %".

Algunas incluso al cero. Doñana Tour, una empresa muy centrada en las visitas de grupos escolares, tiene a tres de sus cuatro trabajadores en ERTE. La cuarta, prepara la casa en la que alojan unos grupos que esperan a partir de febrero del próximo año.

"Hasta que no tengamos previsión de que los colegios vuelvan a tener su actividad, y puedan recuperar las actividades extra escolares estamos inactivos", reconoce David Varo de Doñana Tour.

Han pasado cuatro horas. El todoterreno que avanzaba por Doñana está de vuelta. En él, aún con mascarilla los visitantes. Han podido ver Doñana, puede que hasta respirarlo. La Covid-19 no manda en el parque. Aquí sólo manda el agua.